Interludio

—¿Y ahora qué?

—¿Sigues sin tenerlo claro?

—No lo sé…

—Eres tú quien ha venido a mí, Ruth. Has sido tú la que ha querido volver a intentarlo.

—Y tú la que lo ha aceptado. ¿De verdad vuelves a confiar en mí?

—Quiero volver a confiar en ti.

—¿Y cómo eres capaz después de lo que hice?

—…

—No contestas.

—Es que no sé qué contestar. Supongo que te quiero demasiado como para decirte que no, aunque lo merezcas.

—Merecía que no me hubieras vuelto a hablar nunca más.

—Pero no siempre tenemos lo que nos merecemos, ni para bien ni para mal.

—Tú no merecías lo que te hice…

—Dime una cosa, Ruth. ¿De verdad lo nuestro es tan importante para ti como para volver a apostar por ello?

—He vuelto, ¿no? ¿Eso no te parece suficiente respuesta?

—Puedes haber vuelto por miles de motivos, por culpabilidad, porque hayas descubierto que ya no quieres estar sola aunque te encante estarlo, por echarme de menos,… Yo necesito saber que has vuelto porque realmente crees que merece la pena apostar por nosotras.

—Sólo sé que quiero estar contigo.

—Supongo que te has dado cuenta de eso después de haberme perdido, ¿no?

—Es obvio.

—Pero lo haces porque te sientes culpable por lo que hiciste.

—¡Pues claro que me siento culpable, Sara! ¡Te estaba haciendo daño! ¡Y de haber seguido como estaba te hubiera acabado destrozando!

—Y por eso preferiste dejarme antes que afrontar la situación y hacer algo por cambiarla…

—Hice lo que creí más conveniente en aquel momento…

—Ya, lo más fácil. Salir corriendo y no asumir tus responsabilidades…

—¿Por qué sigues pensando que para mí fue fácil lo que hice? No lo fue en absoluto. Me he pasado estos meses como un zombie por la vida…

—Pues ya has estado mejor que yo…

—No menosprecies mi dolor…

—No lo menosprecio, es que no consigo entender por qué sufrías tanto si habías hecho lo que querías y lo que creías mejor.

—Porque no era lo que quería hacer. Lo hice porque pensé que sería lo mejor para las dos… Cuando llegaste a Madrid me asusté…

—Los niños se asustan, Ruth. Las personas adultas luchan contra sus miedos.

—Entonces será que sigo siendo una niña…

—En muchos aspectos sí, Ruth, lo sigues siendo… O has vuelto a serlo cuando menos lo esperabas. Según tú cuando estabas con Olga eras mucho más joven e inexperta y encaraste tu vida con una madurez asombrosa, ¿no?

—Eran otras circunstancias…

—¿Y qué circunstancias eran las nuestras? ¿Qué había de diferente para que no fueras capaz de comportarte de un modo más maduro?

—Estaba el pasado. Y el miedo. No estaba preparada para lo que me estabas planteando…

—¿Y qué te estaba planteando yo? No recuerdo haberte planteado nunca nada, ni siquiera cuando me vine a vivir a Madrid…

—Era avanzar muy rápido. Aunque tu plan fuese vivir en otro piso con el tiempo habrías querido que viviéramos juntas.

—¿Y qué hubiera tenido eso de malo? ¿Tan extraño resulta que tu pareja quiera vivir contigo?

—No estaba preparada para algo así.

—¿Y ahora sí lo estás?

—…

—Tranquila, no te voy a pedir que vivamos juntas. Primero habrá que ver si conseguimos superar lo que ha pasado y hacer que lo nuestro funcione. ¿Estás preparada para eso? Porque si tengo que esperar a que estés preparada puedo sentarme y aburrirme… Si crees que se te va a aparecer la virgen haciéndote una señal que te indique que ya estás preparada para tener una relación con otra persona, te voy diciendo desde ya que seguramente la virgen tenga mejores cosas que hacer.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que, pase lo que pase, quiero estar contigo para que me creas?

—Muchas, Ruth. Tienes que ganarte otra vez mi confianza.

—Y ya veo que me lo vas a poner difícil.

—Tengo que protegerme, Ruth. No te lo voy a poner tan difícil como piensas pero no puedo abrirme a ti otra vez como si nada pasara…

—Para mí tampoco es fácil volver a estar contigo sabiendo lo que piensas de mí, Sara…

—¿Qué es lo que pienso de ti si puede saberse?

—Que soy una inmadura y una cobarde, todo lo que has dicho…

—Si crees que pienso eso es porque tú también lo piensas. Yo no puedo convencer a alguien de que es una mala persona si ese alguien antes no ha pensado que se ha comportado como tal.

—Pero aún así lo piensas…

—Y aún así te quiero.

—…

—¿Y tú a mí?

—¿Yo a ti…?

—¿Me quieres? ¿Me quieres lo suficiente como para intentarlo con todas tus fuerzas? ¿Para decirme cuándo tienes miedo y pedirme ayuda para afrontarlo juntas? Dímelo.

—Te quiero, Sara. Es lo único que sé.

—¿Estás enamorada de mí?

—Sí…

—Sí… ¿Qué más?

—Sí, estoy enamorada de ti.

—¿Por qué te cuesta tanto decirlo?

—No es que me cueste decirlo pero creo que lo estoy dejando claro desde el momento en que te besé de nuevo…

—¿Por eso me has traído aquí?

—¿Cómo?

—Este sitio. Por la noche. Tranquilo y solitario. Tan íntimo y romántico… Es como de película…

—No es ninguna estratagema, Sara. Simplemente me pareció un lugar agradable para hablar. Y tú me dijiste en una ocasión que te gustaría pasear de noche por los jardines del Templo de Debod…

—Veo que te acuerdas de las cosas que digo.

—Eso será porque te escucho cuando me hablas.

—No esperaba menos.

—¿Qué más voy a tener qué hacer para que confíes en mí?

—¿Tú hubieras vuelto a confiar en Olga después de lo que te hizo?

—¿Podrías dejar de mencionar a Olga? No pinta nada en esta historia y ya ha pasado mucho tiempo de aquello.

—No el suficiente si las secuelas de aquello todavía son lo suficientemente fuertes como para que te entre el pánico. Me da la sensación de que lo que te ocurrió en el pasado te controla más de lo que te piensas…

—Te equivocas.

—¡Ya me gustaría!

—Si me controlara tanto como dices no habría querido volver contigo…

—Ya… Entonces supongo que ahora volvemos a ser una pareja, ¿no?

—Eso es lo que quiero. Y quiero que vuelvas a confiar en mí.

—Yo también quiero volver a confiar en ti.

—Yo te quiero, Sara.

—¿Y ahora qué? ¿Vas a sellarlo con un beso?

—…

—Creo que has visto demasiadas películas.

—Es posible.

—Pero la vida no es así. Las películas se acaban con el fantástico y romántico beso en el fantástico y romántico escenario. En la vida real tenemos que levantarnos al día siguiente y continuar con nuestra vida.

—Y eso es lo que quiero. Levantarme contigo y vivir mi vida a tu lado.

—Definitivamente has visto muchas películas.