Una excursión: nuestro Impala enfiló por la pista que cuelga a un lado del golfo de California, hasta Punta Chueca, enfrente de la isla Tiburón. Después fuimos a El Dólar, enfrente de la isla Patos. Lima la llama la isla Pato Donald. Tirados en una playa desierta, estuvimos fumando mota durante horas. Punta Chueca-Tiburón, Dólar-Patos, naturalmente son sólo nombres, pero a mí me llenan el alma de oscuros presagios, como diría un colega de Amado Nervo. ¿Pero qué es lo que en esos nombres consigue alterarme, entristecerme, ponerme fatalista, hacer que mire a Lupe como si fuera la última mujer sobre la Tierra? Poco antes de que anocheciera seguimos subiendo hacia el norte. Allí se levanta Desemboque. El alma absolutamente negra. Creo que incluso temblaba. Y después volvimos a Bahía Kino por una carretera oscura en donde de tanto en tanto nos cruzábamos con camionetas llenas de pescadores que cantaban canciones seris.