Sombra 19

LA CAMA

Irse a la cama con Mr. Grey es una experiencia inolvidable, ya se sabe. Pero dormir con Mr. Grey se puede definir como algo celestial. Y quizá también un poco surrealista. Él no ronca, no te quita el edredón, no rueda sobre sí mismo toda la noche como un filete empanado, y si por aquellas casualidades se levanta de la cama, sólo es, como hemos visto, para ir a tocar con dulzura el piano. Y lo hace en una habitación alejada varias decenas de metros del sacro tálamo, por lo que el sonido de las teclas llega hasta su doncella tenue y sutil como el delicioso ronroneo de un gato.

Ahora toca abordar la comparación con Gregorio.

Aunque duela decirlo, Gregorio sufre durante la noche transformaciones algo acrobáticas: es capaz de pasar de cafetera en forma de morsa a rollito de primavera en pocos movimientos.

Es más: con sus transformaciones puede despertarnos justo en el particularísimo momento en que nos vamos quedando fuera de combate, venga, que a lo mejor me duermo, ya se me va nublando el cerebro, ahhh, sí-sí-sí, qué gusto…

RRRRRRRRR.

Ya está, Gregorio se ha puesto a resoplar a pleno pulmón y ahora ronca como una cafetera de doce tazas.

Después, como la mezcla de café y de rabia ha acabado por desvelarnos, nos pasamos una hora despiertas silbando, pegando empujones, dándole patadas en la tibia, meditando la venganza, elaborando complejas imprecaciones que, además, van a ser perjudiciales para nuestras posibles reencarnaciones. Pero luego, exhaustas, nos volvemos a dormir.

¡PUM!

¡Ajá! Transformación número dos: Gregorio es ahora una morsa, y además parece como si lo hubieran ensartado en un pinchito. De hecho, ahora mismo está girando sobre sí mismo y rodando sobre el colchón. Pero, tras consultarlo en Google, descubrimos que la carne de morsa no es adecuada para una barbacoa, así que volvemos a coger el sueño, más informadas pero también más cansadas.

¡ZAS!

Lo que faltaba: el tradicional hurto del edredón se ha producido también esta noche. Gregorio se ha enrollado en él y nos muestra orgulloso su tercera y pirotécnica transformación: el rollito de primavera. Ahola nosotlas quisiélamos apuñalalo con estlema clueldad.

Tras esto, agotadas las parodias de los Transformers, Gregorio sigue dormido como un tronco.

Nosotras, en cambio, a estas alturas inconsolablemente despiertas, soñamos con los ojos abiertos en la cuarta transformación: de Gregorio a Mr. Grey, al menos cuando duerme.