¿Quién era Barrabás?

6) ¿Hay alguna prueba en los evangelios de que Jesús realmente tuviese hijos?

No hay nada explícito. Pero, por supuesto, se consideraba normal que los rabís tuvieran descendencia; y si Jesús era un rabí, hubiese sido sumamente insólito que no tuviera hijos. A decir verdad, habría sido insólito que no tuviese hijos tanto si era rabí como si no. Es cierto que estos argumentos en sí mismos no constituyen una prueba concluyente. Pero hay pruebas de un tipo más concreto, más específico. Estas pruebas consisten en el individuo elusivo que figura en los evangelios bajo el nombre de Barrabás, o, para ser más exactos, de Jesús Barrabás, pues éste es el nombre con el que se le identifica en un primitivo manuscrito del evangelio de Mateo. La coincidencia es cuando menos notable.

Los eruditos modernos no están seguros de cuál es la derivación y el significado de «Barrabás». Puede que «Jesús Barrabás» sea una corrupción de «Jesús Berabbi». «Berabbi» era un título que se reservaba para los rabís más encumbrados y estimados, y se colocaba detrás del nombre de pila del rabí.[22] Por consiguiente, «Jesús Berabbi» pudiera referirse al propio Jesús. Otra explicación podría ser que al principio «Jesús Barrabás» signifícase «Jesús bar Rabbi»: «Jesús, hijo del rabí». No se encuentra en ninguna parte testimonio alguno de que el padre del propio Jesús fuera un rabí. Pero si Jesús tuvo un hijo al que bautizaron con su propio nombre, es seguro que dicho hijo se llamaría «Jesús bar Rabbi». Existe también otra posibilidad. «Jesús Barrabás» puede derivarse de «Jesús bar Abba»; y dado que «Abba» significa «padre» en hebreo, «Barrabás» significaría «hijo del padre», lo cual constituiría una designación sin sentido a menos que el «padre» sea especial por alguna razón. Si el «padre» era realmente el «Padre Celestial», entonces, una vez más, «Barrabás» podría referirse al propio Jesús. Por otra parte, si el «padre» es el propio Jesús, «Barrabás» se referiría a su hijo.

Sean cuales fueren el significado y la derivación del nombre, la figura de Barrabás es curiosísima. Y cuanto más se reflexiona sobre el episodio relativo a él, más evidente resulta que se trata de algo irregular y que alguien intenta ocultar algo. En primer lugar, el nombre de Barrabás, al igual que el de la Magdalena, parece haber sido sometido a una denigración deliberada y sistemática. Del mismo modo que presenta a la Magdalena como una ramera, la tradición popular presenta a Barrabás como un «ladrón». Pero, si Barrabás era alguna de las cosas que su nombre sugiere, no es probable que fuera un ladrón vulgar y corriente. En tal caso, ¿por qué denigrarían su nombre? A no ser que en realidad fuera otra cosa, algo que quienes redactaron el Nuevo Testamento no querían que llegase a conocimiento de la posteridad.

Hablando en rigor, los evangelios propiamente dichos no presentan a Barrabás como un ladrón. Según Marcos y Lucas, es un preso político, un rebelde al que se acusa de asesinato e insurrección. Sin embargo, en el evangelio de Mateo, se califica a Barrabás de «preso notable». Y en el cuarto evangelio se dice que Barrabás es (en griego) un lestai (Juan, 18, 40). Esta palabra puede traducirse por «ladrón» o por «bandido». No obstante, en su contexto histórico significaba algo muy distinto. Lestes era, de hecho, el término que habitualmente aplicaban los romanos a los zelotes,[23] los fanáticos revolucionarios nacionalistas que venían fomentando la agitación social desde hacía algún tiempo. Dado que Marcos y Lucas coinciden en que Barrabás es culpable de insurrección, y dado que Mateo no contradice tal afirmación, podemos concluir con confianza que Barrabás era un zelote.

Pero esta no es la única información que se encuentra sobre Barrabás.

Según Lucas, había estado involucrado en «disturbios», «sedición» o «motines» recientes en la ciudad. La historia no menciona para nada ningún desorden de este tipo en Jerusalén por aquel entonces. Los evangelios, en cambio, sí lo hacen. Según los evangelios, se habían producido disturbios en Jerusalén hacía sólo unos días, cuando Jesús y sus seguidores volcaron las mesas de los prestamistas en el templo. ¿Fueron estos los disturbios en que se vio envuelto Barrabás y que motivaron su encarcelamiento? Ciertamente, parece probable que sí. Y, en tal caso, hay una conclusión obvia: que Barrabás formaba parte del séquito de Jesús. Según los eruditos modernos, la «costumbre» de poner en libertad a un preso con motivo de la pascua no existía. Pero, aun en el caso de que existiera, la elección de Barrabás con preferencia a Jesús no tendría sentido. Si Barrabás era en verdad un vulgar delincuente, culpable de asesinato, ¿por qué iba el pueblo a pedir que se le respetase la vida? Y si realmente era un zelote o un revolucionario, es improbable que Pilatos pusiera en libertad a un personaje que representaba un peligro en potencia en lugar de soltar a un visionario inofensivo, que estaba dispuesto, de manera ostensible a «dar al César…». De todas las discrepancias, incongruencias e improbabilidades de los evangelios, la elección de Barrabás se cuenta entre las más notables e inexplicables. Es evidente que detrás de una invención tan torpe y confusa se esconde algo.

Un autor moderno ha propuesto una explicación intrigante y plausible. Sugiere que Barrabás era el hijo de Jesús y que Jesús era un rey legítimo.[24] Si fuera éste el caso, la elección de Barrabás tendría sentido. Hay que imaginarse a un populacho oprimido que se encuentra ante el exterminio inminente de su gobernante espiritual y político: el mesías cuyo advenimiento había sido tan prometedor. En tales circunstancias, ¿no sería la dinastía más importante que el individuo? ¿Acaso la preservación de la estirpe no sería lo principal y tendría precedencia sobre todo lo demás? ¿Acaso un pueblo, al tener ante sí una elección tan terrible, no preferiría ver cómo se sacrificaba a su rey con el fin de que sobrevivieran sus vástagos y su linaje? Si éste sobrevivía, al menos habría esperanza para el futuro.

Ciertamente, no es imposible que Barrabás fuera hijo de Jesús. Generalmente se cree que Jesús nació en el año 6 aC aproximadamente. La crucifixión tuvo lugar en 36 dC como máximo, lo cual significaría que Jesús contaba a lo sumo cuarenta y dos años de edad. Pero aun en el supuesto de que tuviera sólo treinta y tres años al morir, todavía hubiese podido engendrar un hijo. De acuerdo con las costumbres de la época, hubiera podido casarse a una edad muy temprana, por ejemplo, a los dieciséis o a los diecisiete años. Sin embargo, aunque no se casara hasta los veinte años, aún hubiera podido ser padre de un hijo de trece años, el cual, de acuerdo con la costumbre judaica, hubiera sido considerado como un hombre. Y, por supuesto, puede que tuviera otros hijos. Estos habrían sido concebidos en cualquier momento hasta uno o dos días antes de la crucifixión.