Algunos libros son más duros que otros. Estoy en deuda con Joe por su ánimo y confianza. También estoy agradecida a mis editoras, Sarah Durand y Diana Gill; ambas me dieron tiempo para hacer las cosas bien. Finalmente, debo agradecer a Arlaina Tibensky sus maravillosas palabras y a las personas que han leído este libro en sus diferentes etapas: Who Wants Cake, Jon Evans y Adrienne Miller. Además, me gustaría dar las gracias a Diahann Sturge por el increíble diseño y a la directora de la editorial, Karen Davy. Y, por supuesto, en primer lugar, en último y siempre, a J.T.
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La palidez en su rostro se asienta, delgadez en todo el cuerpo, a ninguna parte recta su mirada, lívidos están de orín sus dientes, sus pechos de hiel verdecen, su lengua está inundada de veneno.
Risa no tiene, salvo la que movieron vistos los dolores, y no disfruta de sueño, despierta por las vigilativas angustias, sino que ve los ingratos, y se consume al verlos, éxitos de los hombres, y corroe y corróese a una, y su suplicio el suyo es.
«La Envidia», Libro segundo, Metamorfosis, Ovidio[1].