Si existe un Dios, éste no sólo es un as en dejar huellas sino, sobre todo, un maestro en esconderse. Y el mundo no es de los que hablan más de la cuenta. El firmamento sigue callado. No hay mucho cotilleo entre las estrellas. Pero nadie ha olvidado todavía la gran explosión. Desde entonces, el silencio ha reinado ininterrumpidamente, y todo lo que existe se aleja de todo. Todavía es posible toparse con una luna. O con un cometa. No esperes que te reciban con amables clamores. En el cielo no se imprimen tarjetas de visita.