[1] En opinión de Wolf (The Essential Dracula), un tratamiento médico sorprendentemente pobre para un hombre del que se sospecha que tiene la espalda rota. Quizá para proteger la reputación de Seward, ha sido omitida en la versión publicada la siguiente frase que aparece en el Manuscrito: «Yo también lo temo —dije— y un examen muy ligero me satisfizo al respecto». No hay mención de esto en el Texto Abreviado.
«“¡Villano, monstruo, vampiro!“’ —grita él—. “¡Ya te tengo!”; y trabados en un abrazo mortal, ruedan sobre la tierra húmeda, luchando juntos por su vida.»
Varney el vampiro, o la fiesta de la sangre (1847).
—— Retorno a otras notas ——
Contexto - nota 26.
[2] Un manicomio ficticio.
[3] Esta diagnosis no aparece en el Texto Abreviado.
[4] Wolf (The Essential Dracula) piensa que se trata de un edema cortical, una hinchazón del cerebro debida a una acumulación de fluidos. La hinchazón presiona sobre los nervios craneales y las células cerebrales. La «zona motriz» a la que se refiere Seward es la CORTEZA MOTORA o CÓRTEX MOTOR del lóbulo frontal del córtex cerebral (el lóbulo frontal situado exactamente detrás de la frente). El daño producido en el CÓRTEX MOTOR puede causar la perdida de control de las funciones motrices. Desde luego, el daño del lóbulo frontal generalmente puede provocar un abanico mucho más amplio de problemas, incluyendo cambio de personalidad, disfunción cognoscitiva, falta de control en los impulsos, incapacidad para llevar a cabo una secuencia de actos, afasia, deterioro de la personalidad y expresiones faciales sin relación con las emociones sentidas; mas parece que aquí Seward está hablando del daño del córtex motor.
[5] El trépano es un instrumento con extremos circulares y dentados para cortar fragmentos de hueso o de tejidos duros, usualmente del cráneo o de la córnea. Trepanar es utilizar el trépano para realizar la operación mencionada. Los antropólogos han encontrado pruebas de que la trepanación es la forma más vieja de neurocirugía; era bien conocida por Hipócrates (460-377 a. C.), Pablo de Egina (625-690) y otros cirujanos de la Antigüedad. La trepanación se llevó a cabo también en algunos de los primeros intentos de tratar las enfermedades mentales. Según el Dictionary of the History of Medicine (1999), de Anton Sebastian, estudios realizados en el siglo XIX con melanesios y argelinos documentan su práctica en el tratamiento de la epilepsia y de las heridas en la cabeza, así como en casos de posesión demoniaca.
Calaveras trepanadas preincaicas del lago Titicaca.
Descubiertas y fotografiadas por Adolph F. Bandelier, ca. 1894.
[6] Sin embargo, nadie parece haber pensado en llamar a Harker. Las dos siguientes frases —de las escasas contribuciones de Holmwood al plan del grupo— no constan en el Texto Abreviado.
[7] Wolf (The Essential Dracula) señala que es virtualmente imposible por un simple reconocimiento visual decidir dónde debe hacerse la perforación, y que retrasar esta puede tener como consecuencia un daño sustancial en el cerebro. «Una parálisis localizada que se produce inmediatamente después de una herida en el cráneo exige una trepanación inmediata. Es siempre mejor operar pronto que retrasar la intervención hasta que se presenten los síntomas inflamatorios», opina John A. Wyeth, doctor en Medicina, en su clásica obra de 1868 Text-Book on Surgery. «El peligro aumenta con el retraso. El descrédito en que ha caído esta operación se ha debido en gran medida al gran retraso de la intervención quirúrgica.»
Sin embargo, este punto de vista estaba ya cayendo en desgracia. El estado del arte de la neurocirugía había progresado notablemente, debido a la necesidad, durante las guerras napoleónicas y de Crimea, llegando a un nivel en que permanecería hasta el siglo XX. George H. B. Macleod, autor de las muy influyentes Notes on the Surgery of the War in the Crimea, with Remarks on the Treatment of Gunshot Wounds (1862), libro muy utilizado durante la Guerra Civil norteamericana, escribió lo que sigue sobre la trepanación: «Menos diferencia de opiniones existe, yo creo, entre los cirujanos militares con experiencia que entre los civiles; y pienso que la tendencia dominante entre ellos es aprobar el moderno “tratamiento de espera” y evitar la operación excepto en raros casos. En este creo que juzgaron sabiamente, pues cuando examinamos la cuestión con cuidado encontramos que no había nada que indicase que era necesario recurrir a la operación, y tampoco aduciendo casos pertinentes, que a menudo resultaron ser engañosos; mientras que si acudimos a las autoridades en la materia en busca de consejo, encontramos que ni un solo gran nombre puede figurar en un lado, lo que no puede compararse con los ilustres que aparecen en el otro».
Después de considerar varios casos de simples contusiones, heridas causadas por armas de fuego y síntomas de compresión, Macleod concluye así: «Hay, creo, muy pocos cirujanos en el Ejército hoy día que aprueben la “trepanación preventiva”. Podría decirse que en nuestro tiempo se la considera como una práctica del pasado, una práctica que debe ser considerada como una piedra miliar que hemos dejado atrás… Creo que está muy arraigada la costumbre, sin embargo, para negar o menospreciar el peligro que la propia operación tiene».
T. Forcht Dagi, resumiendo el estado de la cuestión en «The Management of Head Trauma» (1997), escribe: «Hacia el final de la época premoderna, la opinión estaba preponderantemente contra la intervención quirúrgica, si bien la controversia no estaba, ni con mucho, resuelta. Esta actitud prevalecía, ciertamente, con respecto a las heridas de cabeza no abiertas, y en muchos casos también a las abiertas. Los principales argumentos utilizados contra la trepanación eran, primero, la conocida dificultad para distinguir entre el número bastante elevado de casos de recuperación espontánea y el de casos de pacientes que mejoraron gracias a la trepanación; y segundo, una creciente conciencia de los peligros de la trepanación».
La prisa de Van Helsing por operar está lejos del pensamiento médico más moderno en la época, lo que puede ser considerado como otro ejemplo de la calidad generalmente pobre de la práctica de la Medicina de él y de Seward a lo largo de la novela. De nuevo, es totalmente posible que ni siquiera fuesen médicos; en tal caso, esta faceta fue añadida por Stoker a la novela con objeto de ocultar la verdadera identidad de ambos.
[8] El escarabajo llamado «reloj de la muerte» (Xestobium rufovillosum). Un insecto nocivo que se alimenta de madera y que hace un sonido como el tictac del reloj cuando su cabeza golpea contra la madera, sonido que atrae a sus parejas. Se dice que por la noche su tictac presagia la muerte. Sin embargo, Wolf (The Essential Dracula) lo interpreta aquí como una alusión a los londinenses que durante una epidemia escucharon por las calles, día tras día, las voces de quienes llevaban los «carros de la muerte», que recogían los cadáveres y los transportaban, en muchos casos, a las fosas comunes. El narrador del Journal of the Plague Year (1722), de Daniel Defoe, cuenta cómo es insultado por los clientes de una taberna: «Inmediatamente cayeron sobre mí con sus malas palabras y juramentos, preguntándome qué hacía yo fuera de mi tumba cuando tantos hombres mejores estaban siendo llevados al cementerio, y que por qué no estaba en casa rezando mis oraciones esperando a que el carro de los muertos viniese por mí, y cosas así». Charlotte, la madre de Bram Stoker, cuenta incidentes similares ocurridos en Sligo durante una epidemia de cólera. Seward pudo muy bien haber pensado en las muertes ocurridas tras la llegada de Drácula a Londres (Mrs. Westenra, Lucy, Renfield) como si de una epidemia se tratase.
Ni esta ni las tres frases precedentes constan en el Texto Abreviado.
[9] Esta y las dos frases siguientes, justificando la operación quirúrgica que defiende Van Helsing, no constan en el Texto Abreviado. Quizá «Van Helsing» no creyese necesarias más justificaciones después de estas revelaciones del texto editado.
[10] Nótese que no hay una descripción precisa de la operación, como podría esperarse de un cirujano cuidadoso o preocupado por sus pacientes. También, qué conveniente resulta que Van Helsing tenga consigo sus instrumentos para trepanar, un material muy especializado.
Instrumental para efectuar trepanaciones.
Fotografía cortesía de Alex Peck Medical Antiques.
[11] En este tipo de alivio producido por la trepanación —cuando no moría el paciente— creía también el doctor Sir William Thornley Stoker, hermano de Bram Stoker, quien en una carta conservada entre las Notas escribe lo que sigue: «Trepanar para sacar el hueso hundido [depressed] o para dar al cirujano la oportunidad de eliminar el coágulo de sangre, puede producir un alivio instantáneo. He visto a un paciente en coma profundo comenzar a mover sus miembros y maldecir y jurar durante la operación. Cuanto más reciente sea la herida, más rápida será la mejoría». Thornley, nacido en 1845, pertenecía a la misma generación de médicos que Van Helsing y, así, parece compartir su disposición a trepanar al paciente. Véase en este mismo capítulo, la nota 7, acerca de puntos de vista más modernos al respecto.
[12] ¿Está Renfield queriendo decir que puede llegar a ser un no muerto? No hay otra indicación al respecto, ni tampoco una base aparente para su creencia en haber sido convertido en vampiro. Wolf (The Essential Dracula) sugiere que Renfield podría, sencillamente, pensar que sufrirá lo que se merece en un infierno propio.
[13] Texto Abreviado omite la descripción que Renfield hace a continuación de las tentaciones insectívoras que le ofrece Drácula.
[14] Las polillas llamadas «mariposas de la muerte» o calaveras (como la Acherontia atropos) son conocidas por la coloración de su tórax, que recuerda una calavera, y por el sonido chirriante que producen, no muy diferente al que hace una abeja reina, semejanza que les permite alimentarse en las colmenas sin ser molestadas. Las culturas europeas creían que las polillas eran heraldos de la guerra, la peste y la muerte, y Agnes Murgoçi informa en «The Vampire in Roumania» de que en Valcea se cree que los espíritus de los vampiros se encarnan en polillas «mariposas de la muerte», las cuales, «cuando son atrapadas, deben ser empaladas con un alfiler y clavadas a la pared para impedir que puedan seguir volando». Una polilla «cabeza de la muerte» figura de modo prominente en El silencio de los corderos (1988), de Thomas Harris, y en la película de igual título (1991), ganadora de un Oscar, en que el asesino en serie pone una crisálida de dicha polilla en la boca de sus víctimas. En la propaganda gráfica del filme y de algunas ediciones del libro aparece una polilla claramente adornada con lo que parece ser una calavera; se trata de una imagen que procede de varias fuentes: un dibujo de Salvador Dalí —carboncillo y aguada— de siete figuras femeninas desnudas, cuidadosamente dispuestas de tal manera que forman una calavera; se trata de una colaboración de 1951 entre Dalí y el fotógrafo Philippe Halsman titulada In Voluptate Mors, en la cual aparece el citado dibujo de Dalí, y la película de Luis Buñuel y Salvador Dalí titulada Un chien andalou, de 1928. Y también de un filme verdaderamente terrible, The Blood Beast Terror (1968), también distribuida como Blood Beast from Hell, The Vampire-Beast Craves Blood y The Deathshead Vampire, con el venerable Peter Cushing haciendo de inspector de policía de la época victoriana, y con un científico creador de una criatura horripilante, híbrido de ser humano y de polilla.
Una mariposa «de la muerte» con la calavera.
El silencio de los corderos (Orion Pictures Corporation, 1991).
[15] Muchos críticos ven aquí referencias bíblicas, y relacionan esta escena con la tentación de que fue objeto Jesús en el desierto por parte del Demonio (Mt 4). Renfield, que ya había desplegado anteriormente su familiaridad con la Biblia (véase capítulo 11 del presente libro, nota 36), interpreta el intento de seducción de Drácula en sus personales y exagerados términos.
[16] Aparentemente, la locura —los sentidos agudizados— de Renfield detecta el olor de la sangre de Mina Harker en Drácula, aunque por un momento falla en la identificación de la fuente de la que procede el nuevo olor. ¡Qué agudos debían de ser sus sentidos para notar un cambio en la «repugnancia» del olor! (véase capítulo 19 del presente libro, nota 17).
[17] Renfield capta de nuevo que la cantidad de sangre de Mina ha disminuido. Esta aguda observación no aparece en el Texto Abreviado.
[18] Sin embargo, nadie hizo ademán alguno de ir a la habitación de los Harker.
[19] Drácula ha sido un chapucero en sus tratos con Renfield. Si simplemente hubiese cumplido sus promesas, Renfield nunca le habría traicionado. Así, cuando Drácula se enfrenta innecesariamente con Renfield y no le mata, le deja con la consciencia suficiente como para revelar la conexión Drácula-Mina.
[20] Los dos doctores dejan ahora que Renfield muera.
[21] Aquí, la puntuación de la primera edición es incorrecta. [N. del T.: Esta explicación es sin duda inaplicable a la traducción al español del texto.]
[22] La cicatriz no podía ser visible si «no estaba mirando hacia nosotros». Lo cual indica que esta es una escena imaginada, una versión «ficcionalizada» de los verdaderos acontecimientos, que, en efecto, bien podrían haber sido de tipo sexual (véase la siguiente nota).
[23] ¿Qué está pasando aquí? Wolf (The Essential Dracula), no solo en su maliciosa respuesta, dice que se trata de una «extraordinaria escena…, llena de implicaciones, casi todas ellas de tipo sexual. Si bien Seward no menciona nada sexual, el retrato que hace de Harker («el rostro enrojecido y respirando pesadamente»), Mina desmelenada y en camisón; el Conde con «su ropa desgarrada» (¿desgarrada por él o por Mina?); el Conde obligando a Mina a tener la cabeza hacia abajo… todo guarda semejanza con la violación de una o de ambas víctimas. Wolf sugiere como posibilidades «un cornudo vengador, un ménage à trois…, un mutuo acto sexual oral… [y] la impregnación de Mina». Leatherdale (Dracula Unearthed) es más audaz, sosteniendo que las referencias a la leche y el olor a sangre de Mina (no el goteo, como se dice de Drácula) dejan claro qué fluidos han sido intercambiados.
—— Retorno a otras notas ——
Capítulo 10 - nota 37.
[24] El Manuscrito continúa así: «Incluso entonces, en ese horrible momento en que tenía ante mis ojos una tragedia tal, la figura del Mefistófeles de la ópera [Fausto, 1850, de Charles Gounod] retrocediendo ante Margarita apareció ante mí, y por un instante me pregunté si yo estaba loco». La escena así descrita no existe en el libreto, y fue sin duda añadida por un celoso director a alguna representación vista por Seward. Lo transcrito no consta en el texto publicado.
Van Helsing (Eduardo Arozamena) blande su crucifijo ante Drácula (Carlos Villarias).
Drácula (versión en lengua española, Universal Pictures, 1931).
[25] Es un nuevo fenómeno, una estela de vapor que, sorprendentemente, pasó inadvertida por Harker en el castillo de Drácula. Quizá no fuese vapor, sino más bien alguna sustancia lechosa procedente del cuerpo de Drácula.
[26] A lo que parece, semidesnudo, pues sus ropas estaban en «desorden».
[27] Se trata de un nuevo síntoma, a pesar del comentario de Van Helsing, y el Manuscrito lo describe simplemente como «algún tipo de estado de estupor». Ciertamente que Lucy no se encontraba así cuando fue fatalmente atacada por Drácula; conservó la capacidad de redactar un detallado memorándum de los acontecimientos. Las Notas indican que el vampiro tiene el poder de inspirar malos pensamientos o de eliminar buenos pensamientos o la voluntad. Sin embargo, no se conoce otra muestra de su capacidad para crear «estupor» alguno. Leatherdale (Dracula Unearthed) especula con que bien podría tratarse de un estupor poscoital si Jonathan ha sido obligado a mantener una relación sexual a tres o a la impresión causada por haber visto a Drácula ejecutar su venganza por el ataque de Harker.
[28] Sin duda que parece inútil esconderse en las sombras cuando el enemigo puede ver en la oscuridad. Morris tiene una explicación para su rápida salida del edificio, pero ¿no es más probable que quisiera deliberar con su «colega» Dracula? (véase el capítulo 18 del presente libro, nota 49).
[29] Para cubrir sus pechos, señala Leatherdale (Dracula Unearthed).
[30] Algunos interpretan esto como que Harker ha llegado a excitarse sexualmente.
[31] La muy religiosa Mina se acusa a sí misma de ser una leprosa moral; compárese con Lv 13, 45-46: «Y el leproso tendrá los vestidos descosidos por varias partes, la cabeza rapada y descubierta, tapando su ropa con la boca, y avisara, gritando, estar contaminado e inmundo. Todo el tiempo que estuviere leproso e inmundo, habitará solo, fuera de poblado».
La idea de Mina, según la cual el vampirismo es una enfermedad contagiosa coincide, sin duda, con gran parte del folclore. Véase «El árbol genealógico de Drácula», en la segunda parte del presente libro.
[32] ¿Un eco deliberado y celoso de lo llevado a cabo por el Conde, sujetando junto a su pecho la cabeza de Mina?
[33] La expresión inglesa equivalente a «totalmente revuelto» es comentada así en la nota del editor: «To make hay de algo es crear confusión, desorden; por lo tanto, rare hay es algo totalmente o muy revuelto o desordenado». [N. del T.]
[34] Leatherdale (Dracula Unearthed) señala que Renfield no sabe nada de los «Papeles de Harker», y que Drácula solamente podía haber sabido de ellos gracias a Mina.
[35] Esto parece ser una racionalización de Mina. Sin duda que Drácula no tenía necesidad de negociar con ella, y sí todas las razones posibles para matar a Harker.
[36] Como hemos visto, tales «hechos» ocurrieron en las noches del 30 de septiembre y del 1 de octubre; esto es, las dos noches anteriores.
—— Retorno a otras notas ——
Capítulo 27 - nota 7.
[37] Drácula está aquí parafraseando irónicamente a Adán cuando descubre a Eva: «Y dijo Adán: esto es hueso de mis huesos, y carne de mi carne: llamarse ha, pues, varona, porque del varón ha sido sacada» (Gn 2,23).
[38] Presumiblemente Drácula quiere decir «igual que las mujeres vampiro», que no le alimentan, sino que son sus compañeras.
[39] El Manuscrito continúa del siguiente modo: «Tendrá el bautismo de sangre del vampiro». Con otras palabras, en el Manuscrito esto lo dice Drácula, no Van Helsing, lo cual refuerza la teoría de que beber la sangre del vampiro es un paso decisivo para convertirse en víctima. Si Lucy ha sido bautizada de semejante manera, es imposible saberlo con lo que dice la novela, pero es algo que no puede descartarse.
—— Retorno a otras notas ——
Capítulo 24 - nota 28.
[40] Puede haber otras técnicas para convertirse en una víctima, pero Drácula usa este método porque quiere utilizar a Mina como «lagar» por un tiempo. No hay pruebas de que Drácula obligue a Mina a beber su sangre, pero bien podría haberlo hecho. Van Helsing parece creer que morir durante el sueño como consecuencia de una mordedura del vampiro es suficiente para que la víctima se transforme, a su vez, en vampiro, aunque ello no se aplica al caso de Lucy. Véase el capítulo 12, nota 53, del presente libro, así como «El árbol genealógico de Drácula», en la segunda parte, para otras teorías.
«Se abrió entonces la camisa, y con sus largas y afiladas uñas se rompió una vena del pecho.» Christopher Lee como Drácula y Suzan Farmer como Diana Kent.
Drácula, príncipe de las tinieblas (Hammer Film Productions, 1965).
[41] Contrariamente a lo que dice el mito, el cabello de Harker no puede haberse vuelto blanco en un momento de terror. Abundan las leyendas al respecto; por ejemplo, el cabello de Thomas More se volvió totalmente blanco la noche anterior a su ejecución en 1535; así ocurrió con el de Enrique IV de Francia después de haber logrado escapar de la matanza del Día de San Bartolomé en 1572; el de María Antonieta la noche anterior a ser guillotinada. El fenómeno es citado como un hecho médicamente probado en la obra de Thomas Pettigrew titulada On Superstitions Connected with the History and Practice of Medicine and Surgery (1844), mencionada en las Notas.
De hecho, el cabello blanco es consecuencia de una disminución progresiva del número de melanocitos (células productoras de pigmentos en la piel, pelo y ojos) que normalmente disminuyen con el tiempo. Sin embargo, es posible que pérdidas parciales de cabellos no blancos, acaso resultado repentino de una patología conocida como alopecia areata difusa, considerada como una enfermedad autoinmune o inducida por el agotamiento físico, produzca la aparición de cabellos parcialmente grises con el aspecto de que se han puesto casi blancos de la noche a la mañana.