Todos los hechos que se narran son rigurosamente verídicos, si bien han sido modificadas las circunstancias y nombres a fin de que nadie se pueda sentir identificado con ningún personaje.
Se ha evitado, en lo posible, transcribir frases y palabras malsonantes y soeces. Sin embargo, la totalidad de los diálogos responden al vocabulario utilizado por la juventud que se describe.
Al final del texto se incluye un reducido diccionario de argot, en el que se tratan de recoger algunos de los vocablos más empleados en el ambiente en que se desarrollan los hechos. No pretende ser exhaustivo, ya que su única finalidad es hacer más comprensible la lectura.
Los jóvenes que se desenvuelven en medios donde circula la droga, han adoptado una terminología propia, rebautizando a su antojo cada una de las substancias estupefacientes conocidas. Asimismo, este vocabulario utilizado por el drogadicto, va íntimamente ligado con el conocido hoy como «pasotismo». Y ambos, por sus conexiones con la delincuencia —a través de la prisión y de los locales donde se suelen reunir delincuentes habituales contra la propiedad— han sido influidos en su lenguaje peculiar por el «caló». Este último es el empleado en el habla gitana por gente que ha conocido la prisión