Ha pasado un año desde esa noche y sin embargo la recuerdo tan vívidamente como cuando la experimenté. Quizá, si uno se ha enfrentado con una muerte violenta, como lo hice yo, nunca más se le aleja de la mente.
A menudo le digo a Roc:
—Si no hubiera sido porque estaba tan profundamente absorta por la lectura del diario hubiera tomado toda la leche; en tal caso habría estado inconsciente cuando Barbarina entró en la habitación, y ése hubiera sido mi fin.
A eso Roc responde:
—Toda la vida es un azar. Si tu padre no hubiera venido a nuestra costa, tú no estarías aquí.
Y así era.
Es difícil comprender, todo lo que pasaba en la mente de Barbarina; estoy segura de que durante gran parte del tiempo creía ser Deborah. De no ser así ella no hubiera podido desempeñar tan bien su papel, y debió habérsele cambiado el carácter después de la muerte de Deborah, de modo que ella realmente fue asumiendo la personalidad de su hermana melliza. Cuanto más se comportaba como Deborah tanto más se identificaba con ella, del mismo modo que cuando Petroc se convirtió en el amante de Deborah, ésta comenzó a parecerse a Barbarina. La maldición pronunciada sobre las Novias de Pendorric llegó a convertirse en una obsesión para ella. Es posible incluso que creyera que el espíritu de Deborah realmente se había encarnado en ella, y que se había convertido en su hermana. A causa de que constantemente pensaba en aquélla a quien había asesinado, creía que estaba acosada por su espíritu, y por esa razón estaba ansiosa de que otra Novia asumiera el papel de fantasma de Pendorric.
¿Pero cómo es posible seguir los tortuosos pensamientos de una mente enferma?
En mis conjeturas debe haber un elemento de verdad, sin embargo, puesto que no cabe la menor duda de que estuve en peligro desde el primer momento que llegué a Pendorric.
La pobre mente simple de Carrie fue fácilmente captada por la fabulación de su dueña: Barbarina y Deborah eran una única y misma persona; y Carrie lo creía, a la vez que sólo ella sabía que la melliza que se había matado al caer en el recibidor de Pendorric era Deborah. A veces ella no podía comprender las interpretaciones que Barbarina hacía de este extraño fenómeno; es decir que la mente y el espíritu de Deborah estaban ahora con Barbarina. Carrie sólo podía aceptar esto diciéndose que las dos estaban realmente vivas.
Fue Carrie quien arrojó algo de luz acerca de la locura de Barbarina; pero los años durante los cuales ella se había dedicado íntegramente a Barbarina y a su dislocada concepción de la vida, minaron su propia salud mental y Roc se preocupaba de que no fuera desgraciada. La envió para que estuviera al cuidado de una antigua niñera suya, donde sigue estando actualmente.
La más problemática fue Hyson, pues Barbarina había tratado de atraer a la criatura a su propia órbita. Ella veía a Lowella y Hyson una repetición de ella y Deborah; y, a causa de que durante la mayor parte del tiempo se creía Deborah, tenía una gran simpatía por la menos atractiva de las mellizas. El afecto de Barbarina por la criatura era profundo y posesivo, y Hyson estaba fascinada por la excentricidad de Barbarina, quien se revelaba más a la niña que a ninguna otra persona. Hyson no lo comprendía, pero se daba cuenta de la excentricidad, y, como Barbarina, aprendió a proyectarse en el mundo de la ficción; Barbarina le había sugerido que aún vivía y Hyson lo creía; ella creía, por ejemplo, que Barbarina me seduciría para llevarme a la muerte de modo que ella pudiera descansar tranquila en su tumba, conforme rezaba la leyenda.
Por Carrie supimos que algunas veces Barbarina iba al cuarto de música y tocaba el violín, y que cantaba la canción de Ofelia, y que era ella la que había esperado a que yo saliera de Polhorgan y había retirado todas las señales de peligro, con la esperanza de que yo, con pie menos seguro que aquellos acostumbrados al sendero, pudiera tener un accidente fatal. Ella había sido la que me había encerrado en la cripta, pues la otra llave había estado en su poder; a menudo ella hacía visitas secretas a la bóveda pues, según Carrie, ella le había dicho que quería estar con Barbarina. Y nunca hubiera vuelto a la cripta de no ser por la falta de Hyson, y advirtiendo dónde podía estar, había abandonado ese método de deshacerse de mí en beneficio de la niña. Ella había vuelto a abrir muy sigilosamente antes de ir en busca de Roc. Y también había sido ella la que había estropeado el coche, y una, vez más el azar había interferido y había sido Morwenna la que sufrió el accidente.
A menudo reflexiono sobre cuán fácilmente podría haber seguido la leyenda de las Novias, pues poca gente puede llegar a tener tan cerca la muerte como yo la tuve, y escapar de ella. Si Barbarina hubiera sido una asesina de sangre fría, nunca me hubiera salvado; pero no lo era; de serlo, hubiera planeado todo más cuidadosamente; sin embargo estaba atrapada en su mundo de fabulación. Vivía en dos planos y no podía advertir dónde se juntaban el mundo de la realidad y el de la ficción. Descubrí que tenía maletas llenas de ropa de Deborah y que a menudo las usaba cuando estaba en Devon. Los Hanson no estaban enterados de esto, pues nunca habían conocido a Deborah, y cuando Carrie la llamaba Barbarina pensaban simplemente que Carrie padecía de cierta debilidad mental. Y Barbarina podía deslizarse sin ser notada al personaje de Deborah y afirmar que ésa era la verdad.
Le hubiera causado un gran daño a Hyson si yo no hubiera llegado a Pendorric cuando lo hice; la niña era una neurótica, tenía la cabecita llena de nociones extrañas. Comenzaba a creer que tenía la misma relación con Lowella que Deborah había tenido con Barbarina. Barbarina se había ganado su admiración y cariño al preferirla en lugar de hacerlo con su hermana más vivaz, y ahí fue cuando comenzó a producirse el daño.
Pero una vez más los acontecimientos comenzaron a actuar en contra. Hyson había soportado la espantosa experiencia de ser encerrada en la cripta conmigo. Ella sabía, por las sugerencias que Barbarina le daba constantemente, que algo sucedería ese día. No dudaba de que la figura que vio en el cementerio cuando se escondía ahí, era el fantasma de Barbarina. Fue un error de Barbarina implicar a la criatura, pero, dado que ya estaba identificando a Hyson con Deborah, no podía dejar de hacerlo. Y cuando Barbarina abrió la puerta de la bóveda y cantó la canción que debía inducirme a mí a entrar, Hyson lo hizo. De ese modo resultó que quedamos encerradas las dos juntas y desde ese momento, Hyson comenzó a comprender el horror de la muerte, que ésta no llegaba suavemente, y que había sufrimiento antes del olvido.
Luego vio a su madre en el hospital y debió darse cuenta de que Morwenna ocupaba el lugar donde se esperaba que hubiera estado yo.
La muerte se convirtió en odiosa, estremecedora, y golpeaba a aquéllos que Hyson amaba. A su propia madre. E incluso ella tenía afecto por mí.
Estaba amedrentada y cuando me vio salir con Barbarina en el coche, adivinó el propósito por el que me llevaba. Estalló entonces en un ataque de histeria que alarmó tanto a su padre que hizo llamar al doctor Clement. Pero pasó un tiempo antes de que pudieran entender el significado de sus palabras incoherentes. La primera reacción del doctor Clement fue llamar por teléfono a Roc, y éste volvió inmediatamente a la mansión.
Sin embargo, mi vida estuvo en peligro hasta la noche en que Roc vino a rescatarme a Devon, y durante los meses que siguieron aprendí más de la vida que en todos mis años anteriores. Fueron tiempos de seguridad y de serenidad.
También me enteré de la historia del niño que vivía con Louisa Sellick en el páramo. Morwenna también debía haber madurado, porque le confesó a Charles que el niño era de ella. Había temido contárselo antes porque el niño había sido el resultado de un amor breve y apasionado que tuvo a los diecisiete años.
Rachel Bective, que cuando niña había deseado tanto ser invitada a Pendorric que llegó a encerrar a Morwenna en la bóveda para obligarla a hacerlo, probó luego ser una buena amiga. Había cuidado a Morwenna durante el embarazo y, por cierto, Roc había estado cerca de ella. Había sido idea de él acudir a Louisa en busca de ayuda, y él y Rachel habían llevado al niño y se lo habían entregado a Louisa; ésta se sintió feliz de hacer lo que podía por los hijos de Petroc Pendorric.
Roc me dijo después:
—No podía decirte la verdad porque le había jurado a Morwenna guardar el secreto. Pero intenté persuadirla de que tú debías estar enterada. El problema era que ella temía mucho que Charles llegara a saberlo.
Es decir, que ya se había vivido el temor y el drama antes de que yo viniera a Pendorric.
Durante el año pasado avanzamos mucho para convertir Polhorgan en un hogar para huérfanos. Yo estaré muy ocupada supervisándolo y además comenzaré a crear mi propia familia. Rachel Bective será una institutriz a cargo de los huérfanos, y el doctor Clement estará dispuesto a aconsejarme en todo cuanto sea necesario. Los Dawson permanecerán en el lugar, y aunque pueda haber algún roce entre ellos y Rachel de vez en cuando, ello resulta inevitable, supongo. Rachel continúa no gustándome —acaso nunca me guste— pero la he agraviado tanto en mis pensamientos que trataré por todos los medios de cambiar de opinión. Ella simplemente estaba enamorada de un tipo de vida que no era el suyo. La gran casa romántica debió haber resultado fascinante a una huérfana, criada por una tía que tenía sus propios hijos y que realmente no la quería. Vio la oportunidad de su vida cuando la enviaron a una buena escuela pagada con el dinero que sus padres habían dejado junto con instrucciones expresas de que debía ser empleado en la educación de su hija. Ella se había apegado a Morwenna, pero además, se había comportado como una buena amiga mientras ésta tuvo problemas y a menudo visitaba Bedivere House —lo mismo que Roc— para traerle noticias de su hijo a Morwenna, de un hijo que ella no se había atrevido a volver a ver hasta que no le confesó todo a Charles.
Ahora las mellizas han vuelto a la escuela —a escuelas separadas—. Hyson tuvo vacaciones, ella sola en Bornemouth, con su madre, después de la recuperación de Morwenna. Las dos necesitaban hacerlo, y confiamos en que con el tiempo Hyson irá superando la siniestra influencia que ejerció Barbarina sobre ella.
Tendremos que ser muy cuidadosos en nuestra manera de tratarla.
En consecuencia, éste ha sido un buen año de progresos.
Se diría que todos hemos crecido, que nos hemos vuelto más sensatos; pero supongo que lecciones como las que nos ha dado la vida nos han hecho crecer rápidamente.
Morwenna se ha liberado de la carga que había llevado durante catorce años; y descubrió que Charles es menos inflexible de lo que ella había supuesto. Indudablemente que se entristeció y se sintió mal porque ella le hubiera ocultado ese secreto durante todos esos años.
Como consecuencia, Ennis y Louisa vienen a menudo a Pendorric. Morwenna no sería capaz de quitarle el niño a Louisa, pero quiere compartirlo, y creo que con el tiempo él llegará a ser para Charles el hijo que nunca tuvo.
Es muy posible que llegue el día en que tengamos que renunciar a Pendorric con su actual estructura. Probablemente tengamos que abrirlo al público y dejar que haya extraños que caminen por nuestras habitaciones. Tendremos nuestro apartamento, por supuesto, pero ya no será lo mismo.
Roc ya está reconciliado con la idea:
—No se puede luchar contra los tiempos —dice—, sería como querer luchar contra el mar.
Todo el dinero que tengo lo usaré en Polhorgan, y Roc quiere que así sea.
Con frecuencia me gasta bromas recordándome que hubo una época en que yo creí que él había planeado casarse con una heredera y luego deshacerse de ella matándola.
—Y sin embargo —dice—, me amabas… a tu manera.
Tiene razón. Durante esos meses de peligro, yo estaba profundamente enamorada de Roc físicamente; sabía sólo lo que veía, lo que oía y lo que sentía.
Pero hay muchas facetas del amor acerca de las cuales aprendo más y más todos los días; y también Roc. Y por eso cuando caminamos por entre los jardines y acantilados hasta Pendorric Cove y miramos hacia Polhorgan, en lo alto del peñasco, o a Cormorant Cottage, donde vivió una vez Althea Grey, recordamos aquellas dudas que nos asaltaban y pese a las cuales nuestra pasión no disminuía, pero que era un signo de que acabábamos de comenzar el viaje de descubrimiento que debería ser nuestra vida juntos.