La puerta del cuento está abierta de par en par. Está claro que alguien debería informar sobre ello, pero no hay ninguna autoridad a quien comunicarlo. Comodín es arrastrado inexorablemente hacia la fría corriente de lo que no existe fuera. Se seca una lágrima, no, está llorando de verdad. Así el frágil bufón dice su triste adiós. Sabe que no puede regatear. Sabe que el mundo nunca volverá.