Me encontré a Jacinto Requena paseando por Bucareli.
Fuimos a comprar dos trozos de pizza donde el gringo. Mientras comíamos me dijo que Arturo había hecho la primera purga en el realismo visceral.
Me quedé helado. Le pregunté a cuántos había echado. A cinco, dijo Requena. Supongo que yo no estoy entre ellos, dije yo. No, tú no, dijo Requena. La noticia me proporcionó un gran alivio. Los purgados eran Pancho Rodríguez, Piel Divina, y tres poetas a quienes no conocía.
Mientras yo permanezco en la cama con Rosario, pensé, la poesía de vanguardia mexicana experimenta sus primeras fisuras.
Todo el día deprimido, pero escribiendo y leyendo como una locomotora.