Gracias por hacerme un hueco en su agenda. Esta noche lo oirá en las noticias, pero quería decírselo yo misma en persona. Si puedo, claro. Durante todo el camino hacia aquí, he estado practicando y pronunciando las palabras en voz alta, pero es que… es tan difícil… Ni siquiera se lo he dicho a Evan todavía… Ha salido en el barco, pero es que tengo que contárselo a alguien. Tengo que quitarme de encima esta sensación. Me siento como lady Macbeth tratando de lavarme la sangre de las manos.
Esta mañana, Billy se presentó en mi casa con la BlackBerry fuertemente agarrada en la mano y una expresión en los ojos que hizo que se me encogiera el estómago.
—Está muerta, ¿verdad?
—Tenemos que hablar.
Fuimos a la sala de estar. A pesar de que hacía sol, todo mi cuerpo empezó a temblar. Tan pronto como Billy se sentó en el sillón, Alce se abalanzó sobre sus brazos. En esta ocasión, Billy se limitó a darle una palmadita rápida y lo dejó de nuevo en el suelo. Me miró a los ojos, con el gesto grave.
—Encontraron el cadáver esta mañana.
Traté de asimilar lo que acababa de decirme, pero mi cerebro funcionaba muy despacio.
—¿Dónde?
—En el parque de Wells Gray. Es el que está más cerca de Clearwater, así que lo primero que hemos hecho es buscar ahí, pero tiene más de quinientas mil hectáreas. No la habríamos encontrado si unos excursionistas no se hubiesen perdido y hubiesen abandonado una de las pistas forestales. Todo indica que Danielle fue asesinada pocas horas después de la llamada.
Oír el nombre de Danielle convertía su muerte en algo brutalmente real. Pensé en cómo John despersonalizaba a sus víctimas, en que ojalá yo pudiera hacer lo mismo.
—¿Fue…?
—No fue violada, pero murió estrangulada.
Billy hablaba en tono sereno, pero no dejaba de dar vueltas y vueltas en la mano a su BlackBerry.
Fruncí el ceño.
—Ésa no es su forma habitual…
—No sabemos por qué se ha desviado del patrón habitual, puede que después de la conversación que mantuvo contigo le haya resultado más difícil completar su ritual, pero estamos seguros de que es él. Todavía estamos analizando la escena del crimen. Todo apunta a que la dejó salir en el arcén de una carretera y luego la persiguió por el bosque.
Una sensación de malestar se apoderó de todo mi cuerpo.
—¡Oh Dios! Le dije que la dejara en el arcén de una carretera.
—Es posible que ésa fuera justamente su intención, pero quizá entonces ella echó a correr y eso le incitó a darle caza, o tal vez fuese algún otro motivo lo que lo provocó.
—Pero no la violó.
—Y puede que eso haya tenido algo que ver con tu intento de humanizarla ante él, o tal vez por el parecido entre las dos.
—¿Quieres decir porque tenemos el mismo pelo?
—Seguramente la escogió por su parecido contigo, de manera que el móvil de esta agresión no era un móvil sexual. Era un intento de conectar contigo.
—Y ahora está muerta.
Se me saltaban las lágrimas. Billy alargó el brazo y me agarró del hombro.
—Eh, basta. No es culpa tuya.
—Pero en realidad sí lo es. Y estoy segura de que Sandy piensa que lo es.
Me soltó el hombro.
—Sandy sabe que tú no tienes la culpa.
—¿Dónde está?
—Hablando con la familia.
La ansiedad me atenazaba el estómago.
—¿Sabrán lo que ha pasado realmente?
—Sabrán que el Asesino del Camping es el principal sospechoso y que estamos haciendo todo lo posible para atraparlo.
Me llevé la mano a la boca, tratando de contener un sollozo. Billy dejó el teléfono en la mesa y se agachó.
—¿Estás bien?
Negué con la cabeza.
—Es horrible. Yo sólo quería encontrar a mi madre biológica y ahora dos personas han muerto por mi culpa.
—Han muerto por culpa de él. Y cuando lo atrapemos, habrás ayudado a salvar la vida de sabe Dios cuántas mujeres, Sara.
—Pero ahora lo más probable es que no lo atrapemos. No volverá a llamar.
—Bueno, lo cierto es que hay muchas posibilidades de que lo haga. Después de cometer el crimen, el asesino entra en una fase de calma, es una liberación, una sensación que algunos describen como de euforia. No puede hablar de eso con nadie más, así que tal vez intente compartirlo contigo.
—Ya no confía en mí.
—Está enfadado porque le ocultaste algo, pero creemos que el deseo y la curiosidad que siente por su familia acabará imponiéndose. Querrá saber más cosas de su nieta.
—¿Qué le digo si llama otra vez?
—Pídele perdón, simplemente. No queremos que intuya que estás mintiéndole otra vez, así que confiesa y pídele perdón. Así tendrá la sensación de que vuelve a tener el control sobre ti.
—Pero es que es él quien tiene el control.
—Puedes dejarlo en cualquier momento, Sara. Nadie te reprochará nada si lo haces. Tarde o temprano lo atraparemos, cometerá algún error con el tiempo.
Era mi oportunidad. Podía salir de aquella pesadilla y seguir adelante con mi vida. Por mi cabeza desfilaron imágenes de cómo era mi vida apenas unos meses atrás, relajada, sencilla, llena de risas y diversión. Todo en mí ansiaba volver a ese momento, quitarme de encima aquella pesada losa, aquel sentimiento de desesperación, de estar atrapada en un callejón sin salida. Lo único que tenía que hacer era decir que sí, una simple palabra y todo habría terminado.
Para mí…
—¿Sara?
Era demasiado tarde. Ya había ido demasiado lejos.
—No. Tenemos que atraparlo. No quiero que siga haciendo daño a más personas.
Asintió un par de veces y cogió el teléfono.
—Vamos a asegurarnos de que no lo haga.
Le dediqué una sonrisa tímida.
—¿Estás seguro de que quieres a una neurótica como yo en tu equipo?
—Bah, no exageres… —Sonrió y se levantó—. Pero será mejor que vuelva a comisaría.
Lo acompañé a la puerta.
—¿Lo ha visto alguien por la zona?
—No tenemos ningún testigo, pero seguimos intentando averiguar dónde compró el cepillo que te envió y recabar toda la información posible sobre las muñecas.
—¿Las muestras de ADN…?
—Las muestras del pelo concuerdan con dos de las víctimas, sí.
Respiré hondo.
—¿Crees que corro peligro?
—Queremos garantizar tu seguridad, por eso hay un coche patrulla en tu puerta, pero siempre que ha lanzado una amenaza, ha ido dirigida a otras personas, nunca a ti. Si va por ti o tu familia, no habrá más diálogo.
Una vez fuera, en las escaleras de la entrada, dije:
—No me puedo creer que esté muerta. Es todo tan horrible…
Pestañeé, tratando de contener las lágrimas.
—Lo siento, Sara. Sé cuánto te habría gustado un final feliz para Danielle. Créeme, a mí también me habría gustado. —Hablaba con voz tensa, cargada de frustración. Apoyó las dos manos sobre mis hombros y me miró directamente a los ojos—. Tienes que olvidar esto y concentrarte en cómo vamos a detenerlo. Ahora, eso es lo único que podemos hacer por Danielle.
Billy todavía me sujetaba un hombro con la mano cuando oímos aproximarse un coche por el camino de entrada, con la radio a todo volumen. Billy me soltó de inmediato.
En cuanto vi el coche, dije:
—Es mi hermana.
Melanie sonrió a través de la ventanilla mientras aparcaba delante.
Billy se dirigió hacia su todoterreno. Al pasar por delante de Melanie, ésta le dijo:
—Vaya, agente… ¿A qué viene tanta prisa?
Él le dedicó una sonrisa radiante y le guiñó un ojo.
—Bueno, es que tengo que irme a atrapar a los malos y esas cosas aburridas que hacemos los polis. —Se detuvo junto a la puerta del todoterreno y dijo—: Mañana te digo algo de los otros muebles, Sara.
—Sí, claro. Perfecto.
Después de que Billy se despidiera con un toque del claxon, Melanie subió las escaleras dando saltitos y me miró arqueando las cejas. Yo puse los ojos en blanco, di media vuelta y entré en casa. Esta vez no esperé a que me soltara ninguna indirecta.
—Dios, Melanie… No estoy tonteando con Billy. Es un cliente y es sólo un amigo. Estoy enamorada de Evan y voy a casarme con él, ¿recuerdas?
Me fui a la cocina, con Melanie pisándome los talones.
—Yo sí, pero no estoy tan segura de que tu amigo Billy lo recuerde: se nota a la legua que está por ti.
Me serví una taza de café, pero no le ofrecí ninguna a ella con la esperanza de que se fuese pronto.
—No tienes ni idea de lo que dices. Lo has visto dos veces y las dos veces se ha puesto a coquetear contigo.
—Pero no soy yo la que le gusta. —Se encogió de hombros—. Oye, yo no sé por qué está por ti, pero el caso es que lo está.
Se sentó encima de la mesa de la cocina.
—Muy bonito. Y no «está por mí», como tú dices. Y cambiando de tema, ¿qué haces tú aquí?
Me apoyé en la encimera.
—Dijiste que le preguntarías a Evan su opinión respecto a que Kyle toque en vuestra boda.
Me di una palmada en la frente.
—¡Mierda! Este fin de semana no he tenido ni un momento y…
—Sí, ya, claro que no. Por eso te he traído uno de sus CD.
Sacó uno del bolso y lo dejó encima de la mesa.
—Intentaré escucharlo.
—¿Por qué tienes que intentarlo? ¿Por qué no puedes decir simplemente: «Claro, Melanie, me encantará escucharlo»?
—¿Y tú por qué siempre estás picándome para que nos peleemos?
—Porque tú siempre me tratas con desprecio.
Negué con la cabeza y abrí la boca para bajarle un poco los humos y decirle que no fuera tan egocéntrica, pero entonces me acordé de que había una chica muerta. Una chica que tenía una hermana llamada Anita que, la noche anterior, había suplicado ante las cámaras de televisión que le devolvieran a su hermana sana y salva.
—Escucharé el CD. —Miré hacia la puerta del taller—. Pero tengo mucho trabajo, así que…
—No te preocupes, ya me voy.
No intenté disuadirla cuando se levantó y se dirigió hacia la puerta, sino que me limité a seguirla y me quedé en la escalera, aguardando su lapidaria frase de despedida, segura de que la habría.
Al llegar al coche dio media vuelta y dijo:
—Tendrías que ir a ver a mamá en algún momento. ¿O es que te has olvidado de ella también?
—He estado muy ocupada.
—Hace mucho tiempo que no vas.
Un sentimiento de culpa me recorrió todo el cuerpo, seguido rápidamente por un arrebato de ira. Melanie no tenía ni idea de lo que estaba pasando en mi vida… Nunca lo había sabido.
—Preocúpate de tus propias relaciones, ¿de acuerdo?
Cerró de golpe la puerta del coche y puso marcha atrás, salpicando de gravilla todo el camino de entrada.
Entré en casa y di un portazo detrás de mí. Comprobé el móvil, pero no había llamadas. Ni siquiera sabía qué le diría a John si finalmente decidía llamar.
Pensé en telefonear a Lauren y echar pestes de Melanie, sobre todo porque no podía hablar de lo que me molestaba en realidad, pero decidí esperar a que Greg se fuese otra vez al campamento maderero. Lo sé: yo, decidiendo esperar, algo inaudito. Pero es que no es lo mismo hablar con ella cuando su marido está en casa. Lauren empezó a salir con Greg tan joven que a veces me pregunto si no tendrá la sensación de que se ha perdido algo. Sin embargo, por lo general, se la ve feliz y nunca se queja de él, así que supongo que no importa la edad a la que se conocieron. Aunque, por otra parte, Lauren nunca dice que algo le molesta a menos que la agobie y la acribille a preguntas, e incluso entonces es como si hubiera que sacarle las palabras con sacacorchos.
Como guardarme las cosas es algo que no forma parte en absoluto de mi carácter, una vez le pregunté por qué le costaba tanto hablar de lo que le molestaba, y me contestó que no le gustaba ahondar ni detenerse demasiado en las cosas negativas de la vida. Me gustaría poder decir lo mismo. Tal vez así podría olvidar que una mujer ha muerto por mi culpa. Tal vez así podría perdonarme. Ahora mismo, me conformaría con olvidarlo, pero mi sentimiento de culpa es como una llaga en la boca y no puedo dejar de pasarme la lengua sobre ella una y otra vez, una y otra vez.