Cuando Sterling abrió los ojos, se encontró dentro de un restaurante sobre el agua amplio, bullicioso y ruidoso.

A menos que los hermanos estén viajando, supongo que esto será Long Island Sound, pensó. Observó a una mujer que estaba estudiando la carta. En la cubierta decía SAL'S ON THE SOUND.

Era un sitio donde servían filetes y marisco.

Gente provista de baberos atacaba alegremente unas pinzas de langosta; el solomillo era, al parecer, uno de los platos favoritos. Se fijó también en que muchos comensales habían elegido su aperitivo preferido, cóctel de gambas.

Pero ¿dónde se habían metido Junior y Eddie?

Estaba haciendo su segunda ronda de las mesas cuando advirtió un rincón semicircular con una espléndida vista del agua. Tras mirar con más detenimiento, vio que sus tres ocupantes no eran otros que Junior, Eddie y una Jewel escasamente vestida.

Los hermanos acababan de concluir una de sus entrevistas telefónicas a Heddy-Anna, y como de costumbre estaban los dos muy preocupados por ella. Jewel les había sugerido que lo mejor era salir a cenar a un sitio tranquilo.

Estaban bebiendo unos combinados, y el camarero procedía a tomarles nota.

Sterling se sentó cerca de ellos junto a la ventana. ¿Qué habrán pedido para cenar?, se preguntó.

—Creo que no podré comer nada —se lamentó Eddie—. Cuando pienso en lo enferma que está mamá, me dan ganas de llorar.

—Si solo fueran ganas, Eddie —le dijo Jewel—. Tienes la nariz roja. —Dio una palmadita a la mano de Junior—. Tú también, corderito mío.

Junior retiró la mano.

—Estoy resfriado.

—Y la alergia, cariño —dijo Jewel tras darse cuenta de su error—. Es el peor momento del año para las alergias. Y este está siendo uno de los peores.

—Sí, sí —dijo Junior, bebiendo un poco.

—Se ha vuelto a caer —musitó Eddie afligido—. El pie le ha fallado otra vez, pobre madre, y encima le sangran las encías. Apenas si puede masticar. —Hizo una pausa—. Y sus amigos insisten en que coma. Ya no nota el sabor de la comida.

—Viene diciendo lo mismo desde que os conocí hace ya tres años —dijo Jewel muy seria—. Algo comerá, digo yo.

Estofado de carne, pensó Sterling. Platos bien llenos.

—No se caía desde el mes de enero —continuó Eddie—. Yo esperaba que sus piernas estarían mejor. —Se dirigió a Junior—. Tenemos que ir a verla. Te digo que hemos de ir.

—No podemos, lo sabes muy bien —le espetó Junior—. Ya le enviamos ropa bonita para que se animara un poco, ¿no?

—Oh, seguro que le encanta —dijo Jewel—. Lo elegí todo especialmente para ella. Dos pijamas de raso, un vestido de noche y un sombrero con muchas flores para ir a la iglesia el domingo de Pascua.

Eddie se puso ceñudo:

—Mamá dice que la ropa que le mandamos es horrorosa.

—Eres cruel conmigo. —Jewel hizo un puchero—. Si yo la conociera, podría elegir mejor. Toda mujer tiene problemas de figura. Quiero decir que igual son sus caderas, o su cintura, o puede que su trasero tenga una forma curiosa…

—Cierra el pico —ordenó Junior—. Déjate de lecciones de anatomía.

A mí me estaba gustando, pensó Sterling.

Obviamente ofendida, Jewel se puso en pie.

—Disculpadme —dijo con énfasis exagerado.

—¿Adónde vas? —preguntó Eddie.

—A donde tú no puedes entrar, —y se alejó contoneándose.

—¿Se ha cabreado porque digo que a mamá no le gustó la ropa que ella eligió?

—Olvídate de eso —bramó Junior—. Escucha, he recibido una llamada cuando tú estabas donde ella no puede entrar.

—¿Y cuándo he estado yo ahí?

—Siempre estás ahí.

—No es verdad.

—Sí lo es. Cada vez que te busco, estás en el váter. Bueno, atiende. Nuestros chicos no pueden localizar a Billy Campbell y Nor Kelly.

—Son un hatajo de imbéciles —dijo Eddie.

—De eso sabes tú un montón. Calla y escúchame bien. Los cargos que se nos imputan no tendrán ningún peso si Kelly y Campbell no suben a testificar. Tenemos que deshacemos de ellos.

—El país es muy grande. ¿Cómo vamos a deshacemos de ellos si no damos con ellos?

—Hemos de encontrarlos como sea. De momento, ya he dado el siguiente paso. Me he puesto en contacto con un pistolero.

—No será Igor, ¿verdad? —dijo Eddie con los ojos muy abiertos.

—El mismo —dijo Junior—. Trabaja muy bien. Le he dicho que la única pista que tenemos es que están en algún lugar del Oeste.

—Ya he vuelto —gorjeó Jewel mientras se sentaba en la banqueta y besaba a Junior en la mejilla—. Os perdono a los dos por no valorar lo que hago para que vuestra madre esté contenta, y he de deciros una cosa. Creo que deberíais encontrar la manera de ir a visitarla en persona, antes de que sea demasiado tarde.

Junior la fulminó con la mirada:

—Déjalo.

El camarero se acercó con una bandeja de entremeses.

Ya sé lo que necesitaba saber, pensó Sterling.

Los hermanos Badgett están decididos a encontrar a Nor y Kelly y asegurarse de que no vivan para declarar en su contra.

Sterling optó por dar un largo paseo antes de solicitar que lo trasladaran a otra parte. Una hora después, había tomado una decisión. Cerró los ojos y susurró: Me gustaría que fuese pleno verano, y ¿podría reunirme con Nor y Billy?