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Era jueves por la mañana, dos días después de que atacaron a Monica en su apartamento.

—Parece que hemos atrapado a toda esa banda de corruptos —comentó el detective Barry Tucker con satisfacción. Él y su compañero, Dennis Flynn, junto a los detectives Cari Forrest y Jim Whelan, estaban en la oficina del jefe Jack Stanton del cuartel general. Repasando los acontecimientos que se habían sucedido desde el martes por la noche.

—Cuando el doctor Hadley se derrumbó y confesó, en el momento mismo en que entramos en su despacho para interrogarlo, nos dijo que ya sabía que iríamos. Admitió que había asfixiado a esa pobre anciana. Incluso nos entregó la funda de la almohada manchada de sangre antes de que se la pidiéramos.

—Langdon no ha dicho nada, pero su amiguita Pamela no para de hablar —dijo Cari Forrest con sarcasmo—. Sabe que no tiene forma de librarse de esto. Greg Gannon empezó a sospechar de ella y descubrió el apartamento que mantenía con Langdon. Tanto el bolso de Renée Carter, como una tarjeta con esa dirección escrita de puño y letra por Scott Alterman estaban allí. Pamela admite que Carter subió al coche con Langdon y ella. Ambos le prometieron pagarle los otros novecientos mil dólares que exigía, y Carter aceptó. Volvió al apartamento con ellos. Le dieron una copa con unas gotas de somnífero y entonces él la estranguló. Guardaron el cadáver allí hasta que pudieron deshacerse de él sin problemas.

Forrest cogió un vaso de agua y se lo bebió entero.

—Pamela Gannon es fría como un témpano. Reconoce que le dio a Hadley y a Langdon las órdenes para que se deshicieran de Olivia Morrow y de la doctora Farrell. Nos dijo también que Langdon había contratado a Sammy Barber para matar a Monica Farrell. Conseguimos una orden de registro del apartamento de Barber y encontramos una grabación de Langdon y él hablando de eliminar a la doctora Farrell. Así que esos dos lo tienen muy mal. Por no hablar de Larry Walker, que intentó secuestrar a Farrell en la puerta de su casa. Según dijo, Barber le había pagado para matarla, porque él estaba muy vigilado. Sammy se ha largado, pero tiene una orden de arresto. Lo encontraremos.

—¿Por qué Scott Alterman estaba tan loco como para ir a ese apartamento? —preguntó Stanton.

—Pamela estaba en la casa de Southampton cuando él fue allí. Ella le contó que se iba a divorciar de Greg, que había sido muy duro vivir con él, y que había descubierto pruebas de que el tío de Greg tenía un heredero. Alterman cayó en su trampa aquella noche. Fue a su apartamento, y ella solo tuvo que ponerle suficientes gotas de somnífero en la bebida para que pareciera que estaba borracho, y luego Langdon lo tiró al fondo del río. El pobre tipo no tuvo la menor oportunidad —contestó Forrest.

—Langdon colocó el dinero y la bolsa de regalo en el despacho de Peter para tenderle una trampa —continuó—. Fue directamente a la oficina de Peter después de matar a Renée Carter. No se dio cuenta de que él estaba durmiendo en la sala de al lado. Fue una suerte que Langdon no lo viera, o no creo que estuviera vivo.

—Por lo que parece, Greg Gannon se pasará los próximos veinte años más o menos en la cárcel. Todas sus pertenencias se venderán para devolverles el dinero a los inversores a los que estafó. A Pamela Gannon le quitarán todo lo que tiene, aunque tampoco podría utilizarlo. Se enfrenta a varias cadenas perpetuas.

—Déjame seguir a mí —interrumpió Barry Tucker, con decisión—. El fiscal del distrito va a retirar los cargos contra Peter Gannon —se metió su bloc de notas en el bolsillo—, y todos tendremos unos cuantos días de vacaciones.

—Ah, había olvidado que a tu mujer le gusta tu media sonrisa —dijo Forrest—. ¿No le dijiste eso a alguien el otro día?

—Parece que haya pasado un año. La lástima es que aunque la doctora Farrell pueda demostrar que es la nieta de Alexander Gannon, probablemente no verá nunca un céntimo del dinero de los Gannon. Langdon, Hadley y Pamela Gannon lo han estado transfiriendo a sus propios bolsillos. Peter Gannon puede tener problemas con Hacienda, por el dinero de la fundación que fue a parar a algunos de sus proyectos teatrales.

Jack Stanton se levantó.

—Todos habéis hecho muy buen trabajo —dijo—. Esperemos que se recupere al menos parte del dinero que Langdon y Hadley robaron de la fundación, cuando les confisquen sus bienes. Eso, de hecho, significa que si Monica Farrell puede probar que es la nieta, otras propiedades, como la casa de Alexander Gannon en Southampton, pueden ser suyas. Pero me parece que en este momento no puede probar nada. Los parecidos fotográficos no sirven en un juicio.

—Cari, ¿alguien sabe quién era la abuela de la doctora Farrell? —preguntó Dennis Flynn.

—El doctor Hadley nos dijo que era una prima mayor de Olivia Morrow, una joven que más tarde se metió monja y cuya beatificación está considerando la Iglesia católica en este momento. Él cree que antes de morir, Morrow destruyó la carpeta que contenía la prueba de su relación con Gannon.

Stanton miró a sus agentes de uno en uno.

—Obviamente todo esto tiene que incluirse en los informes de los detectives. ¿Imagináis los comentarios a los que se tendrá que enfrentar la doctora Farrell cuando se haga público?

Ya ha sobrevivido a dos intentos de asesinato. Si nuestros hombres no hubieran estado vigilando la puerta de su apartamento el martes por la noche, ella estaría en el río igual que Scott Alterman.

Stanton inspiró.

—Muy bien, chicos, ahora hay que hacer el papeleo y acabar esto.