DOMINGO 13 DE OCTUBRE

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Al cabo de cinco días, Maggie y Neil fueron a Latham Manor a despedirse de la señora Bainbridge.

—Pasaremos el fin de semana de Acción de Gracias con los padres de Neil —dijo Maggie—, pero no quería irme sin verla.

Los ojos de Letitia Bainbridge brillaban.

—Ay, Maggie, no sabes cómo rezamos para que no te pasara nada.

—Estoy bien —la tranquilizó Maggie—. Y creo que usted contribuyó a salvarme la vida con su diligencia en contarle a Neil lo de la campanilla que había encontrado en la tumba de Nuala.

—Ése fue el elemento decisivo —coincidió Neil, lo que me confirmó que Liam Payne tenía algo que ver. Si no lo hubiera seguido, habría sido demasiado tarde.

Maggie y él estaban sentados uno junto al otro en el apartamento de la señora Bainbridge. Neil la cogió de la mano. Necesitaba tenerla cerca; la pesadilla de la búsqueda aún no lo había abandonado.

—¿Cómo está la gente por aquí? —preguntó Maggie.

—Bien, somos más fuertes de lo que imaginas. Creo que Prestigio ha decidido comprar la residencia.

—Liam Payne va a necesitar gran parte del dinero por el que mató para pagar a sus abogados, espero que no le sirvan de nada —dijo Neil—. Su amante también, aunque ella va a acabar con un abogado de oficio. Ninguno de los dos escapará de una sentencia de asesinato múltiple. Tengo entendido que Odile ha confesado que cambiaba los medicamentos porque se lo ordenaba Liam.

Maggie pensó en Nuala, en Greta Shipley y en las mujeres que no había conocido y cuyas vidas Liam y Odile habían truncado cruelmente. Por lo menos he contribuido a que no volvieran a matar, se consoló.

—Y no tienen que escapar —dijo la señora Bainbridge con severidad—. ¿Janice Norton y su sobrino Douglas tuvieron algo que ver con esas muertes?

—No —respondió Neil—. El comisario Brower cree que Hansen y la señora Norton sólo se dedicaban a estafar a las personas que entregaban solicitudes para vivir en la residencia. Ni siquiera Odile sabía lo que hacían. Y Janice Norton no tenía idea de que su sobrino trabajara en complicidad con Liam Payne. Han presentado cargos contra ellos por estafa, no por asesinato.

—Según el comisario Brower, Odile confesó sin dilaciones para lograr algún tipo de clemencia —dijo Maggie con seriedad—. Conoció a Liam, y se convirtieron en amantes, cuando trabajaban en una agencia financiera. En aquel momento él estaba comprando la residencia. Odile le contó lo que le había pasado al doctor Lane en el último geriátrico, él le propuso su plan y ella aceptó. El doctor Lane es un médico bastante malo, así que era la persona ideal para director. Zelda Markey es una mujer muy sola. Odile se hizo amiga de ella para mantenerse al margen y que no la relacionaran con las muertes.

—Se pasaba el día hablando con la enfermera Markey —dijo Letitia Bainbridge meneando la cabeza.

—Y sonsacándole información. Odile dejó la escuela de enfermería, pero no porque fuera mala alumna. Sabía exactamente qué medicamentos combinar para provocar un infarto. Aparentemente varias mujeres a las que Liam quería eliminar se salvaron sólo por la eficiencia de Markey. Odile afirma que le rogó a Liam que no la obligara a cambiarle los medicamentos a la señora Rhinelander, pero era demasiado codicioso, porque justo en aquel momento Nuala había decidido trasladarse a Latham Manor cuando tuvieran un apartamento de dos habitaciones.

—¿Fue la muerte de Connie Rhinelander lo que hizo sospechar a Nuala? —preguntó la señora Bainbridge con tristeza.

—Sí, y después, cuando encontró esa campanilla en su tumba, empezó a tener la certeza de que en la residencia sucedía algo terrible. Quizá le hizo algunas preguntas clave a la enfermera Markey, y ésta, con toda inocencia, se lo contó a Odile. Ésta le avisó a Liam… —explicó Maggie. Ay, Finnuala, pensó.

—El dios de Squire Moore era el dinero —comentó la señora Bainbridge con semblante rígido. Recuerdo que mi padre decía que Moore se jactaba de que era más interesante ganar dinero engañando a alguien que honestamente. Es evidente que Liam Payne está cortado con la misma tijera.

—Así es —coincidió Neil—. Liam era un asesor financiero excelente para los clientes a los que no engañaba. Por suerte, tanto Cora Gebhart como Laura Arlington podrán recuperar su dinero cobrándose de los bienes personales de Payne.

—Otra cosa —añadió Maggie—. Odile se llevó el dibujo que habían hecho Nuala y la señora Shipley. Una asistenta le había visto y bromeó sobre el asunto. Odile sabía que tal vez despertaba sospechas.

—Me alegro de que el doctor no haya tenido nada que ver en todo esto —suspiró Letitia Bainbridge—. Ah, tengo que deciros algo. Ayer llegó el nuevo director. Parece muy agradable y viene muy bien recomendado. No tiene el encanto del doctor Lane, pero no se puede tener todo, ¿verdad? Su mujer es un cambio reconfortante después de Odile, aunque tiene una risa de lo más chillona.

Era hora de marcharse. Irían juntos hasta Nueva York, pero cada uno en su coche.

—En noviembre, cuando volvamos, vendremos a visitarla —le prometió Maggie y se inclinó para besarla en la mejilla.

—Pues ya estoy esperando que llegue —dijo la señora Bainbridge animada—. Eres tan guapa, Maggie —suspiró—, tan agradable e inteligente… Eres la chica ideal con la que cualquier abuela desearía que se casara su nieto. —Miró a Neil—. Cuídala mucho.

—Me salvó la vida —sonrió Maggie—. Con eso ya ha ganado algunos puntos.

Al cabo de quince minutos estaban preparados para partir rumbo a Nueva York. El Volvo estaba aparcado en el camino y la casa estaba cerrada. Maggie se quedó un instante mirándola, mientras recordaba la noche de su llegada, hacía sólo dos semanas.

—Me alegra que podamos venir a pasar los fines de semana y las vacaciones —dijo.

Neil le pasó el brazo por el hombro.

—¿Estás segura de que no te traerá malos recuerdos?

—No. —Respiró hondo—. No, si tú estás a mi lado para sacarme del agujero cuando lo necesite. —Rió—. No me mires con esa cara. El humor negro me ha ayudado a superar momentos muy difíciles.

—De ahora en adelante, de eso me ocuparé yo. —Neil abrió la puerta del coche para que entrara—. No corras —le aconsejó—, y recuerda que yo voy detrás.

—Eres igual a tu padre —dijo Maggie—, y me parece muy bien —añadió.