Las ideas políticas de la Prieuré de Sion

En 1973 se publicó un libro que llevaba por título Les dessous d’une ambition politique (Las corrientes submarinas de una ambición política). Este libro, escrito por un periodista suizo llamado Mathieu Paoli, cuenta la esforzada labor que llevó a cabo su autor con el objeto de investigar la Prieuré de Sion. Al igual que nosotros, el señor Paoli logró finalmente establecer contacto con un representante de la orden, aunque no lo identifica por su nombre. Pero el señor Paoli no estaba respaldado por el prestigio de la BBC y el representante con el que se entrevistó —si podemos juzgar por su crónica— parece de categoría inferior a la del señor Plantard. Y, por otro lado, el representante que le recibió no estuvo tan comunicativo como el señor Plantard. Al mismo tiempo, el señor Paoli, por tener su base de operaciones en el continente y gozar de mayor movilidad que nosotros, pudo seguir ciertas pistas y hacer investigaciones «sobre el terreno» de un modo que a nosotros nos estaba vedado. A causa de todos estos factores, su libro es valiosísimo y contiene gran cantidad de información nueva; tanta información, de hecho, que, al parecer, justificaba una segunda parte. ¿Por qué el señor Paoli no la habría escrito? Preguntamos por su paradero y nos dijeron que en 1977 o 1978 había sido fusilado por el gobierno israelí por tratar de vender ciertos secretos a los árabes.[29]

El método del señor Paoli, tal como lo describe en su libro, se parecía en muchos aspectos al nuestro. También él se puso en contacto con la hija de Leo Schidlof en Londres; y también a él le dijo la señorita Schidlof que su padre, que ella supiera, no tenía la menor relación con sociedades secretas, la francmasonería o genealogías merovingias. Al igual que nuestra investigadora de la BBC, el señor Paoli se había puesto en contacto con la Grande Loge Alpina y se había entrevistado con el canciller de la misma. Y, como antes le ocurriera a nuestra colaboradora, había recibido una respuesta ambigua. Según el señor Paoli, el canciller negó rotundamente conocer a alguien que se llamase «Lobineau» o «Schidlof». En cuanto a las diversas obras que ostentaban el pie de imprenta de la Alpina, el canciller afirmó de modo categórico que no existían.

Y, pese a ello, un amigo personal del señor Paoli, que era también miembro de dicha logia, afirmó haber visto tales obras en la biblioteca de la Alpina. El señor Paoli sacó la siguiente conclusión:

Existe una de dos posibilidades. Dado el carácter específico de las obras de Henri Lobineau, la Grande Loge Alpina —que prohíbe toda actividad política, tanto en Suiza como fuera de ella— no quiere que se sepa su intervención en el asunto. O bien otro movimiento se ha valido del nombre de la Grande Loge para camuflar sus propias actividades.[30]

En el anexo Versalles de la Bibliothéque Nationale el señor Paoli descubrió cuatro números de Circuit,[31] la revista que se menciona en los estatutos de la Prieuré de Sion. El primero llevaba fecha del 1 de julio de 1959, y su director era Pierre Plantard. Pero la revista no pretendía estar relacionada con la Prieuré de Sion. Al contrario, declaraba ser el órgano oficial de una entidad llamada «Federación de Fuerzas Francesas». Incluso había un sello, que el señor Paoli reproduce en su libro, y los datos siguientes:

Publication périodique culturelle de la Fedération des Forces Françaises

116 Rué Pierre Jouhet, 116

Aulnay-sous-Bois — (Seine-et-Oise).

Tél.: 929-72-49

El señor Paoli comprobó la citada dirección. Allí nunca se había publicado ninguna revista. También el número de teléfono resultó ser falso. Y todos los intentos que hizo el señor Paoli de localizar a la Federación de Fuerzas Francesas resultaron inútiles. Hasta el momento no se ha recibido ninguna información sobre la citada entidad. Pero sin duda no es una coincidencia que el cuartel general francés de los Comités de Salud Pública estuviese también en Aulnay-sous-Bois.[32] Así pues, parece que la Federación de Fuerzas Francesas tuvo alguna relación con los comités. Diríase que hay motivos abundantes para hacer tal suposición. El señor Paoli señala que en el segundo volumen de Circuit se alude a una carta que De Gaulle envió a Pierre Plantard, dándole las gracias por sus servicios. Seguramente, tales servicios consistieron en la labor de los Comités de Salud Pública.

Según el señor Paoli, la mayoría de los artículos de Circuit se ocupaban de temas esotéricos. Iban firmados por Pierre Plantard —con su propio nombre y también con el seudónimo de «Chyren»—, Anne Lea Hisler y otras personas que ya nos eran conocidas. Al mismo tiempo, empero, había otros artículos de índole muy diferente. Algunos de ellos, por ejemplo, hablaban de una ciencia secreta sobre las vides y la viticultura —los injertos en las vides— que, al parecer, tenía alguna relación crucial con la política. Esto no parecía tener ningún sentido a menos que supusiéramos que vides y viticultura eran términos que debían interpretarse alegóricamente: tal vez una metáfora que se refería a genealogías, a árboles genealógicos y alianzas dinásticas.

Según el señor Paoli, cuando no eran arcanos u oscuros, los artículos de Circuit eran fervientemente nacionalistas. En uno de ellos, por ejemplo, firmado por Adrián Sevrette, el autor afirma que no se encontrará ninguna solución para los problemas existentes salvo a través de nuevos métodos y nuevos hombres, puesto que la política está muerta. Lo que sigue siendo curioso es que los hombres no quieran reconocer este hecho. Existe únicamente una cuestión: la organización económica. Pero, ¿hay todavía hombres que sean capaces de pensar Francia, al igual que durante la ocupación, cuando los patriotas y los combatientes de la resistencia no se preocupaban por las tendencias políticas de sus camaradas de lucha?[33]

Y del volumen 4 de Circuit el señor Paoli cita el siguiente pasaje:

Deseamos que los 1500 ejemplares de Circuit sean un contacto que encienda una luz, deseamos que la voz de los patriotas pueda trascender los obstáculos como en 1940, cuando abandonaron la Francia invadida para venir a llamar a la puerta del líder de la Francia Libre. Hoy es lo mismo, ante todo somos franceses, somos esa fuerza que lucha de un modo u otro para construir una Francia purificada y nueva. Esto debe hacerse con el mismo espíritu patriótico, con la misma voluntad y la misma solidaridad de acción. Así, citamos aquí lo que declaramos que es una antigua filosofía.[34]

Viene a continuación un detallado plan de gobierno destinado a devolver a Francia el esplendor perdido. Insiste, por ejemplo, en el desmantelamiento de los departamentos y la restauración de las provincias:

El departamento no es más que un sistema arbitrario, creado en tiempos de la Revolución, dictado y determinado por la época de acuerdo con las exigencias de la locomoción (el caballo). Hoy día ya no representa nada. En contraste, la provincia es una porción viva de Francia; es todo un vestigio de nuestro pasado, la misma base que formó la existencia de nuestra nación; tiene su propio folclore, sus costumbres, sus monumentos, con frecuencia sus dialectos locales, que nosotros deseamos recuperar y promulgar. La provincia ha de tener su propio aparato específico para la defensa y la administración, adaptado a sus necesidades concretas, con la unidad nacional.[35]

Seguidamente, el señor Paoli cita ocho páginas. El material que éstas contienen está organizado bajo los siguientes subtítulos:

Consejo de las Provincias.

Consejo de Estado.

Consejo Parlamentario.

Impuestos.

Trabajo y Producción.

Medicina.

Educación Nacional.

Mayoría de Edad.

Viviendas y Escuelas.

El plan de gobierno que se propone bajo estos subtítulos no es demasiado polémico y probablemente podría ponerse en práctica con un mínimo de trastornos. Tampoco es posible ponerle una etiqueta política a dicho plan. No puede calificarse de izquierdista o derechista, liberal o conservador, radical o reaccionario. En conjunto parece bastante inocuo y no se alcanza a ver de qué manera devolvería necesariamente a Francia su esplendor perdido. Tal como dice el señor Paoli, «Las proposiciones… no son revolucionarias. No obstante, reposan en un análisis realista de las estructuras actuales del Estado francés y están impregnadas de buen sentido.[36] Pero el plan de gobierno que se bosqueja en Circuit no alude explícitamente a la base real sobre la que es de suponer que se apoyaría en el caso de ser llevado a la práctica: la restauración de una monarquía popular bajo la estirpe merovingia. En Circuit no había necesidad de decirlo claramente, toda vez que constituía un «hecho» subyacente, una premisa en torno a la cual giraba todo lo publicado en la revista. Salta a la vista que para los lectores de la revista la restauración de la estirpe merovingia era un objetivo demasiado obvio y aceptado para necesitar más explicaciones.

Al llegar a este punto de su libro, el señor Paoli plantea una cuestión crucial, una cuestión que también nos había obsesionado a nosotros:

Tenemos, por un lado, a un descendiente oculto de los merovingios y, por el otro, a un movimiento secreto, la Prieuré de Sion, cuya meta es facilitar la restauración de una monarquía popular del linaje merovingio… Pero es necesario saber si este movimiento se contenta con especulaciones esotérico-políticas (cuya finalidad no declarada es ganar mucho dinero explotando la credulidad y la ingenuidad del mundo) o si este movimiento actúa de una manera genuina.[37]

Acto seguido el señor Paoli procede a reflexionar sobre esta cuestión y a repasar los datos de que dispone. Su conclusión es la siguiente:

Indudablemente, parece ser que la Prieuré de Sion posee relaciones poderosas. En realidad, siempre que se crea una asociación ésta es sometida a una investigación preliminar por parte del ministro del Interior. Así se hace también en el caso de una revista, de una editorial. Y, pese a ello, esta gente puede publicar con seudónimos, en direcciones falsas, a través de editoriales inexistentes, obras que no se encuentran en circulación ya sea en Suiza o en Francia. Hay dos posibilidades. O bien las autoridades del gobierno no están cumpliendo con su obligación. O…[38]

El señor Paoli no dice cuál es la otra alternativa. Al mismo tiempo, es obvio que personalmente considera que esta alternativa que no especifica es la más probable de las dos. En pocas palabras, la conclusión del señor Paoli es que funcionarios del gobierno, así como muchas más personas poderosas, son miembros de la Prieuré de Sion o la obedecen. Si así es, la orden debe de ser una organización en verdad influyente.

Después de llevar a cabo sus propias y extensas investigaciones, el señor Paoli queda satisfecho con la pretensión merovingia de legitimidad. Reconoce que hasta ahí les encuentra sentido a los objetivos de la Prieuré de Sion. Sin embargo, más allá de este punto confiesa sentirse profundamente desconcertado. ¿A qué viene, se pregunta, restaurar la estirpe merovingia hoy, cuando han transcurrido 1300 años desde que fue depuesta? ¿Acaso un régimen merovingio moderno sería distinto de cualquier otro régimen de nuestros días? Si así es, ¿en qué y por qué? ¿Qué tienen de especial los merovingios? Aun cuando su pretensión fuera legítima, diríase que no viene al caso. ¿Por qué tantas personas poderosas e inteligentes, de hoy y del pasado, le prestan, no solo su atención, sino también su lealtad?

Nosotros, huelga decirlo, nos hacíamos las mismas preguntas. Al igual que el señor Paoli, estábamos dispuestos a reconocer la pretensión de legimitidad de los merovingios. Pero, ¿qué importancia podría tener hoy semejante pretensión? ¿Acaso la legimitidad técnica de una monarquía podía ser realmente un argumento persuasivo y convincente? ¿Por qué, a finales del siglo XX, recibiría una monarquía, legítima o no, el tipo de lealtad que al parecer recibían los merovingios?

Si nos hubiéramos encontrado sólo ante un grupo de chiflados idiosincráticos, habríamos descartado el asunto de entrada. Pero no era así. Al contrario, nos ocupábamos de una organización que parecía extremadamente influyente, que contaba entre sus filas a algunos de los hombres más importantes, más distinguidos, más aclamados y más responsables de nuestra época. Y al parecer, estos hombres, en muchos casos, consideraban que la restauración de la dinastía merovingia era un objetivo suficientemente válido como para trascender sus diferencias personales de índole política, social y religiosa.

A simple vista, no tenía ningún sentido que la restauración de una estirpe de 1300 años de antigüedad constituyera una cause célebre tan importante para tantas personas públicas que gozaban de una alta estima. A menos, por supuesto, que se nos escapara algo. A menos que la legitimidad no fuera la única pretensión merovingia. A menos que hubiera algo más, algo de inmensa importancia, que diferenciase a los merovingios de otras dinastías. A menos, en pocas palabras, que en la sangre real merovingia hubiera algo muy especial.