Agradecimientos

En primer lugar, y en el más destacado, nunca le agradeceré lo bastante a mi esposa su paciencia, apoyo y ayuda. Además de ser mi principal asistente en las investigaciones, y mi mejor amiga, tiene una paciencia extraordinaria, pues me ha oído hablar sobre delitos artísticos más tiempo del que la mayoría de las personas en su sano juicio sería capaz de soportar. Urska, te ljubim in bom za vedno. Si incluso me ha permitido que pongamos a nuestro perro el nombre de Hubert van Eyck, algo a lo que no estaba en absoluto obligada. Me gusta pensar que el misterioso hermano de Jan pueda haberse reencarnado en un pelón peruano, y es algo que, además, me permite decir con cierta regularidad que me despierto por los lametones en la cara que me dedica Hubert Van Eyck.

La semilla de este libro quedó plantada cuando fundé ARCA, la Asociación para la Investigación de Crímenes contra el Arte, un vivero de ideas internacional, y grupo de trabajo sin ánimo de lucro. Agradezco especialmente el inmenso apoyo que ARCA ha recibido desde su constitución por parte de patronos, personal, voluntarios y colegas de todo el mundo. Nunca como hoy se había comprendido tan bien el delito contra el arte, gracias, en gran parte, a vuestro empeño.

Doy las gracias también a las instituciones que me acogieron mientras escribía este libro, y apoyaron el trabajo que en él se expone: la Universidad de Yale, la Yale Art Gallery, el Instituto de Criminología de Ljubljana, la Universidad de Ljubljana, el Rijsmuseum de Amsterdam, el Yale British Art Center, el Museo Peabody de Historia Natural, Venecia en Peligro, la Royal Geographical Society, la Biblioteca Nacional de España, la Universidad de Cambridge, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, la International Foundation for Cultural Property Protection, la Sociedad Europea de Criminología y la American Society of Criminology, la Union des Avocats, la American Bar Association, la Saint Stephen’s Academy y la Universidad Americana de Roma, por nombrar sólo a unas pocas.

Gracias por la ayuda en la investigación a Lee-Ann Rubinstein, Nathalie di Sciascio y Aaf Verkade, cuya asistencia con las fuentes flamencas y holandesas ha sido de un valor incalculable para mí. Los pioneros en las investigaciones sobre el robo de los Jueces Justos me han ayudado enormemente: Johan Vissers, Karel Mortier y, sobre todo, Patrick Bernauw. Estoy agradecido a mis amigos escritores, excelentes correctores que escuchan con paciencia: Nathan Dunne y John Stubbs, «eslovenófilo» como yo.

Debo gratitud a mis extraordinarias agentes, Eleanor Jackson en Estados Unidos y Laetitia Rutherford en el Reino Unido, por haber esculpido este proyecto junto conmigo. Y al equipo de la editorial PublicAffairs, en especial a Morgen van Vorst, Clive Priddle y Lindsay Jones, que vieron el potencial del libro y lo hicieron realidad.

Yo no me habría convertido jamás en historiador del arte de no haber tenido tres profesores maravillosos que me marcaron el rumbo y me infundieron, de por vida, la pasión por la historia del arte: David Simon, Michael Marlais y Veronique Plesch. Fue David Simon el primero en mencionarme no sólo que El retablo de Gante era la obra de arte que había sido robada más veces a lo largo de la historia, sino que competía por ser el objeto más deseado de todos los tiempos.

Gracias por leerlo… e intentad no robar nada.

Para saber más sobre delitos artísticos y sobre ARCA, visite www.artcrime.info.