Nota del autor

Los lectores de novela histórica se enfrentan al reto de separar la ficción de la historia, sobre todo cuando las dos van unidas. Casi todos los personajes «históricos» de este libro son evidentes. Picasso, Franco, Manfred y Wolfram von Richthofen y el presidente José Antonio Aguirre son figuras reales, y sus acciones, tal y como las relato, han sido noveladas basándome en fuentes históricas.

Algunas de las acciones del imaginario padre Xabier Ansotegui guardan cierto paralelismo con las de Alberto de Onaindía, canónigo de Valladolid. Onaindía fue asesor de Aguirre y presenció el bombardeo; posteriormente fue enviado a París para contárselo al mundo.

La educadora y política inglesa Leah Manning encabezó la evacuación de los niños vascos de Bilbao hacia los campamentos y colonias de Gran Bretaña, tal y como se retrata en esta novela. Los valerosos combatientes de la resistencia en Bélgica, Francia y España ayudaron a conducir a los aviadores aliados a lugar seguro a través de lo que se conocía como «La línea del cometa». Los contrabandistas vascos, de los que el más conocido era Florentino Goikoetxea, arriesgaron sus vidas para poner a salvo a esos pilotos al otro lado de los Pirineos a principios de la Segunda Guerra Mundial.

La Guerra Civil española fue una de las peores tragedias del mundo, y en ella encontramos atrocidades cometidas por ambos bandos y un número de bajas que quizá no se sepa nunca. He intentado no agobiar al lector con detalles innecesarios sobre la compleja e inestable política de la época —sobre todo las extrañas y a veces efímeras alianzas, partidos y etiquetas—, sino más bien establecer el contexto general de pobreza, opresión, inestabilidad y privación de derechos que debieron experimentar los ciudadanos corrientes.

Cualquier tragedia presenta muchas caras, y ésta se relata desde la perspectiva de los vascos, que adquirieron renombre por la acérrima defensa de su tierra. Los historiadores no se han puesto de acuerdo en el número de muertos causados por el bombardeo de Gernika, pero éste sigue siendo, no obstante, el germen de los ataques contra la población que afligen el mundo de una manera en exceso habitual.