Habemus papam

Emitido el 18 de abril de 2005

Habemus papam. El afortunado es Joseph Ratzinger, menos conocido como Benedicto XVI. Y yo me llamo Andreu Buenafuente, pero siempre he querido llamarme «Joserra 27».

Benedicto XVI me suena a nombre de chupito: «¡Invito a una ronda de Benedictos!». «¿Cuántos pongo?». «Pues dieciséis». Dicen que es muy conservador, y es verdad. Para tener 78 años se conserva muy bien. Está hecho un chaval. Yo, cuando le he visto, he pensado: «Habemus monaguillum». Joseph Ratzinger, exalias Ratzinger Z, alias Benedicto XVI, es el nuevo número 1 de Los 40 Cardenales. El encargado de anunciar su nombre ha sido el protodiácono, alias «el Proto», como el limpiador de muebles: «Proto: cambia el polvo por brillo».

Ya hay nuevo papa, pero se ve que las negociaciones en el cónclave han sido muy duras. Incluso un cardenal ha pedido que se votara al Partido Comunista de las Tierras Papas. De todas formas, para mi gusto, se han decidido demasiado de prisa. Con lo emocionante que era todo el proceso… Raro y antiguo, pero emocionante. Porque, con todos mis respetos, ¿no era un poco raro estar todos pendientes de una chimenea? Hombre, teniendo en cuenta que estamos en plena era digital… Con la audiencia que había cada vez que tocaba fu-mata podrían haber buscado un patrocinador: «Chimeneas Medina, tiran cosa fina».

Yo, cuando salía el humo, lo primero que pensaba es: «Menos mal, les funciona el extractor. Porque si no, acaban todos asfixiados ahí dentro». Como estaban encerrados al vacío… Además, se notaba que faltaba entrenamiento porque, ayer y hoy, con el humo ha habido unos cuantos «gooooolpes de vista». «¡Es blanco!… ¡No, no, que es negro!». Que más que la fumata, parecía que estaban transmitiendo el juicio a Michael Jackson. Tendrían que haber puesto un «juez de humo» en medio de la plaza de San Pedro, para decidir si el humo era blanco o negro: «¿Qué ha sido, Rafa?». «Humo negro y expulsión». «¡Rafa, no me jodas!». Y así, él sólito se cargaba todo el cristianismo con un golpe de banderín.

Ha sido apasionante, eso sí. Estos días, la gente se preguntaba por la calle: «¿Has visto cómo ha quedao la fumata de hoy?». Y el otro: «¡No me lo digas, que me lo he grabao pa’ verlo esta noche!». Los telediarios han hecho monográficos. Hasta J. J. Santos ha hablado del cónclave: «Y acabamos los deportes con las tres mejores fumatas del día».

Ya antes de empezar el cónclave se le dio mucho bombo. Desde que cerraron las puertas y el cardenal dijo aquello de: «Extra omnes». Que, como todo el mundo sabe, es la primera declinación en latín del verbo «que te pires pa’ tu keli». Y allí no entraba ni Dios. Todos encerrados. Votando día y noche. Se ve que escribían el nombre en un papelito y luego hacían el recuento leyendo los votos en voz alta, rollo bingo: «Tetta-manzi, Tetta-manzi… Madariaga, Mada-riaga… ¡Ratzinger ha cantado bingo! Se lleva el premio gordo».

Entre otras curiosidades del cónclave me ha llamado la atención el tema del vestido del Papa electo. Al parecer, el sastre tenía preparadas tres tallas diferentes: la «S», la «M» y la «XL». No es coña, eh. Como no se sabía quién iba a salir al balcón… Lógico. Imagínense que dicen «Habemus papam» y sale Ratzinger con un traje lleno de imperdibles, sin poderse mover. El camarlengo: «¿Qué le pasa, Su Santidad?». Y él: «Que me tira la sisa, coñe». Obviamente, todas las tallas eran de hombre. No es plan que salga el nuevo sumo pontífice y diga «Holaaaa», todo ceñidito. Claro que igual hubiera sido más fácil que saliera con un pareo, que siempre queda apañao. O mejor aún, que le hubieran hecho un traje de lycra elástico, rollo superhéroe. Como también llevan capa… Y la gente de la plaza: «¿Qué es eso? ¿Un pájaro, un avión, una morcilla?». «No, es Superpap». Y él: «¡Hasta el Paraíso y más alláaaa!».

Yo recomiendo que, cuando le entreguen el vestido al papa, le den el ticket por si lo quiere cambiar. O casi mejor, que le den el ticket a los católicos por si no les gusta el papa. ¡Ah, no!, que el Vaticano no admite cambios… Benedicto XVI, bien venido al mundo de los humoristas. Le estábamos esperando.