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EL ÁRBOL GENEALÓGICO DE DRÁCULA

… él es conocido allí donde ha habido seres humanos.

— P R O F E S O R   A B R A H A M   V A N   H E L S I N G

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«EN TODO EL VASTO Y TENEBROSO mundo de fantasmas y demonios», escribe Montague Summers, «no hay figura tan terrible, no hay figura tan temida y aborrecida y sin embargo rodeada de una fascinación tan espantosa como el vampiro, el cual no es en sí mismo ni fantasma ni demonio, pero que comparte las oscuras naturalezas y posee las misteriosas y terribles cualidades de ambos»[1]. ¿Qué es un vampiro? Para el propósito de esta historia puede ser utilizada la definición más sencilla: una persona muerta que vuelve a la vida[2], pero se diferencia del zombi, un cadáver animado sin inteligencia.

El vampiro, el que vuelve, el no muerto, se supone que tiene antiguos orígenes, con mitos y leyendas que llevan hasta las culturas egipcia, china, griega, babilonia, asiria y otras culturas orientales también de la antigüedad. No todas ellas asocian al no muerto con la sangre y el beber sangre, y en algunas de esas historias se dice que el vampiro puede cambiar de forma, o pasar a través de la tierra, de un ataúd o de una tumba. Hay muy poco parecido entre esas historias tempranas, y sólo después de 1670 comienza a aparecer un cierto modelo-tipo sobre el aspecto de estas criaturas, debido a lo que algunos llaman las «epidemias» de vampirismo.

El primer informe publicado ampliamente (1672) se refiere a Istria, en la moderna Croacia, a orillas del Adriático. Otros casos posteriores fueron observados en Prusia Oriental (1710, 1721) Hungría (1725-1730), la Serbia austriaca (1725-1732), Prusia Oriental (1750), Silesia (1755), Valaquia (1756) y Rusia (1772). En algunos de esos tempranos casos se citan nombres de personas concretas —Giure Orando (Istria), Peter Plogojowitz (Serbia), Arnold Paole (Medvegia, cerca de Belgrado) y varios aldeanos de Olmutz, en Austria—. Los informes gubernamentales anotan con detalle el testimonio de respetables eclesiásticos, científicos y personal militar que examinaron los cuerpos de los supuestos vampiros Los signos del vampirismo eran inequívocos para dichos testigos: cadáveres hinchados de sangre, a menudo con abundante cabello y uñas crecidas, evidencia de movimiento de los cadáveres, sonidos de queja emitidos cuando dichos cadáveres eran empalados y atravesados con estacas de madera o de hierro.

¿Qué causó la aparición de esos vampiros? Esto es, ¿qué hizo que algunos de los cadáveres se transformasen en vampiros mientras que otros descansaban en paz? No puede sorprender que haya tantas explicaciones como culturas con tradiciones de vampirismo[3]. Por ejemplo, el nachzehrer de Baviera es el resultado final de haber nacido con una segunda piel o membrana: el pijawica está maldito como consecuencia de haber tenido relaciones incestuosas con su madre: el kuzlak de Dalmacia ha sido destetado demasiado pronto, el upir de Polonia, por haber nacido con dientes: el myertovets, el vurdalak y el upirzhv de Rusia son hijos de una bruja o de un hombre lobo, mientras que el estrigoil y el muronul de Rumanía nacieron de padres no casados, a su vez nacidos de igual manera, y los bruxsa de Portugal son producto de la brujería[4].

Y ¿cómo puede ser destruido el vampiro? Los remedios son también contradictorios y variados, si bien muchos incluyen la decapitación, clavar una estaca (de madera o de hierro), la cremación y otras medidas para asegurarse de que el cadáver no estará en condiciones de moverse. Algunas de las más inusuales formas de profilaxis son enterrar al muerto en un cruce de caminos (Bohemia); encadenar el cadáver a la tumba con rosas silvestres (Bulgaria); acumular piedras sobre la tumba (Irlanda); enterramiento boca abajo, lo que probablemente confunde al que quiere regresar pues no puede salir hacia arriba (Polonia); poniendo un limón en la boca del cadáver (Sajonia); enterrando semillas de amapola en la tumba, y esto por la curiosa razón de que el no muerto no puede resistirse a contar obsesivamente las semillas hasta el punto de olvidar todo lo demás y así no molestará a la familia (Prusia)[5]. Uno de los remedios más agradables es el recomendado en la aldea de Cäzanesti (Rumanía): para librarse de un strigoil producido por un gato o un perro que pasa por encima o por debajo de un cadáver insepulto, entierre una botella de vino cerca de la tumba de la persona en cuestión, espere seis semanas, desentierre la botella y comparta su contenido con aquellos a quienes usted quiere proteger[6].

Desde luego, no todos los cadáveres se transforman en vampiros, y se han ideado métodos para diferenciar al vampiro verdadero de un cadáver hinchado de sangre. Agnes Murgoçi, cuyo artículo de 1926 sobre el folclore rumano es muy respetado y reimpreso a menudo[7], explica así esos métodos locales de comprobación:

  1. Los de su casa, la familia, el ganado y posiblemente incluso el ganado de toda la aldea, mueren pronto.
  2. El vampiro vuelve por la noche y habla con la familia. Esto puede ser negativo o provechoso; por ejemplo, algunos vampiros han ayudado en el trabajo de casa y cortado leña. Se dice que algunas mujeres vampiro han vuelto con sus hijos.
  3. Si el sacerdote del pueblo lleva a cabo un servicio religioso ante la tumba y el mal que está ocurriendo no cesa, el ocupante de dicha tumba tiene que ser un vampiro.
  4. Un agujero como del grosor de una serpiente puede encontrarse cerca de la tumba del muerto. Por ahí sale el vampiro.
  5. Ni un caballo blanco ni un ánsar pisarán nunca la tumba de un vampiro.
  6. Al exhumar el cadáver, si es un vampiro, se le encontrará así:

    a) Rostro enrojecido, incluso meses y años después del entierro.

    b) Cabeza abajo.

    c) Con un pie encogido y doblado forzadamente hacia un ángulo de la tumba o del ataúd.

Si ha muerto alguien de la familia, la boca estará roja de sangre. Si el vampiro ha destrozado algo de la casa, su boca estará cubierta de harina de maíz.

Murgoçi advierte de que si el vampiro no es destruido continuará con sus malvadas acciones durante siete años, haciendo presa en su familia, su aldea, su país y, finalmente, viajará a otro lugar, donde puede llegar a ser humano de nuevo.

Muchas historias sobre vampiros aparecen en la literatura europea después del paso de las epidemias y antes de Drácula[8]. La primera narración extensa es la de Johann Ludwig Thieck, No despertéis a los muertos, que trata de Brunhilda, noble borgoñesa que se cebaba sobre todo en los niños[9]. Del inglés lord Ruthven, que aparece en El vampiro (1819) de John Polidori, se trata en «El contexto de Drácula», que figura en el ensayo introductorio al frente del presente libro. Gorcha y Sdenka son campesinos vampiros de Moldavia, cuyo destino se narra en La familia del vurdalak[10]. Otro lord inglés, Sir Francis Varney, logró amplio renombre con Varney, el vampiro (1847); también se trata de él en «El contexto de Drácula». El Kostaki de Alexandre Dumas (La dama pálida, también conocida en inglés como The Pale-Faced Lady, de 1848) era de los Cárpatos, como Drácula. Otro aristócrata de esta misma región, el conde Azzo von Klatka, es la figura central de The Mysterious Stranger (obra traducida al inglés en 1860), de autor desconocido[11]. Sir Richard Francis Burton publicó en 1870 Vikram and the Vampire, historia de un baital de Benarés (India), situada en los primeros tiempos de la era cristiana. De la condesa Mircalla, en quien se centra Carmilla (1872), de Joseph Sheridan le Fanu, se trata en «El contexto de Drácula», al comienzo del presente libro. En El Horla (1887), de Guy de Maupassant, se habla del descubrimiento del invisible Horla, una especie de vampiro espiritual. En 1894 aparecieron dos notables narraciones de vampiros. El poeta y escritor de temas fantásticos, el conde Eric Stenbock, publica su A True Story of a Vampire, sobre el conde Vardalek de Hungría, y «X. L.» (Julian Osgood Field), A Kiss of Judas, historia de Isaac Lebedenko, quien —caso único— regresa transformado en mujer vampiro. Justo antes de Drácula, en 1896, Mary E. Braddon —vecina de Stoker— publica la historia de lady Adeline Ducayne (Good Lady Ducayne), que se alimenta de la sangre que le proporciona su medico.

Titulo-ilustración de Good Lady Ducayne, de Mary E. Braddon.

Gordon Brown, Strand Magazine, febrero 1896.

Frayling divide estas narraciones en cuatro categorías: el vampiro folclórico, la mujer vampiro, el vampiro aristócrata y «el poder invisible». Si bien la disparidad entre estos textos es enorme, el consenso por lo que se refiere a las características del vampiro parece ser el siguiente: a) el vampiro bebe sangre, por lo general la de una víctima cuidadosamente elegida; b) beber sangre no solamente alimenta al vampiro, sino que produce en él un aspecto juvenil, esto es, que le «rejuvenece», y c) el vampiro se ve afectado por objetos sagrados y puede ser destruido decapitándole, quemándole o atravesando su corazón con una estaca[12]. En Drácula, desde luego, los vampiros tienen también otras características que no aparecen necesariamente en las narraciones más tempranas: no proyectan sombra, no es posible fotografiarles, fuerza sobrenatural, capacidad para cambiar de forma y pueden dar órdenes telepáticamente. Sólo lo de cambiar de forma es un elemento folclórico. En algunas culturas, el hombre lobo (u otros seres humanos «animalizados») y el vampiro están relacionados por el rasgo común del cambio de forma. Sin embargo, la literatura del siglo XIX no ofrece una descripción coherente del origen del vampiro.

Tres narraciones sobre vampiros de finales del siglo XX presentan diferentes explicaciones acerca de sus orígenes, poderes y debilidades. Los libros de tema sobrenatural de Anne Rice —formando la colección conocida como Crónicas vampíricas— comenzaron a aparecer en 1976, y ahora suman 17 volúmenes[13]. La popular serie televisiva Buffy Cazavampiros, y su secuela Angel (todo ello citado en la presente obra como «Universo Buffy»), pudo verse de 1997 a 2003[14]. Las historias del conde de Saint-Germain, de Chelsea Quinn Yarbro, se narran en 24 volúmenes, con otros más programados[15].

En el mítico mundo creado por Anne Rice, los vampiros descienden de dos nobles egipcios, Akasha y Enkil («Los que deben ser protegidos»), que adoran al dios Osiris. Akasha y Enkil están poseídos por un espíritu que desea experimentar una existencia corporal. El espíritu penetró en ellos a través de unas heridas, y su presencia hace que Akasha y Enkil creen otros vampiros para que compartan con ellos el trabajo de obtener sangre para el espíritu. Una vez creado, el citado espíritu les invade, cambiando la composición de sus células y conectando con ellos por medio de un débil nexo telepático[16]. Todos los vampiros que habitan en los libros de Rice son descendientes de Akasha y de Enkil; cuanto más directa sea la relación de un vampiro con ellos, más poderoso será ese vampiro.

El vampiro Lestat (Tom Cruise) en el filme basado en la novela Entrevista con el Vampiro, de Anne Rice (Geffen Pictures, 1994).

El punto de vista de Rice sobre los vampiros difiere en muchos aspectos del folclore tradicional. Aunque los vampiros se alimentan de sangre y son inmortales, los símbolos cristianos y otras reliquias religiosas no tienen poder sobre ellos (y, desde luego, no hay nada satánico). Como Drácula, pueden sobrevivir a la exposición al sol, pero el fuego los destruye. Estacas de madera, ajo y otras precauciones no son efectivas contra ellos. Se reflejan en los espejos, se les puede fotografiar, no necesitan invitación para entrar por primera vez en lugar alguno y tienen alma como los mortales. Si bien algunos duermen en ataúdes, se trata de una cuestión de «tradicionalismo» o de elección personal: no es una necesidad, y la tierra de su país natal no tiene poder alguno. Tienen personalidades atractivas, poco comunes, y beber sangre es una experiencia altamente erótica, tanto para el vampiro como para su presa. La «trampa oscura», como la llaman los vampiros de Rice, se lleva a cabo bebiendo la mayor parte de la sangre de la víctima, y a continuación haciendo que esta beba la sangre del vampiro (recuérdese el intercambio de sangre entre Drácula y Mina en la novela de Stoker). Muchos de los vampiros de Rice están preocupados por las mismas cuestiones morales que los mortales: lo correcto y lo equivocado; el bien y el mal; el amor y el odio. Louis, el narrador de Entrevista con el vampiro (1976), está profundamente turbado ante la necesidad de matar para sobrevivir. Él y otros terminan aceptando el credo de matar sólo a quienes merecen la muerte: los malhechores.

Hay poca sexualidad en el mundo de Rice, y este tipo de amor, cuando ocurre, es más fácil que sea una preocupación masculina que una relación hombre-mujer. Hay un alto grado de intimidad entre vampiros y víctimas, y a menudo los vampiros eligen a su presa a causa de ese deseo de intimidad. En el mundo de Rice hay también familias de vampiros, si bien la inmortalidad de sus componentes conduce a menudo a relaciones conflictivas y a largas separaciones, y la propia «trampa oscura» destruye la intimidad de vampiro y de víctima, pues los vampiros son incapaces de comunicarse telepáticamente con sus «progenitores» (de modo no muy distinto a los niños mortales que no pueden comprender a sus padres).

Desde el punto de vista de Rice, los vampiros tienen poderes que los diferencian de los mortales. Tienen gran fuerza física y velocidad de movimientos, y sus voces pueden tener tonos distintos a los de los humanos (bien demasiado bajos para que un mortal pueda oírlos, bien tan extremadamente altos como un arma de fuego). Algunos vampiros pueden saltar a grandes alturas, volar e incluso levitar; otros pueden practicar la proyección astral, abandonando sus cuerpos materiales. Los vampiros sanan rápidamente de sus heridas. Sus sentidos son agudos, y pueden leer la mente de los mortales y proyectar imágenes y pensamientos. Emocionalmente parecen tener también elevadas experiencias, a causa, quizá, de su inmortalidad.

Las reglas del Universo Buffy difieren considerablemente de las de Rice, y se apoyan con más frecuencia en el folclore tradicional. De acuerdo con Joss Whedon y los otros escritores de la película y de la serie, en los primeros tiempos de este mundo los demonios «puros» y sus descendientes constituían una gran parte de la población. Sin embargo, conforme los humanos se iban extendiendo, los demonios dejaron este mundo buscando espacios separados, espacios «infernales» donde poder desarrollarse sin ser molestados. Docenas y docenas de especies de medio-demonios (demonios híbridos, producto del cruce con seres humanos) permanecieron, sin embargo, en este mundo, y continúan siendo una parte significativa de nuestra población. Muchos medio-demonios (demonios de inferior categoría, aunque a menudo se les llama simplemente «demonios») son miembros activos de la sociedad y no necesariamente malvados; hay un próspero submundo demoniaco, con negocios, clubes y redes sociales.

Para los escritores ya citados, el vampiro es un cadáver humano habitado por un demonio que, de otro modo, carecería de cuerpo. Los vampiros no tienen poder para cambiar de forma, se convierten en ceniza o polvo cuando se acaba con ellos, y mueren mediante la decapitación, por una estaca de madera que les atraviesa el corazón o por el fuego. Desaparecen abrasados por la luz del sol si les da directamente, pero pueden vivir activamente durante el día. A los vampiros del Universo Buffy les afectan los símbolos religiosos, pero pueden cruzar una corriente de agua o entrar en una iglesia, y no necesitan dormir en un ataúd o sobre un lecho de tierra natal. No se reflejan, pero proyectan sombra y pueden ser fotografiados. No respiran.

Estos vampiros no pueden entrar en una casa privada a menos que sean invitados a hacerlo por alguien que viva en ella. Esto no se aplica a lugares públicos como las habitaciones de un hotel o a antiguas residencias suyas; cualquier persona que habite en casa o apartamento parece poder dar la autorización necesaria. Una vez que ha invitados a entrar, pueden volver en cualquier momento. Sin embargo, estas «reglas» no se aplican allí donde habite un vampiro. En la Cultura Buffy, la obsequiosidad es habitualmente mal recibida. Aunque se dan casos de seducción, estos quedan terriblemente oscurecidos ante los brutales y a veces indiscriminados ataques por parte de los vampiros que buscan sustento, los cuales, si bien son fuertes carecen de alma humana[17], y por lo tanto no comparten ninguna de las preocupaciones que tienen los de Anne Rice con respecto a cuestiones morales. Parece que hay una forma científica de hacer que los vampiros sean incapaces de herir a los seres humanos: Spike, uno de los más brutales del Universo Buffy, es amansado por medio de un chip implantado en su cerebro por una misteriosa agencia del gobierno.

Aunque los vampiros proliferan en el Universo Buffy, muchas de las aventuras de esta y de sus amigos tienen poco que ver con aquellos. La propia Buffy es «la cazadora», valiente personaje dotado de fuerza y agilidad especiales pero que debe aprender su trabajo por medio del Consejo de Vigilantes. Finalmente, Buffy llega a depender más de sus amigos que de los vigilantes. En la temporada final de su serie televisiva, Buffy tiene que enfrentarse con «El Primero», la fuente de todo el mal que hay en el mundo. El mito se halla más desarrollado en Angel, que ocurre en Los Ángeles. Por último, Angel, un vampiro con alma, llega a ser el paladín de «los poderes del futuro» en su gran batalla contra los «socios antiguos» de la agencia legal Wolfram and Hart. Abundantes novelizaciones han llevado el Universo Buffy más allá de los límites de los sucesos narrados en las dos series[18], y han comenzado a aparecer libros de Joss Whedon en forma de cómic (descritos por sus seguidores como «octava temporada de Buffy»).

El vampiro Angel/Angelus con Buffy (David Boreanaz como Angel; Sarah Michelle Gellar como Buffy).

De la serie televisiva Buffy Cazavampiros (Mutant Enemy, 1997-2004).

Sobre el conde de Saint-Germain y sus amigos existen ya 26 libros. El primero, Hotel Transylvania, apareció en 1978 y sentó las bases de las leyendas sobre el vampiro de la serie: el propio Saint-Germain tiene más de cuatrocientos años y necesita tierra natal para descansar. No se refleja, la luz del sol es peligrosa para él y, aunque se cura con rapidez, es físicamente vulnerable. Su aspecto es esencialmente humano. Necesita intimidad con los mortales y sólo bebe sangre en una situación de intercambio erótico y de efusión emocional. A menudo ofrece a quien es su pareja la vida del vampiro, pero cuando una mujer se convierte en vampiro, el Conde ya no puede seguir manteniendo su relación con la víctima.

Conde de Saint-Germain.

Miran Kim, para la cubierta de Chelsea Quinn Yarbro, de Hotel Transylvania (Lancaster, Stealth Press, 2001).

Saint-Germain llegó a ser vampiro cuando se ofreció a sí mismo en sacrificio al «dios» de su pueblo (preetrusco). Su gran sabiduría, generosidad y entrega a los demás han hecho que se le relacione con la figura de Jesús. Saint-Germain está dispuesto a morir «la verdadera muerte» para salvar a otros. También arriesga su vida con frecuencia practicando la medicina y ofreciendo la curación en culturas que poco comprenden y a menudo vilipendian sus conocimientos. Al contrario que los vampiros de Rice, Saint-Germain parece haber resuelto sus problemas morales hace mucho tiempo. No exige ni muerte ni salvación, sólo sangre, y ha elegido una vida de bondad, misericordia y de ayuda a los mortales menos afortunados entre quienes vive. Saint-Germain es lo contrario de los vampiros de la saga de Buffy (con la notable excepción de Angel y eventualmente de Spike) porque —no como aquellos— ha conservado su alma inmortal junto con su cuerpo también inmortal.

Continúan apareciendo con regularidad historias modernas de vampiros, cada una con su propia interpretación de lo que significa el vampirismo. El árbol genealógico no parece tener límites en su crecimiento, en tanto que la inmortalidad y los misterios de la muerte continúen ejerciendo su fascinación.

Billy the Kid vs. Dracula, con John Carradine como Drácula

(Circle Productions, 1966).