En las postrimerías del siglo XVIII, cuando proliferaban numerosos sistemas masónicos distintos, hizo su aparición el llamado Rito Oriental de Menfis.[26] En este rito el nombre de Ormus aparecía —que nosotros supiéramos— por primera vez. Se trataba del nombre que supuestamente había adoptado la Prieuré de Sion entre 1188 y 1307. Según el Rito Oriental de Menfis, Ormus era un sabio egipcio que, alrededor del año 46 de la era cristiana, amalgamó misterios paganos y cristianos y, al hacerlo, creó la Rose-Croix.
En otros ritos masónicos del siglo XVIII se repiten las alusiones a la roca de Sion, la misma Roca de Sion que, tal como citan los «documentos Prieuré», hizo que la tradición real instaurada por Godofredo de Bouillon y Balduino de Bouillon fuera igual a la de cualquier otra dinastía reinante en Europa. Antes habíamos supuesto que la Roca de Sion era sencillamente el Monte Sion, la colina alta situada al sur de Jerusalén sobre la cual Godofredo construyó una abadía destinada a albergar a la orden que se convertiría en la Prieuré de Sion. Pero las fuentes masónicas atribuyen un significado complementario a la Roca de Sion. Dado su interés por el Templo de Jerusalén, no es extraño que remitan al lector a pasajes específicos de la Biblia. Y en estos pasajes la Roca de Sion a veces es algo más que una colina alta. Es una piedra determinada que fue pasada por alto u olvidada de modo injustificable durante la construcción del Templo y que posteriormente debe recuperarse e incorporarse como piedra angular de la estructura. Según el Salmo 118, por ejemplo:
La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo.
En Mateo 21, 42, Jesús alude de manera específica a este salmo:
¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo?
En Romanos 9, 33, hay otra alusión, bastante más ambigua:
He aquí que pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado.
En Hechos 4, 10, la Roca de Sion bien podría interpretarse como una metáfora que se refiere al propio Jesús: que en el nombre de Jesucristo de Nazaret… este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
En Efesios 2, 20 la equiparación de Jesús con la Roca de Sion se hace más aparente: edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.
Y en la 1.a de San Pedro 2, 3-8 esta equiparación se hace todavía más explícita: si es que habéis gustado la benignidad del Señor. Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio sano, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
En la frase siguiente el texto procede a recalcar temas cuyo significado no advertimos hasta más tarde. Habla de un linaje escogido de reyes que son a la vez líderes espirituales y seculares, un linaje de reyes sacerdotes:
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…
¿Cómo debíamos interpretar estos pasajes desconcertantes? ¿Cómo debíamos interpretar la Roca de Sion, la piedra angular del Templo, que parecía figurar de forma tan destacada entre los «secretos íntimos» de la francmasonería? ¿Cómo debíamos interpretar la identificación explícita de esta piedra angular con el propio Jesús? ¿Y cómo debíamos interpretar aquella «tradición real» que —por estar fundada en la Roca de Sion o en Jesús mismo— era «igual» a las dinastías reinantes de Europa durante las cruzadas?[27]