Sterling llegó al restaurante y no se sorprendió al ver a Nor apeándose del coche en el aparcamiento. Ya estarán enterados del incendio, pensó mientras apresuraba el paso.
Entró detrás de Nor y subió con ella al apartamento de Billy, que abarcaba toda la segunda planta del edificio. Dennis estaba ya allí y Billy había preparado café.
—Sean viene de camino —le dijo Nor a Billy.
No se había maquillado. Llevaba el pelo recogido en la nuca de cualquier manera, y largos mechones le rozaban el cuello y la cara. Se había puesto un chándal azul claro y unas zapatillas de deporte.
Billy llevaba unos vaqueros arrugados, una camisa de algodón igual de arrugada y unos mocasines viejos. Parecía cansado, y le hacía falta afeitarse.
Dennis llevaba una sudadera gris con el emblema de Madison Village y un pantalón de pana muy gastado.
—Sean ha dicho que quería hablar con nosotros enseguida —dijo Nor mientras Billy servía café, y los tres se trasladaron a la mesa del comedor.
Desde la silla que había elegido, Sterling podía ver la sala de estar. El ambiente era de piso de soltero, confortable y un poco desastrado, con zapatillas asomando bajo la mesita de centro y un montón de periódicos encima. El sofá y las sillas eran básicamente mediocres, pero parecían cómodos.
Estaba claro que Billy trabajaba en su música en el salón. Había un par de guitarras apoyadas en el piano, y varias partituras encima del sofá.
Como en casa de Nor, muchos de los adornos caseros del árbol navideño parecían obra de Marissa.
El timbre sonó indicando la llegada de Sean O'Brien. Billy pulsó el botón para dejarle entrar y esperó a que subiera.
O'Brien traía una expresión seria. Asintió cuando Billy le ofreció café, se sentó con ellos a la mesa y les habló del fuego.
—¿Es muy grave? —preguntó Nor.
—La verdad es que sí —dijo O'Brien—. Hans Kramer está en el hospital. Ha sufrido un ataque al corazón, pero saldrá de esta.
—Dios mío —jadeó Nor.
—El almacén ha quedado arrasado —prosiguió O'Brien—. No ha quedado nada. Ha sido un trabajo de expertos.
—¿Seguro que fue intencionado? —preguntó Nor, sabiendo ya la respuesta.
—En efecto.
—¿Qué pasa ahora? —dijo Billy.
—El FBI llegará de un momento a otro. Tendrán que tomaros declaración. Vuestro testimonio implica directamente a los Badgett. Cuando Kramer se recupere, le tomaremos declaración a él. Después los federales presentarán un acta de acusación. Puesto que vosotros oísteis casualmente a Junior dar la orden de quemar el almacén, parece que esta vez no van a salir impunes. Pero os lo advierto, es absolutamente crucial que nadie sepa que vosotros sois testigos.
Billy y Nor se miraron.
—Creo que nos hacemos cargo —dijo Billy.
—Yo, desde luego, sí —intervino Dennis.
Sterling meneó la cabeza. El abogado, pensó.
El abogado de los hermanos Badgett, Charlie Santoli. Él vio a Billy y Nor salir del despacho. ¿Lo sabrán ya los Badgett?