7.

Algunas la contemplaban desde lejos. Estaban sobre la estantería y colgadas encima de la cómoda. Fotos corrientes de la niñez, se diría, pero los marcos ya no podían retenerlas. En cuanto fijaba la vista en una, venía directo hacia ella. Él tenía orejas grandes de soplillo, tupido pelo negro y pestañas largas. Ven, Ali, dijo ella, puedes echarme una mano si quieres, entre los dos ordenaremos deprisa el armario y luego nos vamos al cine.

¿Qué dices? Acércate, no te entiendo nada. No pongas cara larga, por favor. Siempre quieres jugar al escondite, desde que naciste jugamos al escondite. Bueno, cuando sea de día, iremos al parque. Podrías ponerte los zapatos alguna vez. Yo tengo que acabar esto deprisa.

Ya, ya, ya, Ali, no hace falta que grites así, ya voy. Cojo las gafas de sol. Me pongo el sombrero. No necesito chaqueta, mamá, no voy a coger un resfriado, tengo calor, no, no voy a enfermarme. ¡Sí, cuidaré a Ali! Aquí está su foto. El clavo se queda ahí. Pero Ali viene conmigo. Salimos al aire libre. Sólo queremos jugar un poco, mamá. Estamos en el parque Reithofer.

Meto la llave. Abro el portal. Ya es de día. Quédate conmigo, Ali, no te adelantes. Cuidado con la gente, no te choques con ellos, no los empujes, son policías y ladrones, pero ellos no juegan, hablan en serio.

—¡Y usted haga el favor de dejar en paz a Ali, es mi hermano pequeño! Aquí está su foto… ¡No mire así!… ¡Y usted no nos toque! ¡Vamos al parque!

Allí están por fin los árboles, el banco está ocupado, me acuesto en la hierba, estoy un poco mareada por el aire fresco, no debo alterarme. Ali, ¿dónde estás? ¿Te has escondido? ¿Ya estás jugando? Ven aquí, Ali, necesito descansar un poco. He corrido mucho, tengo las piernas cansadas.

¿Ali? ¡Ali, ven aquí! No tiene gracia. No puedes quedarte tanto tiempo escondido. Esto no es un juego. ¿Ali? ¿Ali? ¿Aaaaaaaaaaaliiiiiiiiiiii?

—Perdone, ¿ha visto usted a mi hermano Ali?… No, no necesito una chaqueta, no cogeré un resfriado, sólo estoy un poco mareada y he perdido a mi hermano… ¡Eh, vosotros, ahí! Sí, ¿estáis todos sordos o qué? ¿Por qué huís? ¡Locos vosotros! ¡Locos de remate!

Estoy mareada, me siento mal.

—¿Por qué miráis así? Sólo estoy descansando un poco.

A ese hombre lo conozco.

—¿Hannes? ¿Hannes? ¿Eres tú? ¡Me has llovido del cielo!… Gracias, no tengo frío… No, Hannes, si no lloro, es que he perdido a Ali. Tienes que ayudarme… ¿Lo has encontrado? ¿Y está bien? ¿Mamá está muy enfadada conmigo?… No, no me pongo nerviosa. Es que estoy tan feliz, te lo agradezco tanto… Sí, lo prometo. Pero llévame lejos de aquí. No soporto a esta gente, cómo miran. No, no tengo miedo de que me den una inyección… ¡Sí, quédate, por favor! ¡Te necesito! Necesito que te quedes conmigo.