Convierte los días en pequeñas cosas con las que puedas jugar con las manos. Por ejemplo, puedes convertirlos en canicas amarillas, verdes, rojas y azules. Es posible mantener una semana bajo control. El lunes es azul, el martes verde, el miércoles violeta… Si intentas reunir un mes entero, perderás fácilmente el control. ¿Qué pasó con el decimoctavo? ¿El vigésimo sexto era azul o rojo? Un año es suficiente para cubrir el suelo entero de la cocina. El 8 de enero debajo del frigorífico, el 26 de mayo debajo del radiador, el 24 de octubre en algún lugar debajo de la cocinilla eléctrica.

No puedes moverte por la habitación sin poner en movimiento las canicas. Un día choca contra otro, como moléculas de pensamientos en la memoria. 365 canicas están ya rodando por la habitación. El 3 de noviembre rueda lentamente por el suelo de la cocina en dirección a la mesa, y choca contra Nochebuena, que a su vez rueda en dirección al domingo de Pentecostés.

Tienes un piso de dos habitaciones y cuarto de estar y multiplicas las 365 canicas por 70 u 80. El 17 de abril de 1983 atraviesa de repente el umbral y se mete rodando en el cuarto de estar, donde se choca contra el 18 de octubre de 1954, el 27 de junio de 1996 y el 24 de marzo de 2012, antes de acomodarse junto al 5 de diciembre de 1980 debajo del televisor.

Nadas en la abundancia. Te sientes rico. Entonces llaman a la puerta. Andas con cuidado, apartas unos cientos de canicas para llegar hasta la puerta, abres y ves a una joven. A falta de rosas rojas le entregas inmediatamente un puñado de canicas. Pero la mujer desea jugar con ellas, y antes de darte cuenta has perdido mil canicas.

Vuelven a llamar a la puerta y entra un niño. Le das unos miles de canicas. Al día siguiente vuelve, esta vez con su hermana, que exige el mismo trato que el hermano. Entonces te das cuenta de que tus existencias empiezan a mermar. Hay menos en el suelo. Las canicas ya no se amontonan en los rincones como en los buenos tiempos.

Aparece un hombre en la puerta, te presenta un papel en el que dice que le debes 4.500 canicas. A toda prisa te tiras al suelo y reúnes la cantidad en cuestión. Así liquidas la deuda al instante. Quieres saber lo que es tuyo, quieres saber a qué atenerte. Pero para entonces ya sólo quedan unas cuantas canicas. Ahora tienes que buscar, tienes que correr de habitación en habitación para encontrar una.

Cierras la puerta y te escondes. Lo que te queda lo quieres todo para ti.