25

Cero g, ausencia de peso.

No había sabido apreciar esos términos y esa realidad.

Nuestro habitáculo quedó oscurecido de tal modo que la rica luz vespertina relucía como a través de un grueso pergamino. Una vez más tuve la impresión de estar en un tibio corazón. Una vez más comprendí hasta qué punto Aenea estaba en mi corazón.

Al principio el encuentro rayó en lo clínico, mientras Aenea me quitaba la ropa e inspeccionaba las cicatrices quirúrgicas, tocaba con suavidad mis costillas reparadas y me pasaba la palma por la espalda.

—Debería afeitarme y ducharme —dije.

—Pamplinas —susurró mi amiga—. Te he dado baños sónicos y de esponja todos los días, incluso esta mañana. Estás totalmente limpio, querido. Y me gustan esas patillas. —Me pasó los dedos por la mejilla.

Flotamos sobre los redondos estantes del cubículo.

Ayudé a Aenea a quitarse la camisa, los pantalones, la ropa interior. Ella pateaba cada prenda hacia la gaveta, y cerró el panel de fibra con el pie descalzo cuando todo estuvo adentro. Ambos reímos. Mis ropas flotaban, las mangas de mi camisa gesticulaban en cámara lenta.

—Iré a buscar… —dije.

—No, no irás —dijo Aenea, estrechándome.

Aun los besos exigen nuevas habilidades en cero g. El cabello de Aenea le aureolaba la cabeza como una corona solar cuando la besé: labios, ojos, mejillas, frente, de nuevo labios. Rodamos despacio, rozando la pared reluciente y lisa. Estaba tan tibia como la carne de mi querida amiga. Uno de nosotros la empujó y giramos juntos hacia el centro del ovoide.

Nuestros besos se volvieron más urgentes. Cada vez que nos movíamos para abrazarnos, rotábamos alrededor de un centro invisible de masa, los brazos y las piernas enlazados. Sin separarnos ni interrumpir el beso, extendí un brazo, esperé a estar junto a la pared y detuve nuestros giros. Mi empellón nos alejó de la pared reluciente y nos envió de nuevo hacia el centro.

Aenea interrumpió el beso y echó la cabeza hacia atrás, aún aferrando mis brazos, mirándome a distancia. Yo había visto su sonrisa miles de veces en los últimos diez años de su vida —creía conocer todas sus sonrisas—, pero ésta era más profunda, más adulta, más misteriosa, más picara que nunca.

—No te muevas —susurró, y rotó apoyándose en mi brazo.

—Aenea…

Fue todo lo que pude decir. Después no pude hablar más. Cerré los ojos, sin pensar en nada salvo en las sensaciones. Sentía las manos de mi amada en mis piernas, atrayéndome hacia ella.

Al cabo de un instante, apoyó las rodillas en mis hombros, los muslos en mi pecho. Tendí las manos hacia su espalda y la estreché, deslizando mi mejilla por los fuertes músculos de sus muslos. En Taliesin Oeste había un cocinero que tenía una gata tabby; muchas noches, cuando yo estaba sentado a solas en la terraza oeste, mirando el ocaso mientras las piedras irradiaban el calor del día, esperando la hora en que Aenea y yo nos sentaríamos en su refugio para charlar de todo y de nada, miraba la gata que lamía lentamente su cuenco de crema. Ahora recordé a esa gata, pero a los pocos minutos sólo pude concentrarme en mis abrumadoras sensaciones: mi querida amiga abriéndose a mí, el sutil sabor del mar, nuestros movimientos de marea, una lenta pero creciente palpitación en mi centro.

No sé cuánto tiempo flotamos así. Esa arrasadora excitación es un fuego que consume el tiempo. La intimidad total es una liberación de las exigencias espaciotemporales del universo. Sólo las crecientes prerrogativas de nuestra pasión y la ineluctable necesidad de una intimidad aún mayor marcaban los minutos de nuestro amor físico.

Aenea abrió aún más las piernas, se apartó, me liberó con la boca pero no con la mano. Giramos de nuevo en la luz sepia, sus dedos tensos y mi excitación en el centro de esa rotación lenta. Nos besamos, los labios húmedos, mientras Aenea me estrechaba con su cuerpo.

—Ahora —susurró, y obedecí.

Si hay un auténtico secreto del universo, está aquí, en estos primeros segundos de calidez, penetración y total aceptación por parte de nuestra amada. Nos besamos de nuevo, girando, rodeados por la luz cálida. Abrí los ojos el tiempo suficiente para ver el cabello de Aenea ondeando como la capa de Ofelia en el vinoso mar de aire. Era como abrazar a mi amada en aguas saladas y profundas, flotando sin peso, su tibieza cubriéndome como la marea, nuestros movimientos regulares como olas sobre arena.

—Oh —susurró Aenea un momento después de esta perfección.

Dejé de besarla para investigar qué nos separaba.

—La ley de Newton —susurré.

—Por cada acción… —rió Aenea, sosteniéndome los hombros como una nadadora deteniéndose a descansar.

—Una acción igual y opuesta —concluí, sonriendo hasta que me besó de nuevo.

—Solución —susurró Aenea. Cerró sus piernas sobre mis caderas. Sus pechos flotaban entre ambos, sus pezones me acariciaban el pecho.

Luego se echó hacia atrás, de nuevo la nadadora, esta vez flotando, los brazos tendidos pero los dedos aún entrelazados con los míos. Seguimos girando despacio alrededor de nuestro centro de gravedad común, un movimiento lento, y mi cabeza subía y bajaba como si montara una marsopa que hacía cabriolas en las soleadas profundidades, pero ya no me interesaba la elegante balística de nuestro acto, sólo el acto. Nos movimos más rápido en el cálido mar de aire.

Minutos después, Aenea soltó mis manos, se irguió mientras rodábamos juntos, hundió sus cortas uñas en mi espalda, me besó con frenética voracidad y apartó la boca para jadear y gritar, una vez, suavemente. En el mismo instante, sentí que su cálido universo se cerraba alrededor de mí con esa palpitación breve y ceñida, ese pulso íntimo y compartido. Un segundo después fui yo quien jadeó, aferrándola mientras palpitaba en su interior, susurrándole en el cuello salado y el cabello flotante.

—Aenea… Aenea…

Una plegaria. Mi única plegaria de entonces. Mi única plegaria de hoy.

Flotamos largo rato juntos aun después de volver a ser dos personas en vez de una. Nuestras piernas aún estaban entrelazadas, nuestros dedos se acariciaban. Le besé el cuello y sentí su pulso como un eco de memoria contra mis labios. Ella me pasó los dedos por el cabello sudado.

En ese momento no importaba el pasado. Tampoco importaba ningún terrible acontecimiento del futuro. Lo que importaba era su piel contra la mía, su mano sosteniéndome, el perfume de su cabello y su piel y la calidez de su aliento contra mi pecho. Esto era satori. Esto era la verdad.

Aenea se alejó un instante para traer una toalla caliente y húmeda del cubículo. Nos turnamos para enjugarnos el sudor. Mi camisa pasó flotando, intentando nadar en la corriente de aire con las mangas vacías. Aenea rió, siguió frotándome lentamente con la toalla. Ese sencillo acto pronto fue otra cosa.

—Eh —dijo sonriendo—. ¿Qué está pasando?

—¿La ley de Newton?

—Tiene sentido —susurró ella—. ¿Entonces cuál sería la reacción si yo hiciera… esto?

Creo que los dos nos sorprendimos del resultado instantáneo de su experimento.

—Faltan horas para la reunión en la nave arbórea —murmuró Aenea. Le dijo algo a la vaina viviente y la pared curva se volvió absolutamente transparente. Era como si flotáramos entre esas ramas y hojas gigantescas, alternativamente bañados por el sol y sumergidos en la noche y las estrellas.

—No te preocupes —dijo Aenea—, podemos ver hacia fuera, pero el exterior es opaco, reflectante.

—¿Cómo puedes estar segura? —susurré, besándole de nuevo el cuello, buscando su suave pulso.

Aenea suspiró.

—Supongo que no podemos estar seguros sin salir a mirar. El problema de David Hume.

Traté de recordar los libros de filosofía que había leído en Taliesin, recordé nuestras charlas sobre Berkeley, Hume y Kant, y me eché a reír.

—Podemos cerciorarnos de otro modo —dije, acariciándole las pantorrillas y las piernas con mis pies descalzos.

—¿Cuál? —murmuró mi amiga, los ojos cerrados.

—Si alguien puede ver adentro —dije, flotando detrás de ella, frotándole la espalda sin permitir que se alejara—, habrá una gran multitud de ángeles éxters, naves templarias y graneros cometarios flotando ahí afuera dentro de treinta minutos.

—¿Sí? —dijo Aenea, sin abrir los ojos—. ¿Y por qué?

Empecé a mostrárselo.

Ella abrió los ojos.

—Cielos —murmuró.

Temí haberla escandalizado.

—¿Raul? —susurró.

—¿Sí? —dije, sin detenerme en lo que hacía. Cerré los ojos.

—Tal vez tengas algo de razón en cuanto a la pared —dijo Aenea, suspirando más hondamente.

—¿SÍ?

Ella me cogió las orejas, flotó, se me acercó más y susurró:

—¿Por qué no dejamos que el exterior sea transparente y la pared interna reflectante?

Abrí los ojos.

—Sólo bromeaba —susurró Aenea, alejándose de la pared, llevándome consigo hacia la esfera central de aire cálido.

Las estrellas ardían alrededor.

Asistimos a la cena y conferencia del Yggdrasill con ropa formal negra. La visita a una de las legendarias naves arbóreas me había creado grandes expectativas y me decepcioné un poco al comprobar que habíamos pasado de las ramas de la biosfera a la nave sin que yo me diera cuenta. Sólo cuando cientos de nosotros estuvimos reunidos en una serie de plataformas y vainas abiertas —cuando la nave se desprendió y se alejó de esas hojas grandes como ciudades, esas ramas grandes como provincias, esos troncos grandes como continentes— comprendí que estábamos a bordo y en movimiento.

El Yggdrasill debía tener poco más de un kilómetro de longitud desde la ahusada copa del árbol hasta las resplandeciente raíces de hirviente energía de fusión. Al desplazarnos recobramos un poco de gravedad, quizás un porcentaje mínimo, pero aun así era desconcertante después de tanto tiempo en cero g. Sin embargo nos ayudó a orientarnos, pues todos pudimos sentarnos ante mesas y mirarnos a los ojos en vez de buscar una posición flotante. Pensé en Aenea y las últimas horas que habíamos pasado juntos y me sonrojé. Había mesas y sillas en las plataformas, y muchos de los que no estaban sentados ocupaban los puentes colgantes que unían las plataformas a ramas más extensas, o las escaleras de caracol que ascendían por ramas y hojas que rodeaban el tronco central como lianas, o bien colgaban de hamacas y pérgolas.

Aenea y yo estábamos sentados a la redonda mesa central junto a Het Masteen, Verdadera Voz del Árbol, los dirigentes éxters y una cuarentena de templarios, refugiados de T'ien Shan y otros. Yo estaba a la izquierda de Aenea. Los dignatarios templarios estaban sentados a su derecha. Aun ahora recuerdo el nombre de la mayoría de ellos.

Además del capitán de la nave, Het Masteen, había media docena de templarios, entre ellos Ket Rosteen, Verdadera Voz del Árbol Estelar, Sumo Sacerdote del Muir y Vocero de la Hermandad Templaria. Los éxters incluían a Systenj Coredwell y Navson Hamnim, pero había otros que tenían un aspecto similar a estos arquetipos altos y delgados: Am Chipeta y Kent Quinkent, una pareja de éxters más morenos y más bajos, con ojos vivaces y sin membranas entre los dedos; Sian Quintana Ka'an, una mujer que usaba una espléndida túnica de plumas brillantes o había nacido con ellas, y sus amigos de plumas azules. Paul Uray y Morgan Bottoms. Otros dos, Drivenj Nicaagat y Palou Koror, congeniaban más con el estereotipo éxter, pues estaban adaptados al vacío y usaban sus dermotrajes plateados.

Había cuatro seneschai aluit de Hebrón: LLeeoonn y OOeeaall, a quienes había conocido en la reunión anterior, y un par que Aenea presentó como AAllooee y NNeelloo. Supuse que los cuatro estaban emparentados o casados de alguna manera compleja.

Los akerataeloi parecían estar ausentes, hasta que Aenea señaló un lugar entre las ramas donde la microgravedad era aún menor, y allí, entre los espejines y aves-fulgor, flotaban los seres semejantes a plaquetas. Aun los ergs que controlaban el campo de contención de la nave arbórea estaban presentes indirectamente, en tres cubos de Moebius con cubos traductores encastrados en sus matrices negras.

El padre capitán De Soya estaba a mi izquierda, con el sargento Gregorius al lado. Junto al sargento estaba el coronel Fedmahn Kassad, con su uniforme negro de FUERZA, como un holo del pasado de la Hegemonía. Junto a Kassad estaba la Marrana del Rayo, tan erguida y altiva como el guerrero de FUERZA, y junto a ella, con ojos brillantes y atentos, estaba Getswang Ngwang Lobsang Tengin Gyapso Sisunwangyur Tshungpa Mapai Dhepal Sangpo, el Dalai Lama niño.

Los demás refugiados de T'ien Shan estaban en la plataforma, y vi a Lhomo Dondrub, Labsang Samten, George y Jigme, Haruyuki, Kenshiro, Voytek, Viki, Kuku, Kay y otros ante la mesa principal. Más allá de los templarios estaban A. Bettik, Rachel y Theo Bernard. Rachel no apartaba los ojos del coronel Kassad, salvo para mirar a Aenea cuando ella hablaba. Era como si los demás no estuviéramos allí.

Diminutos criados templarios que Aenea describió como clones tripulantes nos sirvieron agua y bebidas más fuertes y por un rato charlamos cortésmente. Luego se hizo un silencio profundo como una plegaria. Cuando Ket Rosteen, Verdadera Voz del Árbol Estelar, se levantó para hablar, todos los demás se pusieron de pie.

—Amigos míos —dijo—, hermanos en el Muir, honorables aliados éxters, hermanos sentientes del máximo árbol de la vida, humanos refugiados de Pax, muy reverenciada La Que Enseña.

»Como sabemos la mayoría de los presentes, el período que la Iglesia del Alcaudón llamaba los Días de la Expiación, que ya nos han acompañado durante casi tres siglos, toca a su fin. La Verdaderas Voces de la Hermandad del Muir han seguido tanto la senda de la profecía como la senda de la conservación, aguardando los hechos mientras acontecían, plantando semillas mientras el suelo de la revelación se revelaba fértil.

»En los meses y años venideros se determinará el futuro de muchas especies, no sólo la humana. Aunque hay entre nosotros quienes han recibido el don de vislumbrar imágenes del futuro, probabilidades arrojadas como dados sobre el desigual paño del espacio y el tiempo, aun estos privilegiados saben que no existe un futuro ordenado de antemano. Los acontecimientos son fluidos. El futuro es como el humo de un bosque en llamas, y el viento, ciertos hechos específicos o el coraje personal se encargan de soplar las chispas y rescoldos de la realidad en una u otra dirección.

»En este día, en esta nave arbórea, en la Yggdrasill renacida y rebautizada, determinaremos la senda de nuestro futuro. Ruego a la Fuerza Vital entrevista por el Muir no sólo que sobreviva la Biosfera del Árbol Estelar, no sólo que sobreviva la Hermandad, no sólo que sobrevivan nuestros hermanos éxters, no sólo que sobrevivan nuestros perseguidos primos sentientes de los seneschai, los akerataeli, los ergs y los zeplin, no sólo que sobreviva la especie conocida como humanidad, sino que nuestras profecías comiencen a realizarse y que todas las especies de la amada vida, tanto la humanidad como la tortuga de caparazón blando y el boca de lámpara de Mare Infinitus, la araña saltarina y el árbol tesla, el mapache de Vieja Tierra y el halcón Thomas de Alianza Maui, que todas las especies amadas por la vida se unan en el renacer del respeto, en cuanto socios en el creciente ciclo de la vida del universo.

La Verdadera Voz del Árbol Estelar se volvió hacia Aenea con una inclinación.

—Te reverenciamos, La Que Enseña, y hoy estamos reunidos aquí por ti. Sabemos por las profecías, las de nuestra Hermandad y las de otros que han tocado el nexo conocido como Vacío Que Vincula, que eres la mayor esperanza de conciliación entre la humanidad y el Núcleo, entre el género humano y otros géneros. También sabemos que el tiempo escasea y que el futuro inmediato alberga el potencial para el comienzo de esta conciliación y nuestra liberación, o para una destrucción casi total. Antes de tomar decisiones, los presentes deben hacer las preguntas finales. ¿Te unirás a nuestra discusión? ¿Es éste el momento de decir las cosas que deben decirse y comprenderse antes de que todos los mundos y moradas de los éxters, los templarios, Pax y la heterogénea humanidad se unan en la batalla final por el alma de la humanidad?

—Sí —dijo Aenea.

La verdadera Voz del Árbol se sentó. Aenea se puso de pie, esperó. Yo saqué mi pizarra del bolsillo del chaleco.

ÉXTER SYSTENJ COREDWELL: M. Aenea, respetadísima La Que Enseña, ¿puedes decirnos con certeza si la Biosfera, nuestro Árbol Estelar, se librará de la destrucción y del ataque de Pax?

AENEA: No puedo, ciudadano Coredwell. Y si pudiera, sería erróneo que hablara de ello. No es mi función predecir las probabilidades contenidas en los grandes epiciclos de caos que son los futuros. Puedo decir sin la menor duda que los próximos días y semanas determinarán si esta asombrosa Biosfera sobrevivirá o no. En gran medida lo determinarán nuestros propios actos. No existe un solo rumbo correcto.

Y deseo solicitar algo. Aquí hay amigos míos que son nuevos en el Árbol Estelar y el espacio éxter. Sería una ayuda para ellos que alguien explicara la historia de la raza éxter, de la Biosfera y otros proyectos, de la filosofía éxter y templaría.

ÉXTER SlAN QUINTANA KA'AN: Será un placer hablar con nuestros huéspedes, amiga Aenea. Es importante que todos los presentes comprendan lo que está en juego.

Como bien saben nuestros hermanos éxters y templarios, la raza éxter fue creada hace más de ochocientos años en veintenas de sistemas estelares alejados entre sí. Naves sembradoras humanas con colonos adiestrados en las artes genéticas fueron enviados desde el sistema de Vieja Tierra en las grandes expansiones pre-Hégira. En general estas naves sembradoras eran más lentas que la luz: flotas de toscas naves Bussard, naves de vela solar, naves de pala iónica, naves propulsadas por detonaciones nucleares, esferas gravitatorias Dyson, naves de contención de impulso láser… sólo unas docenas de las últimas naves sembradoras eran naves Hawking C-plus.

Estos colonos, nuestros antepasados, la mayoría viajando en un sueño frío más profundo que la fuga criogénica, se contaban entre los mejores ARNistas, nanotécnicos e ingenieros genéticos de Vieja Tierra. Su misión era encontrar mundos habitables y, en ausencia de tecnología terraformadora, someter a bioingeniería y nanotecnología los millones de formas de vida terrícolas congeladas a bordo de sus naves, creando adaptaciones viables para esos mundos.

Como sabemos, un puñado de las naves sembradoras llegó a mundos habitables… Nueva Tierra, Tau Ceti, Mundo de Barnard. La mayoría llegó a sistemas donde no podía sobrevivir ninguna forma de vida. Los colonos tenían la opción de continuar, esperando que los sistemas de a bordo los mantuvieran durante largas décadas o siglos de viaje, o podían usar sus aptitudes de bioingenieros para adaptar sus cuerpos y los embriones de sus arcas a condiciones mucho más duras de las que habían previsto los planificadores.

Y eso hicieron. Usando la más avanzada nanotecnología, con métodos reprimidos por el TecnoNúcleo en Vieja Tierra y a principios de la Hegemonía, estos humanos se adaptaron a mundos inhóspitos y a los aún más inhóspitos espacios interplanetarios e interestelares. Al cabo de siglos, el uso del motor Hawking se había difundido en la mayoría de estos alejados enjambres de colonos éxters, pero el afán de encontrar mundos más propicios se había extinguido. Ahora deseaban seguir adaptándose, y permitir que todos los huérfanos de Vieja Tierra se adaptaran a las condiciones que ofrecieran el lugar y el espacio.

Y con esta nueva misión se desarrolló nuestra filosofía, imbuida de fervor religioso: propagar la vida por la galaxia, por todo el universo. No sólo la vida humana, no sólo las formas de Vieja Tierra, sino la vida en todas sus infinitas y complejas variaciones.

Quizás algunos de nuestros visitantes ignoren que el objetivo final de los éxters y nuestros hermanos templarios no es sólo el Árbol Estelar que vemos en derredor, sino que el aire, el agua y la vida llenen casi todo el espacio entre el Árbol Estelar y aquel sol amarillo.

La Hermandad del Muir y nuestras confederaciones de éxters desean el verdecer de la superficie, los mares y la atmósfera de cada mundo, de cada estrella, por medio de la vida.

Más aún, ansiamos el verdecer de la galaxia, crear zarcillos que lleguen a galaxias cercanas, supercuerdas de vida.

Un subproducto de esta filosofía, y el motivo por el cual la Iglesia y Pax procuran destruirnos, es que durante siglos hemos adaptado la evolución humana a las exigencias que nos impone el medio ambiente. Hasta ahora no hay especies humanas aparte del Homo sapiens. Todos nosotros podemos procrear con cualquier templario o humano de Pax. Pero las diferencias aumentan, la brecha genética se ensancha. Ya hay formas de humanidad éxter tan diferentes que bordeamos una nueva especie humana… y esas diferencias se legan genéticamente a nuestra prole.

La Iglesia no puede tolerarlo. Y así estamos ensarzados en esta guerra terrible, decidiendo si la humanidad debe seguir siendo una sola especie, o si se podrá permitir que continúe nuestra celebración de la diversidad en el universo.

AENEA: Gracias, ciudadana Sian Quintana Ka'an. Creo que todo esto ha ayudado a los amigos que son nuevos en el espacio éxter. También es importante que los demás lo recordemos mientras tomamos estas trascendentes decisiones. ¿Alguien más desea hablar?

DALAI LAMA: Amiga Aenea, tengo un comentario y una pregunta. La promesa de inmortalidad de Pax me indujo a pensar, al menos por un momento, en convertirme a la fe cristiana. Aquí todos aman la vida, es la brillante hebra de nuestro tejido común. ¿Puedes decirnos por qué el cruciforme es malo para nosotros? Y debo aclarar que su carácter de simbionte o parásito no es un obstáculo para mí ni para muchos otros. Nuestros cuerpos albergan muchas formas de vida, las bacterias de nuestras entrañas, por ejemplo, que se alimentan de nosotros pero nos dejan vivir. Amiga Aenea, ¿qué es el cruciforme? ¿Y por qué debemos evitarlo?

AENEA: (cierra, los ojos con un suspiro, los abre para mirar los del niño) Su Santidad, el cruciforme nació de la desesperación del TecnoNúcleo ante el ataque de Meina Gladstone, que provocó la Caída de los Teleyectores.

El TecnoNúcleo, como os he dicho a todos en diversos foros, vive y piensa sólo como parásito. En ese sentido, la humanidad ha sido largo tiempo un socio simbiótico del Núcleo. Nuestra tecnología fue creada y limitada por diseños del Núcleo. Nuestras sociedades fueron creadas, alteradas y destruidas por planes del Núcleo y temores del Núcleo. Nuestra existencia como seres humanos ha sido definida en gran medida por la incesante danza de miedo y parasitismo de las entidades IA del Núcleo.

Después de la Caída, cuando el Núcleo dejó de controlar la Hegemonía a través de sus esferas de datos y teleyectores, cuando el Núcleo perdió su mayor recurso informático —su parasitismo directo sobre miles de millones de cerebros humanos que recorrían el Vacío Que Vincula a través de los teleyectores—, tenía que encontrar un nuevo modo de explotar a la humanidad. Y tenía que encontrarlo sin dilación.

De ahí el cruciforme. Esto es nanotecnología en su expresión más refinada y más insultante. Nuestros amigos éxters usan la ingeniería genética avanzada combinada con la nanotecnología para promover la causa de la vida en el universo. El TecnoNúcleo, en cambio, la usa para promover la causa del hiperparasitismo.

Cada cruciforme está constituido por miles de millones de entidades nanotecnológicas conectadas con el Núcleo, cada cual en contacto con otros cruciformes y el Núcleo mediante un uso infame del Vacío Que Vincula. El TecnoNúcleo conoce el Vacío desde hace un milenio, y lo usa desde entonces. Mejor dicho, abusa de él. El impulso Hawking abrió agujeros en el Vacío. Los teleyectores rasgaron la tela esencial del Vacío. La metaesfera de información del Núcleo y la ultralínea robaban información al Vacío Que Vincula en modos que cegaron a especies enteras, destruyeron milenios de recuerdos. Pero el cruciforme constituye el abuso más cínico y terrible.

El cruciforme no parece milagroso por su capacidad de restaurar una forma de vida, ya que la tecnología nos ha ofrecido variaciones sobre eso durante siglos, sino por su capacidad para restaurar la personalidad y los recuerdos del difunto. Cuando uno advierte que esto exige una capacidad de almacenamiento de información que supera los 6 X 1023 bytes por cada ser humano resucitado, el hecho del cruciforme parece realmente milagroso. Los que pertenecen a la jerarquía de la Iglesia Católica y conocen el papel secreto del Núcleo en todas las resurrecciones atribuyen este asombroso, imposible, poder informático al potencial de almacenamiento de la megaesfera del Núcleo.

Pero el Núcleo no posee esa capacidad. Aun cuando los Máximos intentaban crear la entidad informática artificial perfecta, la Inteligencia Máxima, analizadora de todas las variables, ninguna IA del Núcleo tenía capacidad para almacenar los bytes necesarios para que una sola personalidad humana pudiera ser grabada y resucitada. Aun si el Núcleo poseyera esa capacidad de almacenamiento de información, nunca tendría la energía necesaria para convertir átomos y moléculas en la entidad viviente precisa que es el cuerpo de un ser humano, y mucho menos para reproducir la intrincada danza ondulatoria que es una personalidad humana.

La resurrección de una persona era y sigue siendo imposible para el Núcleo.

Es decir, imposible a menos que saquee aún más el Vacío Que Vincula, ese medio transtemporal e interestelar que alberga la memoria y las emociones de todas las especies sentientes.

Y el Núcleo lo hizo sin vacilar. El Vacío Que Vincula registra la personalidad individual de todos los humanos que usan cruciforme… el cruciforme es sólo un dispositivo nanotecnológico de transferencia de datos engendrado por el Núcleo.

Pero cada vez que resucita una persona, partes de miles de personalidades, humanas o no, son borradas del registro permanente que es el Vacío Que Vincula. Los que han comulgado conmigo, los que han aprendido el idioma de los muertos y de los vivos, los que han intentado oír la música de las esferas y han evaluado el potencial de dar ese primer paso en el Vacío Que Vincula, comprenden el salvajismo de este acto vandálico. Debemos detenerlo. Yo debo detenerlo.

(Aenea cierra los ojos un largo instante, los abre de nuevo y continúa).

Pero éste no es el único mal del cruciforme.

Insisto, las IAs del Núcleo son parásitos. No pueden dejar de serlo. Además de controlar a la humanidad por intermedio de la Iglesia —y de usar el cruciforme para infligir dolor, si falla todo lo demás—, tienen otro motivo para ofrecer a la humanidad la resurrección por el cruciforme.

Con la Caída de los Teleyectores, se interrumpió el uso de billones de neuronas humanas en el proyecto Inteligencia Máxima. Sin el ardid de los teleyectores para adherirse como sanguijuelas al cerebro humano, para robar la energía vital de las neuronas y los frentes ondulatorios holísticos de sus huéspedes humanos, para conectar millones de mentes humanas en dispositivos informáticos paralelos, el proyecto Inteligencia Máxima tuvo que detenerse. Con los cruciformes, este parasitismo del cerebro humano se ha reanudado.

Pero ahora es más complejo que el contacto de millones de mentes humanas trabajando en paralelo al servicio del Núcleo. Ya en el siglo veinte de nuestra era, los investigadores humanos que analizaban redes neuronales compuestas por inteligencias de silicio preIA, descubrieron que el mejor modo de volver creativa una red neuronal era matarla. En esos segundos de agonía, en los últimos nanosegundos de existencia de una conciencia sentiente, los procesos lineales y esencialmente binarios de las redes neuronales informáticas saltaban barreras, se volvían frenéticamente creativas, al liberarse del proceso binario de encendido-apagado.

Las simulaciones informáticas de juegos de guerra, a fines del siglo veinte, ya mostraban que las redes neuronales moribundas tomaban decisiones inesperadas pero muy creativas: la IA primitiva y preconsciente que controlaba una vapuleada flota marítima en una simulación, por ejemplo, de repente hundía sus buques averiados para que el resto de la flota pudiera escapar. Ése era el genio de la creatividad moribunda, no lineal, de la red neuronal.

El Núcleo carece de esa creatividad. Esencialmente, posee la arquitectura neuronal y serial de las CPU seriales desde donde evolucionó, acoplada con la mentalidad obsesiva y no creativa del parásito externo.

Con el cruciforme, esa gran red neuronal informática constituida por los cristianos con cruciforme ha encontrado una fuente de creatividad casi ilimitada. Lo único que necesita como catalizador de creatividad es la muerte de grandes sectores de la red neuronal. Y los humanos proveen esta materia prima en abundancia.

Las IAs del Núcleo acechan como vampiros para alimentarse de los cerebros humanos moribundos, sorbiendo la médula de creatividad de los huesos mentales de la humanidad. Y cuando las muertes están por debajo del nivel necesario, o cuando necesitan soluciones creativas, orquestan varios millones de muertes.

Ocurren accidentes extraños. La salud humana no es como hace pocos siglos. Hay incremento de la muerte por cáncer, las enfermedades cardíacas y males similares. Y hay formas aún más astutas de mortalidad planeada. Aunque Pax ha impuesto la paz dentro del imperio interestelar humano, los episodios de muerte violenta están aumentando. Se introducen nuevas formas de muerte. Las naves arcángel son un comienzo en ese sentido. La muerte es un producto barato para el cristiano renacido, pero para el Núcleo es una rica fuente de creatividad orquestada.

De ahí el cruciforme. Y de ahí, creo, al menos una razón para extirpar esas cosas del cuerpo humano y del alma humana.

(Cuando Aenea calla, hay un largo silencio. Las hojas de la nave arbórea susurran en la brisa. Ninguno de los cientos de humanos y homínidos que hay en las plataformas, ramas, puentes o escaleras pestañea, tan intensamente miran a mi amiga. Al fin se alza una voz).

PADRE CAPITÁN DE SOYA: Yo todavía respeto los votos de un sacerdote católico. ¿No hay esperanza para mi Iglesia? No la Iglesia de Pax, sujeta al control del TecnoNúcleo y el capricho de hombres y mujeres codiciosos, sino la Iglesia de Jesucristo y los cientos de millones que siguieron Su palabra.

AENEA: Federico, padre De Soya, a ti te corresponde responder esa pregunta. A ti y a los fieles como tú. Pero puedo decirte que hay miles de millones de hombres y mujeres, algunos que llevan el cruciforme, otros que no, que anhelan regresar a una Iglesia que se interese en cuestiones espirituales, en las enseñanzas de Cristo y las cuestiones más profundas del corazón, en vez de esta obsesión con una resurrección falsa.

TEMPLARIO HET MASTEEN: Reverenciada La Que Enseña, quisiera cambiar de tema, pasar de lo cósmico y lo teológico a lo más personal y mezquino.

AENEA: Nada que tú digas podría ser mezquino, Verdadera Voz del Árbol Het Masteen.

TEMPLARIO HET MASTEEN: Estuve en la peregrinación de Hyperion con tu madre, reverenciada La Que Enseña.

AENEA: Ella me habló con frecuencia de ti, Verdadera Voz del Árbol Het Masteen.

TEMPLARIO HET MASTEEN: Y en mis conversaciones contigo, y con mis hermanos de la Hermandad del Muir, he llegado a entender que es mi destino servir al Muir y la causa de la Vida en esta era, tal como lo profetizaron hace siglos los que vieron el Vacío Que Vincula. Pero en estos días, y a pesar del esfuerzo de mis hermanos y mis amables amigos éxters, oí hablar del poema épico de Martin Silenus y encontré una edición de los Cantos

AENEA: Lo lamento, Verdadera Voz del Árbol Het Masteen. Mi tío Martin escribió eso con lo que sabía, pero no lo sabía todo.

TEMPLARIO HET MASTEEN: Pero los Cantos, reverenciada La Que Enseña, dicen que los peregrinos, y mi amigo el coronel Kassad lo ha confirmado, me encuentran en Hyperion, en el valle de las Tumbas de Tiempo, y que muero poco después.

AENEA: Esto es verdad en el contexto de los Cantos, pero…

TEMPLARIO HET MASTEEN: (alzando una mano para silenciar a mi amiga) No me preocupa que mi retorno por el tiempo a la peregrinación de Hyperion, y mi muerte, sean inevitables, reverenciada La Que Enseña. Entiendo que éste es sólo un futuro posible para mí… al margen de que sea probable o deseable. Pero deseo aclarar la verdad de las últimas palabras que pronuncio en los Cantos del viejo poeta. ¿Es verdad que poco antes de morir gritaré que soy el elegido, que debo guiar el Árbol del Dolor en el tiempo de la expiación?

AENEA: Así está escrito en los Cantos, Verdadera Voz del Árbol Het Masteen.

TEMPLARIO HET MASTEEN: (sonriendo) ¿Y ese tiempo se avecina, reverenciada La Que Enseña? ¿Usarás el Yggdrasill como Árbol de Dolor de nuestra expiación, como dicen las profecías?

AENEA: Lo haré, Verdadera Voz del Árbol Het Masteen. Dentro de unos días partiré para llevar a cabo esa expiación. Solicito formalmente que el Yggdrasill sea el instrumento de nuestro viaje y el instrumento de esa Expiación. Pediré a muchos de los presentes que me acompañen en ese viaje final. Y te solicito formalmente, Verdadera Voz del Árbol Het Masteen, que capitanees la nave arbórea Yggdrasill, luego conocida como Árbol del Dolor, en este viaje.

TEMPLARIO HET MASTEEN: Acepto formalmente tu invitación y convengo en capitanear la nave arbórea Yggdrasill en esta misión de expiación, reverenciada La Que Enseña.

(Hay unos minutos de silencio).

CAPATAZ JIGME NORBU: Aenea, George y yo tenemos una pregunta.

AENEA: Sí, Jigme.

CAPATAZ JIGME NORBU: Nos has hablado del genocidio cometido por el TecnoNúcleo en mundos como Hebrón, Qom-Riyadh y otros. Bien, no es exactamente genocidio, pues las poblaciones han sido sometidas a una especie de sueño mortuorio, un terrible secuestro.

AENEA: Sí.

CAPATAZ JIGME NORBU: ¿Ha sucedido esto con nuestro amado T'ien Shan, las Montañas del Cielo, cuando partimos? ¿Nuestros amigos y familiares han sido silenciados con esa vara de muerte del Núcleo, y llevados a un mundo laberíntico?

AENEA: Sí, Jigme. Lamento decir que ha sucedido. En este momento están transportando los cuerpos.

KUKU SE: ¿Por qué? ¿Por qué secuestran estas poblaciones? Los judíos, los musulmanes, los hinduistas, los ateos, los marxistas… y ahora nuestro bello mundo budista. ¿Pax se propone destruir todos los demás credos?

AENEA: Ésa es la motivación de Pax y la Iglesia, Kuku. Para el TecnoNúcleo es un asunto mucho más complicado. Sin el parásito cruciforme en estas poblaciones no cristianas, el Núcleo no puede usar a esos humanos en su red neuronal moribunda. Al almacenar a estos millones de personas en su seudomuerte, el Núcleo puede usar sus mentes en su vasta red neuronal de proceso paralelo. Es un trato mutuamente beneficioso. La Iglesia, que se encarga del traslado, ya no es amenazada por no creyentes. El Núcleo, que provoca el sueño mortuorio y se encarga de almacenarlos en los Laberintos, obtiene nuevos circuitos para su red de Inteligencia Máxima.

CAPATAZ JIGME NORBU: ¿No hay esperanza, pues? ¿No podemos hacer nada para ayudar a nuestros amigos?

ÉXTER NAVSON HAMNIM: Perdón por interrumpir, M. Tsarong, M. Aenea, pero deberíamos explicar a nuestros amigos que cuando los enjambres éxters y nuestros aliados templarios realicen la ofensiva contra Pax, nuestro primer objetivo es liberar los mundos laberínticos donde están almacenadas estas poblaciones y tratar de revivirlas.

DORJE PHAMO: (con voz estridente) ¿Revivirlas? ¿Cómo? ¿Es posible hacerlo?

AENEA: Sí, atacando directamente al TecnoNúcleo.

LHOMO DONDRUB: ¿Y dónde está el TecnoNúcleo, Aenea? Dímelo e iré ahora mismo a luchar con esas cobardes IAs.

AENEA: El paradero del TecnoNúcleo ha sido el secreto mejor guardado de las IAs desde que abandonaron Vieja Tierra hace mil años estándar, Lhomo. Su posición ha permanecido oculta desde entonces. Ese secreto es su mejor defensa contra todo organismo huésped que pueda volverse contra sus parásitos.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: La FEM Meina Gladstone estaba convencida de que el Núcleo habitaba en los intersticios del medio teleyector, como arañas invisibles en una tela invisible. Por eso autorizó el bombardeo de la red teleyectora… para atacar el Núcleo. ¿Estaba equivocada? ¿Los teleyectores se destruyeron en vano?

AENEA: Estaba equivocada, Fedmahn. La posición física del Núcleo no estaba en el medio teleyector, que es la tela del Vacío Que Vincula. Pero la destrucción de los teleyectores no fue en vano. Privó al Núcleo del medio parasitario por el cual se alimentaba de mentes humanas, silenciando parte de su red de datos en la megaesfera.

LHOMO DONDRUB: Pero, Aenea, ¿tú sabes dónde reside el Núcleo?

AENEA: Creo que sí.

LHOMO DONDRUB: ¿Nos lo dirás para que podamos atacarlos con uñas y dientes, y con balas y armas de plasma?

AENEA: No lo diré ahora, Lhomo. No lo diré hasta estar segura. Y el Núcleo no puede ser atacado con armas físicas, así como no está al alcance de entidades físicas.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: ¿Una vez más son invulnerables a nuestros ataques? ¿No es posible enfrentarse a él?

AENEA: Ni una cosa ni la otra. Si los hados lo permiten, encabezaré personalmente el ataque contra el Núcleo físico. Más aún, ese ataque ya ha comenzado en modos que espero aclarar más tarde. Y prometo que me enfrentaré a las IAs en su guarida.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: M. Aenea, hija de Brawne, ¿puedo hacer una pregunta concerniente a mi propio destino y futuro?

AENEA: Intentaré responder, coronel, pero repito que soy reacia a comentar detalles de un tema tan fluido como el futuro.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: Reacia o no, niña, creo que merezco una respuesta. También yo he leído esos malditos Cantos. En ellos se dice que seguí al espectro Moneta al futuro mientras combatía con el Alcaudón, tratando de impedir que exterminara a los demás peregrinos. Esto era verdad. Hace unos meses llegué aquí. Moneta desapareció, pero ha reaparecido en la versión más joven de esta mujer que se hace llamar Rachel Weintraub. Pero los Cantos también declaran que pronto me encontraré en una gran batalla con legiones de Alcaudones, moriré y seré sepultado en la nueva Tumba de Tiempo llamada Monolito de Cristal, en Hyperion, donde mi cuerpo retrocede en el tiempo acompañado por Moneta. ¿Cómo es posible, M. Aenea? ¿He llegado al tiempo equivocado, al lugar equivocado?

AENEA: Coronel Kassad, amigo y protector de mi madre y los demás peregrinos, ten la certeza de que todo sucede de acuerdo con el plan, sea cual fuere. El tío Martin escribió los Cantos valiéndose de las revelaciones que se le ofrecieron, pero no disponía de todos los detalles de tu vida, ni de la mía. Más aún, se le reveló muy poco sobre lo que sucedería fuera de su presencia.

Puedo decirte esto, coronel Kassad… la batalla con el Alcaudón es cierta, aunque esté expresada metafóricamente. Un futuro posible para ti es morir en batalla con el Alcaudón, con muchos Alcaudones, y ser sepultado en el Monolito de Cristal con un funeral heroico. Pero si esto sucede, será después de muchos años y muchas otras batallas. Hay trabajo para ti en los días, meses, años y décadas venideros. Ahora te pido que me acompañes en el Yggdrasill cuando yo parta dentro de tres días. Ése será el primer paso hacia esas batallas.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: (sonriendo) Pero no respondes del todo la pregunta, M. Aenea. ¿Puedo preguntarte si el Alcaudón estará en tu Árbol del Dolor cuando parta dentro de tres días estándar?

AENEA: Creo que sí, coronel Kassad.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: No nos has dicho, M. Aenea, qué es el Alcaudón, de dónde viene, cuál es su papel en este juego de siglos.

AENEA: Es verdad, coronel, no os lo he dicho.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: ¿Alguna vez se lo has dicho a alguien?

AENEA: No.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: ¿Pero conoces el origen del Alcaudón?

AENEA: Sí.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: ¿Nos lo dirás, hija de Brawne Lamia?

AENEA: Preferiría no hacerlo, coronel.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: Pero lo harás si te preguntan de nuevo, ¿verdad? ¿Al menos responderás mis preguntas directas sobre el asunto?

AENEA (asiente en silencio, y veo lágrimas en sus ojos).

CORONEL FEDMAHN KASSAD: El Alcaudón aparece inicialmente en ese futuro donde batallo con él como dicen los Cantos, ¿verdad, M. Aenea? ¿Ese futuro donde el Núcleo se prepara para la última batalla con sus enemigos?

AENEA: Sí.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: Y el Alcaudón es… será… una construcción, ¿verdad? Una cosa artificial, creada por el Núcleo.

AENEA: Así es.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: Será una extraña amalgama de habilidad tecnológica del Núcleo, energía del Vacío Que Vincula y la personalidad cíbrida reciclada de un ser humano real, ¿verdad, M. Aenea?

AENEA: Sí, coronel. Será todas esas cosas y más.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: Y el Alcaudón será creado por el Núcleo pero se convertirá en sirviente y avatar de otros poderes o entidades, ¿verdad?

AENEA: Sí.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: Aenea, ¿aceptas que el Alcaudón será un peón de ambos bandos, de todos los bandos, en esta guerra por el alma de la humanidad, esta guerra que brinca en el tiempo como una partida de ajedrez tetradimensional?

AENEA: Sí, coronel… pero no un peón. Tal vez un alfil.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: De acuerdo, un alfil. Y este alfil cíbrido, conectado con el Vacío Que Vincula, ARNificado, con su ADN modificado, realzado con nanotecnología, terriblemente mutado… comienza con la personalidad de un guerrero, ¿verdad? Tal vez un oponente en este juego milenario.

AENEA: ¿Necesitas saber esto, coronel? No hay mayor infierno que ver los detalles precisos de nuestro…

CORONEL FEDMAHN KASSAD (suavemente): ¿De nuestro futuro? ¿De nuestra propia muerte? ¿De nuestro destino? Lo sé, Aenea, hija de mi amiga Brawne Lamia. Sé que has cargado con terribles certidumbres y visiones desde que naciste, desde los días en que tu madre y yo cruzamos los mares y montañas de Hyperion en busca de lo que creíamos nuestro destino con el Alcaudón. Sé que ha sido muy difícil para ti, Aenea, joven amiga… más difícil de lo que cualquiera de nosotros podría imaginar. Ninguno de nosotros nació con semejante carga.

Pero todavía quiero saber esta parte de mi propio destino. Y creo que mis años de servicio en la causa de esta batalla, años pasados y años venideros, me han ganado el derecho a una respuesta.

¿El Alcaudón está basado en la personalidad de un guerrero?

AENEA: Sí.

CORONEL FEDMAHN KASSAD: ¿La mía? Después de mi muerte en batalla, ¿el Núcleo o algún otro poder incorporará mi voluntad, mi alma, mi personalidad a ese monstruo y lo enviará de vuelta en el tiempo por el Monolito de Cristal?

AENEA: Sí, coronel. Partes de tu personalidad, sólo partes, serán incorporadas a la construcción viviente llamada Alcaudón.

CORONEL FEDMAHN KASSAD (riendo): ¿Pero también puedo derrotarlo en batalla?

AENEA: Sí.

CORONEL FEDMAHN KASSAD (riendo más, con soltura y espontaneidad): Por Dios, por la voluntad de Alá, si el universo tiene un alma, es el alma de la ironía. Mato a mi enemigo, devoro su corazón, y el enemigo se convierte en mí… y yo en él.

(Hay varios minutos de silencio. Veo que la nave arbórea Yggdrasill ha girado y nos aproximamos de nuevo a la gran curva de la Biosfera Árbol Estelar).

RACHEL WEINTRAUB: Amiga Aenea, amada maestra, en estos años en que te he escuchado y he aprendido de ti, un gran misterio me ha perseguido.

AENEA: ¿Cuál es, Rachel?

RACHEL WEINTRAUB: A través del Vacío Que Vincula has oído las voces de los Otros, las especies sentientes que están más allá de nuestro espacio y nuestro tiempo, cuyas memorias y personalidades resuenan en el Vacío. A través de la comunión con tu sangre, algunos hemos aprendido a oír el susurro de los ecos de estas voces… de los leones y tigres y osos, como los llaman algunos.

AENEA: Eres una de mis mejores alumnas, Rachel. Algún día oirás estas voces con claridad. Así como aprenderás a oír la música de las esferas y a dar ese primer paso.

RACHEL WEINTRAUB (sacudiendo la cabeza): Ésa no es mi pregunta, amiga Aenea. Para mí el misterio es la presencia en el espacio humano de un Observador u Observadores enviados por esos Otros, los leones y tigres y osos, para estudiar la humanidad e informar a esas especies distantes. ¿La presencia de este Observador u Observadores es un dato literal?

AENEA: Lo es.

RACHEL WEINTRAUB: ¿Y pudo cobrar la forma de un humano, éxter o templario?

AENEA: El Observador no es proteico, Rachel. Optó por visitarnos con forma mortal, es verdad, así como mi padre era mortal, aunque nacido cíbrido.

RACHEL WEINTRAUB: ¿Y el Observador nos estudia desde hace siglos?

AENEA: Sí.

RACHEL WEINTRAUB: ¿Ese Observador está con nosotros hoy, aquí, en esta nave, en esta mesa?

AENEA (titubea): Rachel, será mejor que no diga nada más en este momento. Existen algunos que matarían al Observador para proteger Pax o defender lo que ellos consideran «humano». Con sólo decir que el Observador existe, lo ponemos en grave peligro. Lo lamento. Prometo que en un futuro cercano este misterio se resolverá y se revelará la identidad del Observador u Observadores. El Observador se encargará de ello.

TEMPLARIO VERDADERA VOZ DEL ÁRBOL ESTELAR KET ROSTEEN: Hermanos en el Muir, respetados aliados éxters, honrados huéspedes humanos, amados amigos sentientes, reverenciada La Que Enseña, terminaremos esta conversación en otro tiempo y otro lugar. Entiendo que todos aceptamos la petición de M. Aenea de que el Yggdrasill parta para el espacio de Pax dentro de tres días estándar y que, con suerte y coraje, así se cumplirán las antiguas profecías templarías del Árbol del Dolor y del tiempo de la expiación para todos los hijos de la Vieja Tierra.

Ahora terminaremos de comer y hablaremos de otras cosas. Se levanta esta reunión formal, y lo que queda de nuestro breve viaje consistirá en afable charla, buena comida y el sacramento del café verdadero, hecho con granos cosechados en la Vieja Tierra, nuestro hogar común, la buena Tierra.

Se levanta esta sesión. He dicho.

Esa noche, en nuestro cubículo personal, Aenea y yo hicimos el amor, hablamos de cosas personales y tuvimos una segunda cena de vino y queso de cigocabra y pan fresco.

Aenea se había ido a la cocina y regresó con dos bulbos de vino. Ofreciéndome uno, dijo:

—Ten, Raul, amado mío… toma y bebe.

—Gracias —dije sin pensar, y me llevé el bulbo a los labios. Entonces caí en la cuenta—. ¿Esto es…?

—Sí —dijo Aenea—. Es la comunión que he demorado tanto tiempo. Ahora es tuya si deseas beber. Pero no tienes que hacerlo, amor mío. Mis sentimientos no cambiarán si eliges no hacerlo.

Mirándola a los ojos, bebí el vino del bulbo. Sólo sabía a vino.

Aenea estaba llorando. Desvió los ojos, pero yo ya había visto las lágrimas en sus encantadores ojos oscuros. La cogí en brazos y flotarnos juntos en la cálida luz.

—Pequeña —susurré—, ¿qué pasa? —Con dolor en el corazón, me pregunté si estaría pensando en el otro hombre de su pasado, en su matrimonio, su hijo. El vino me había provocado un mareo y cierto malestar. O quizá no era el vino.

—Te amo, Raul.

—Y yo a ti, Aenea.

Me besó el cuello y me abrazó.

—Por lo que acabas de hacer, por mí, en mi nombre, serás perseguido.

Forcé una risa.

—Oye, pequeña, me han perseguido desde el día en que salimos del Valle de las Tumbas de Tiempo en la alfombra voladora. No hay nada nuevo aquí. Si Pax desistiera de perseguirnos, los echaría de menos.

Ella no sonrió. Sentí sus lágrimas contra mi garganta y mi pecho.

—Serás el primero entre mis seguidores, Raul. Serás el líder en las décadas de lucha que vendrán. Serás respetado y odiado, obedecido y despreciado. Querrán convertirte en dios, querido.

—Pamplinas —murmuré—. Sabes que no soy un líder, pequeña. No he hecho nada salvo seguirte desde que nos conocemos. Caray, me paso casi todo el tiempo tratando de alcanzarte…

Aenea irguió el rostro.

—Fuiste mi elegido desde antes de que yo naciera, Raul Endymion. Cuando yo caiga, tú continuarás en nuestro nombre. Ambos deberemos vivir en ti…

Le apoyé un dedo en los labios. Besé las lágrimas de sus mejillas y pestañas.

—No hablemos de caer ni de vivir el uno sin el otro —le ordené—. Mi plan es sencillo, quedarme contigo para siempre, pase lo que pase, compartirlo todo. Lo que te pase a ti me pasará a mí, pequeña. Te amo, Aenea. —Flotamos juntos en el aire cálido. La acuné en mis brazos.

—Sí —susurró mi amiga, abrazándome con fuerza—. Te amo, Raul. Juntos, sí.

Dejamos de hablar. Saboreé el vino y la sal de sus lágrimas en nuestros besos. Hicimos el amor varias horas más, luego nos dormimos juntos, flotando abrazados como dos criaturas marinas, como una sola y compleja criatura marina en una marea cálida y hospitalaria.