En la elaboración de esta obra, André Balland fue mi Demetrio de Palero, y Olivier Ikor, mi bastón de Euclides. Por lo que se refiere a la Fondation des Treilles, fue mi Museo de Alejandría: como los Tolomeos de antaño, sus príncipes permiten a sabios y poetas sondear los secretos del Universo con toda tranquilidad, alojados y —muy bien— alimentados. ¿Cómo agradecérselo a los príncipes?