Selene

Hubo un momento en que todo aquello me pareció normal. Creí que no había otra vida sino aquélla, que lo que yo creí que era mi vida no era sino un sueño, un espejismo causado por la comida y la bebida de la que ahora carecía. Lo normal era «esto», era mearse de miedo al oír las botas del carcelero y echar de menos la humedad de mis lágrimas porque era lo único bueno y salado que había aquí abajo donde sin lugar a dudas y en contra de lo que decían mis perseguidores estaban los verdaderos dominios del Mal.

Esto es el infierno y los diablos son ellos.

Ellos son los verdaderos enemigos de Dios, los servidores de Satanás.