A mi editor Alberto Marcos y a mi agente Montse Yáñez, por acompañarme con tanto cariño y dedicación en cada paso de este sueño que se prorroga y prorroga.
A mi primo Pablo Purón y a sus compañeros de Boa Mistura (Javier Serrano «Pahg», Rubén Martín «rDick», Pablo Ferreiro «Arkoh» y Juan Jaume «Derko»), como ya he contado en la nota del autor, por prestarme vuestras apasionantes vidas para dar color a esta novela.
A los responsables de IDEO, por aquella charla en vuestras instalaciones de San Francisco, donde compartisteis conmigo una forma de trabajar que he reflejado en la enigmática empresa Creatio; y a los integrantes de la expedición #NASF, que me abrió las puertas a esa visita y a una forma de enfrentarse al mundo que ha calado hondo en estas páginas. ¡Sé caballo, no carroza!
A mis amigos de las favelas de Cantagalo y Vidigal en Río de Janeiro y Brasilândia, en São Paulo (sobre todo a la adorable Issa Menezes), así como a todos aquéllos que me acogisteis en mis periplos por la selva amazónica (João y familia, Charles A. Munn, Shane y sus brothers…). Guardo un baúl lleno de recuerdos (los que sobrevivieron a tantas caipirinhas compartidas con Cristina, Isabel, Aurora, Jota, Ana y Pío).
A José Antonio Pérez Terreros, por asesorarme en los temas más diversos del país y presentarme a tus amigos de São Paulo: la cineasta Andrea Pasquini, Camila y Luiz Medeiros, Patricia Lafuente Jungers y Juan Antonio Correas, de la Oficina Comercial de la Embajada Española (Juan Antonio, perdóname por haber dibujado a tu homólogo bastante menos agradable que tú, pero eran exigencias del guión; al igual que Patri, fuiste un encanto conmigo).
A Francisco de Blas, jefe de Actividades Culturales del Instituto Cervantes de São Paulo, por aquel sábado inolvidable por el Sampa más cool y por compartir conmigo tu visión del país, candomblé incluido.
A Berta Montaner, campeona de España de kárate, por ayudarme a cincelar el perfil de Mika.
A Mar Monsoriu, por ser mi inspiración para el personaje de Sol.
A mi hermanito Miguel Pascual, por tu asesoramiento sobre ingeniería informática aplicada a las bolsas de valores y por esa gran idea que brilla en el día cuarto.
A Fabián Peña, por la espeluznante historia de las cacerías humanas y por tu asesoramiento sobre ingeniería de telecomunicaciones para… (Mejor no lo desvelo, que me matarían quienes leyeran esto antes de terminar el libro).
A Mar Ruiz, por tu asesoramiento sobre arquitectura en cada libro que escribo, siempre con esa pasión que destilan tus explicaciones.
A Paulino de la Rosa, meteorólogo de la Delegación Territorial de la AEMET en La Rioja, por tus explicaciones a este paisano que se presentó en tu oficina sin avisar.
A Elo, mi monitora brasileña de pilates, por hablarme de tu tierra mientras me enderezas la espalda.
A Vanessa Cordero, cuerpo y alma de la academia Masquedanza, por hacer de modelo para la portada.
Gracias también a todos los autores cuyos libros he consultado para componer esta historia, que versa sobre algunos temas que nunca había abordado hasta que mis personajes me han empujado a ello. Entre otros, a David Botero y su tratado Parasitosis humanas; al doctor en física nuclear Gerald Schroeder, por sus tesis sobre la creación del mundo; al divulgador científico Jared Diamond, por sus reflexiones sobre el paralelismo de las sociedades indígenas y la civilización moderna; y, cómo no, a Daniel Estulin, quien me contó de viva voz en su visita a La Rioja sus escalofriantes tesis sobre las elites que dominan el planeta. Los textos de la Sagrada Biblia pertenecen a la versión oficial de la Conferencia Episcopal Española publicada en 2010 (Biblioteca de Autores Cristianos).
Una vez más, quiero terminar este apartado de agradecimientos con una mención a la banda sonora de la novela. Mientras escribía he escuchado a mis habituales Linkin Park, Coldplay, Metallica, Dido…, aquéllos que en cada libro me ayudan a marcar el tono de los capítulos según la intensidad de la trama. Pero hay dos canciones que me han acompañado especialmente en este viaje brasileño, por cómo suenan y más aún por lo que cuentan. Michael Jackson cantaba desde una favela: «They don’t really care about us». Sin duda es muy triste y muy cierto, pero sé que eso cambiará pronto. Como reza el Heroes de David Bowie, el otro himno de este libro: «We can be heroes, just for one day». Es el momento de despertar y demostrarlo.
Antes de despedirme, un apunte musical más actual: en el tramo final de la novela he imaginado a Mika, la protagonista, escuchando a todo volumen Burn de Ellie Goulding. El estribillo «We got the fire… And we gonna let it burn» me resulta inspirador, acorde con el espíritu de rebeldía y de búsqueda de la luz que impulsa a mis personajes. Y además es la canción favorita de mi ahijada Carlota, para quien deseo de corazón un nuevo y mágico Edén…