El desenlace
Un mes después, me casé con Jago.
Para entonces, se había aclarado todo. El cadáver de Rollo fue descubierto unos días después. Aquella noche, no le había quedado otra alternativa que hacerse a la mar y tratar de llegar al continente, Y el mar no estaba propicio. No estoy segura de si habría podido llegar al continente o no. Es posible que aceptase la derrota, pues, unas semanas después, apareció en los periódicos la noticia de la ruina de la familia. Fue uno de los mayores desastres financieros de la época. Mucha gente perdió su dinero a causa de él, y se habló de un proceso, que habría tenido lugar sin duda de haber vivido Rollo. Se supuso que se había quitado la vida deliberadamente.
Yo se lo debía todo a Slack, el cual, al ver a Rollo, le había reconocido como el hombre con el que huyó Silva, e instintivamente había sabido que no estaba allí para nada bueno. Por ello, se había apresurado a volver al castillo por el túnel y había traído a Jago, que me salvó en el último momento.
Y ésta es toda la historia.
Gwennol, por fin, se casó con Michael, y ahora trabajan juntos en el libro acerca de los Hydrock. Jenifry fue a vivir con ellos. Siempre había cuidado celosamente de su hija, y había temido desde el principio que yo pudiese quitarle a Gwennol alguna ventaja, aun antes de conocer mi amistad con Michael Hydrock. Ahora somos buenas amigas, aunque nunca seremos íntimas, y yo sonrío a menudo al pensar cómo sospeché que ella me quería mal sólo por haber visto su imagen deformada en un antiguo espejo.
Y encontré a Silva, a mi pobre hermana cuya vida fue tan trágica. La cuido para que se restablezca completamente, con el remedio que creo más eficaz: hacerle entender que alguien la quiere. Su breve luna de miel con Rollo había acabado pronto y, cuando se dio cuenta de que él no la quería en absoluto, se sintió más desgraciada que nunca. Él la había tenido encerrada y apartada de todos, con la única compañía de una enfermera que era casi una carcelera, mientras intentaba llegar a disponer de su fortuna. Y después, cuando se enteró de que yo era la heredera, tuvo un motivo para tratar de matarme. La pobre Silva había empezado a creer que realmente estaba loca.
Yo me esfuerzo en convencerla de que no es así. La encontré en una solitaria casa de campo que era propiedad de los Carrington y la traje al castillo sin la enfermera. La llamo hermana y, aunque es posible que su padre sea James Manton, a las dos nos gusta creer que somos hermanas. El señor Manton es un hombre bondadoso y, a menudo, vamos a su isla y tomamos el té en la habitación de mis sueños. Pero él está muy absorto en su trabajo y, aunque se porta bien con Silva, no puede darle el cariño especial que ella necesita.
No fue fácil hacerle perder el miedo, al principio se mostraba muy huraña y suspicaz. Slack la ayudó mucho también; estuvo encantado de tenerla otra vez en el castillo. Nos mira a las dos como sus protegidas especiales, y a menudo le he visto sonreír satisfecho al mirarnos. Cuando nació mi primer hijo, al que llamamos Jago como su padre, Silva empezó a cambiar. Adoraba al niño. Ahora todos la quieren, y creo que por fin se siente feliz.
No volví a tener aquel sueño. Creo que sé por qué lo tenía con tanta frecuencia, hasta que el misterio que contenía fue roto por Rollo cuando atravesó aquella puerta. Mi madre se llevaba mal con mi padre y deseaba abandonar la isla. Él se negaba a permitírselo, pero ella estaba decidida a huir. La señora Pengelly, que era su doncella, sabía de la existencia del túnel que llevaba a la Roca Azul y una noche, según me contó la propia señora Pengelly, escaparon por él. El pintor se mostró dispuesto a ayudarla; él y mi madre eran amigos a causa de su común afición a la pintura. Yo tenía entonces tres años. Mi madre me llevó con ella por el túnel y la impresión que causó aquella estancia en mí mente infantil debió de ser tan viva que permaneció en mí a través de los años. Debí de percibir el temor que sentía mi madre, el temor a que mi padre la hubiese seguido y entrase por aquella puerta para impedirle huir. Aquel temor que compartí con mi madre era el que sentía después en el sueño.
¡Cuánto amo nuestra isla! ¡Qué feliz soy aquí! Jago y yo tenemos mil planes para el futuro. A menudo paseamos por la isla a caballo y la gente sale de sus casas para saludarnos. La vieja Tassie sale a su puerta con un nuevo gato negro arrimado a sus faldas, y me mira como si sus poderes especiales fuesen la causa de nuestra felicidad.
Nos sentamos en las rocas y bajamos a la cala donde vi llegar a Hawley. Miramos el cielo y vemos, de vez en cuando, las palomas pardas, que a veces llevan un mensaje para Hydrock Manor, para Michael y Gwennol. Y a veces hablamos del pasado.
—Ahora la isla es tuya —me dice Jago.
—Nuestra —le corrijo yo.
«Sí —pienso—, nuestra. Nuestra hermosa isla, nuestros amados hijos, nuestra vida feliz…».
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