Ainur

Para mí fue el día en que encontré a Satán, el día en que dejé de ser fea, pero para los demás fue el día del eclipse.

Desde por la mañana, mujeres con pañuelos en carretas tiradas por bueyes, autobuses llenos de obreros con sus monos de trabajo, niños en bicicleta y jovenzuelos en moto habían ido llegando al lugar del eclipse.

Decían que sería el único eclipse total que veríamos en nuestra vida. Dentro de ciento cincuenta años habría otro eclipse sobre esa parte de Europa pero para entonces ya estaríamos muertos.

Supongo que por eso fuimos. Por eso vinimos de todas partes. Gentes muy distintas que no tenían nada en común. Se levantaron muchas carpas de vivos colores y en la campa frente al mar se irguió de pronto otra ciudad que olía a chorizo frito, a sidra ácida y a sudor, y sabía a frisuelos y a churros. Todo el mundo hablaba del eclipse porque el eclipse nos había unido. Nos había convertido de repente en un solo pueblo con un solo objetivo. En una esquina se levantaba un globo de colores, enseguida lo rodeó una avalancha de curiosos. Pronto descubrimos que era para las autoridades, los demás tendríamos que ver el eclipse con los pies en la tierra para recordar que éramos mortales.

La campa que se había escogido para ver el eclipse estaba al lado del viejo cementerio. Algunos (yo fui una de ellos) pensamos que era el mejor sitio para ver cómo se apagaba el sol, en el límite de la vida y la muerte.

Fuera del cementerio, el día se había convertido en un día de fiesta. Sonaba la gaita y el rumor incesante de los desconocidos que se saludaban y de los amigos que se encontraban. A medida que se acercaba el momento del eclipse, la multitud hacía más ruido, como si el ruido les hiciera sentir más seguros; como si, con los gritos, sus sombras fueran a crecer. Porque, de repente, las sombras se hicieron muy débiles sobre la Tierra y la luz cambió. Mi sombra tembló una sola vez como una vela que se apaga y desapareció. El sol robó nuestras sombras. Nos convertimos en fantasmas. Era el mediodía y, de pronto, fue el atardecer. Por los altavoces que el ayuntamiento había pagado, sonó un poco estridente la música de Bach. La luz se volvió blanca como la de una bombilla en un sótano. Osciló y se tambaleó y, luego, un atardecer eterno cayó sobre la Tierra. En ese momento, las dos o tres personas que seguían conmigo en el cementerio salieron corriendo y buscaron refugio entre la multitud. La gente se quedó en silencio mientras se hacía completamente de noche. Del globo de las autoridades nos llegaron chillidos de histeria. Como si un gato maullara sobre nuestras cabezas. Creo que todos nos alegramos de tener la tierra bajo nuestros pies. De poder tocarla.

Era una noche como ninguna otra que hubiéramos visto jamás. La tierra estaba tan fría como si estuviera muerta. Sentí frío.

Frío intenso, un frío que nunca has sentido antes. Frío porque se ha apagado el sol.

Luego sentí pánico y comprendí que así habían nacido las religiones. Comprendí que el que hubiera podido prometer en ese momento que el sol volvería, que la Tierra no había muerto, que el frío no acabaría alcanzando mi corazón, se habría convertido en rey y en sumo sacerdote. Porque, aunque todos sabíamos que el eclipse duraría poco, no pude evitar el clamor de mi cuerpo que se estremecía y dudaba.

La multitud estalló en gritos y comenzó a cantar y bailar.

Me di cuenta de que las gentes se reunían porque era demasiado terrible estar solos ante el eclipse. Necesitaban sentir el calor de los demás. Necesitaban hacer ruido. La muchedumbre gritó con una sola voz. Y entonces volvió la luz del crepúsculo. Hubo un gran suspiro y la música folclórica volvió a sonar, mientras todas las cosas volvían lentamente a la vida. La luz se volvió débil y amarillenta y las sombras reaparecieron, incompletas pero sombras al fin. Yo temí que mi sombra hubiera cambiado para siempre después del eclipse. Salí del cementerio antes de que el sol volviera a subir en el cielo. Tropecé con la tumba de un muchacho de dieciséis años. Caí de bruces. Me levanté y entonces vi a Satán a mi lado.