La primavera

Emitido el 29 de marzo de 2005

Hoy ha empezado la segunda edición de «La granja de los famosos», un concurso cuyo principal objetivo es hacer que nosotros empecemos más tarde. En esta edición se lo han currado y participan famosos de la talla de Arévalo. Y más altos, también. Está Rappel, el adivino que le ha dado un nuevo uso a las cortinas de baño. Que traer un adivino a un concurso tampoco tiene mucho sentido: «Rappel, estás nominado». Y él: «Ya lo sabía. Me lo había dicho el as de copas del Tarot». Y Selena, de Sonia y Selena, las de (cantando). «Yo quiero bailar, toda la noche…». ¿Se acuerdan? Yo tampoco. Mi preferida es María Jesús y su acordeón, que parecen dos concursantes: María Jesús y Su Acordeón. «Debe abandonar la granja: Su Acordeón». Y María Jesús llorando… Parece un nombre completo: «¿Nombre? María Jesús. ¿Apellido? Y-su-acordeón. ¿Y de segundo apellido? Los-pajaritos». No es un caso único porque también está Mari Carmen y sus muñecos, el Padre Abraham y sus Pitufos o Julián Muñoz y sus chanchullos.

Lo mejor de volver de vacaciones es comprobar que por fin estamos en primavera. Para mí, el indicativo de la llegada de la primavera no son las flores, sino los canalillos. Les tengo que confesar que hoy, entre el equipo del programa, se ha visto el primer canalillo de la temporada. No diré su talla… digo, su nombre. Ella ya lo sabe. Igual lo ha notado porque yo no podía controlar la vista. Me costaba evitar que mis ojos mirasen para abajo. Hasta me temblaba la cabeza… Parecía el marqués de las Marismas. Y ella me decía: «¿Qué tal las vacaciones, Andreu?». Y yo: «Divinamente…». Es que, después de tantos meses de jerséis de cuello alto, te fijas en esas cosas. Los tíos tenemos un don especial para detectarlos. Somos como los radares de la policía: «Se acerca canalillo por la derecha y supera la talla 90 permitida». Y la foto la haces con flash y todo (cierra y abre los ojos exageradamente). La foto de los tíos consiste en mirar mucho rato para retenerlo en la memoria. Y después cada uno… Lo malo es que, si vas con tu pareja, te pega un codazo que ni Javi Navarro del Sevilla. Te tienen que sacar en camilla.

Lo peor es que ahora muestras partes de tu cuerpo que hace meses que no veían la luz del sol. Los pies, por ejemplo. Están tan blancos que la primera vez que te pones las sandalias parece que lleves dos Gusiluz. Si es que, después de seis meses, la melanina debe de estar sobando. Y, claro, los primeros rayos de sol la despiertan y sale con mala leche: «¡Me cago en to’ lo que se menea!». Por eso te pone rojo, pa’ joder.

Para las mujeres, éste es su momento más temido. Porque algunas no se depilan en todo el invierno… Rollo Bridget Jones. Entonces, al llegar la primavera, van corriendo a la esteticista, que les pregunta: «¿Cómo va a ser? ¿A la cera?». «No, a la motosierra».

Los metrosexuales también nos depilamos. Sí, sí, yo también me depilo. Pero no diré la zona. Lo dejo a su imaginación. Aunque yo soy más de cremas depilatorias… que las carga el diablo, por cierto. Una vez, confundí una crema depilatoria con un desodorante en crema. Y al cabo de una hora: «Oye, no hueles a pollo quemao». «Sí, como a alitas, ¿no?». Me miro y parecía que llevaba la camisa de Camacho. En fin, la primavera viene con una buena y una mala noticia. La buena es que vuelve el calorcito y el buen tiempo. La mala es que también vuelven las alergias y las comuniones. O las dos cosas a la vez: alergia a las comuniones.