La casa de la viuda Rius estuvo cerrada durante muchísimos años y todos pensábamos que estaba maldita. Fue la misma casa que le correspondió a Ainur en virtud de una oscura herencia. Cómo logró la viuda Rius desheredar a sus hijas sin decir palabra no lo sabemos ni sabemos el parentesco que la unía con Ainur, pero alguno debían de tener porque, cuando la pelirroja volvió a nuestro pueblo después de tantos años y comenzó a barrer hacia fuera la mucha porquería y la mucha soledad acumulada entre aquellas cuatro paredes, alguien dijo que la había heredado de su abuela, la meiga. Nadie la creyó pero hicimos averiguaciones y al final don Cosme el abogado a cambio de un buen anís y cecina de la tierra me confirmó que era cierto. Los caminos del Señor son inescrutables. La vieja loca había heredado la casa de la señora Rius, y Ainur, hija única de una única hija, era también la única heredera de su abuela.