Notas

[1] Michael Berenbaum, After Tragedy and Triumph, Cambridge, 1990, p. 45.<<

[1] Ernst Piper (ed.), Gibt es wirklich eine Holocaust-Industrie?, Múnich: 2001; Petra Steinberger (ed.), Die Finkelstein-Debatte, Múnich: 2001; Rolf Surmann (ed.), Das Finkelstein-Alibi, Colonia, 2001.<<

[2] Véase Christopher Hitchens, «Dead Souls», The Nation, 18-25 de septiembre de 2000.<<

[3] De acuerdo con una búsqueda Lexis Nexis correspondiente a 1999, más de la cuarta parte de las crónicas de Roger Cohen, corresponsal del Times en Alemania, versaban sobre el Holocausto. Raul Hilberg observó irónicamente: «Al escuchar Deutsche Welle [un programa de radio alemán], recibo una impresión de Alemania totalmente diferente de la que obtengo al leer el New York Times». (Berliner Zeitung, 4 de septiembre de 2000). Es de señalar que, mientras se desarrollaba el exterminio nazi, el Times apenas si le prestó atención (véase Deborah Lipstadt, Beyond Belief, Nueva York, 1993).<<

[4] Incluso el autor de Mein Kampf salió mejor librado en el suplemento literario del Times. La crítica que en su momento se publicó de esta obra denunciaba el antisemitismo de Hitler, pero, a la vez, concedía un gran valor a «este hombre extraordinario» por «haber unificado a los alemanes, haber destruido el comunismo, haber adiestrado a la juventud, haber creado un Estado espartano animado por el patriotismo, haber puesto freno al gobierno parlamentario, muy poco adecuado al carácter alemán, y haber protegido el derecho a la propiedad privada». (James W. Gerard, «Hitler As He Explains Himself», The New York Times Book Review, 15 de octubre de 1933).<<

[5] Omer Bartov, «Did Punch Cards Fuel the Holocaust?», Newsday, 25 de marzo de 2001.<<

[6] «Holocaust Reparations: Gabriel Schoenfeld and Critics», enero de 2001.<<

[7] Chutzpá: descaro, desvergüenza. [N. de la T.]<<

[8] Véanse las entrevistas a Hilberg incluidas en www.normanfinkelstein.com en el apartado «The Holocaust Industry».<<

[9] Mensch: persona honrada, íntegra. [N. de la T.]<<

[1] Adam Smith, The Wealth of Nations, Nueva York, 2000, introd. por Robert Reich, p. 148<<

[1] En este texto, la expresión holocausto nazi se emplea para designar el hecho histórico real y Holocausto, para referirse a su representación ideológica.<<

[2] Con respecto al vergonzoso historial de Wiesel en el terreno de la apología de Israel, véase Norman G. Finkelstein y Ruth Bettina Birn, A Nation on Trial: The Goldhagen Thesis and Historical Truth, Nueva York, 1998, p. 91 n. 83 y p. 96 n. 90. Los antecedentes de Wiesel no son mejores en otros campos. En sus nuevas memorias, And the Sea Is Never Full, Nueva York, 1999, Wiesel ofrece esta increíble explicación de su silencio en relación con el sufrimiento palestino: «Pese a haber recibido considerables presiones, me he negado a adoptar postura pública en el conflicto árabe-israelí» (125). En su bien detallado estudio de la literatura del Holocausto, el crítico literario Irving Howe despacha la extensa obra de Wiesel en un solo párrafo, y le concede este moderado elogio: «El primer libro de Elie Wiesel, Night, [está] escrito con sencillez y sin caprichos retóricos». «No ha escrito nada que merezca la pena leerse desde Night —opina asimismo el crítico literario Alfred Kazin—. Ahora Elie es todo teatralidad. Me dijo personalmente que era un “conferenciante angustiado”». (Irving Howe, «Writing and the Holocaust», New Republic, 27 de octubre de 1986; Alfred Kazin, A Lifetime Burning in Every Moment, Nueva York, 1996, p. 179.)<<

[3] Nueva York: 1999. Norman Finkelstein, «Uses of the Holocaust», London Review of Books, 6 de enero de 2000.<<

[4] Novick, The Holocaust, pp. 3-6.<<

[5] Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, Nueva York, 1961 [ed. cast.: La destrucción de los judíos europeos, Madrid, Akal, 2005]. Viktor Frankl, Man’s Search for Meaning, Nueva York, 1959 [ed. cast.: El hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, 22004]. Ella Lingens-Reiner, Prisoners of Fear, Londres, 1948.<<

[1] Gore Vidal, «The Empire Lovers Strike Back», Nation, 22 de marzo de 1986.<<

[2] Rochelle G. Saidel, Never Too Late to Remember, Nueva York, 1996, p. 32.<<

[3] Hannah Arendt, Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil, edición revisada y ampliada, Nueva York, 1965, p. 282 [ed. cast.: Eichmann en Jerusalén, Barcelona, Lumen, 2001; hay, asimismo, edición castellana de los dos estudios citados: de Gerald Reitlinger, La solución final, Barcelona, Grijalbo, 1973; y de Raul Hilberg, La destrucción de los judíos europeos, Madrid, Akal, 2005]. En Alemania la situación no era muy distinta. Por ejemplo, la merecidamente admirada biografía de Hitler escrita por Joachim Fest, publicada en Alemania en 1973, consagraba solo cuatro de sus 750 páginas al genocidio de los judíos y un único párrafo a Auschwitz y los demás campos de exterminio. (Joachim C. Fest, Hitler, Nueva York, 1975, pp. 679-682 [ed. cast.: Hitler, 2 vols., Barcelona, Noguer, 1974].)<<

[4] Raul Hilberg, The Politics of Memory, Chicago, 1996, pp. 66, 105-137. Al igual que los estudios académicos, las películas sobre el holocausto nazi fueron escasas pero de gran calidad. No deja de ser sorprendente que, en Judgment at Nuremberg (1961), Stanley Kramer se refiriese explícitamente a la decisión del magistrado del Tribunal Supremo Oliver Wendell Holmes de dar luz verde a la esterilización de los «mentalmente incapacitados» en 1927, lo que sería un precedente de los programas de eugenesia nazis; a las alabanzas que Winston Churchill prodigaba a Hitler ya en 1938; a los industriales estadounidenses sin escrúpulos que proveyeron de armas a Hitler; y a la oportunista absolución de los industriales alemanes por el tribunal militar estadounidense una vez finalizada la guerra.<<

[5] Nathan Glazer, American Judaism, Chicago, 1957, p. 114. Stephen J. Whitfield, «The Holocaust and the American Jewish Intellectual», Judaism, otoño de 1979.<<

[6] El contraste entre estos dos tipos de supervivientes se comenta con gran sensibilidad en Primo Levi, The Reawakening, con un nuevo epílogo, Nueva York, 1986, p. 207 [ed. cast.: La tregua, Barcelona, El Aleph, 2010].<<

[7] En este texto, el término elites judías designa a los individuos preeminentes en la vida organizativa y cultural de la comunidad judía establecida.<<

[8] Shlomo Shafir, Ambiguous Relations: The American Jewish Community and Germany Since 1945, Detroit, 1999, pp. 88, 98, 100-101, 111, 113, 114, 177, 192, 215, 231, 251.<<

[9] Ibid., pp. 98, 106, 123-137, 205, 215-216, 249. Robert Warshaw, «The “Idealism” of Julius and Ethel Rosenberg», Commentary, noviembre de 1953. ¿Fue una mera coincidencia que, en esa misma época, las grandes organizaciones judías vilipendiaran a Hannah Arendt por sus comentarios sobre el colaboracionismo practicado durante la era nazi por las elites judías en expansión? Rememorando el pérfido papel desempeñado por el cuerpo policial del Consejo Judío, Yitzhak Zuckerman, uno de los líderes del levantamiento del gueto de Varsovia, observaba: «No había ningún policía “decente” porque los hombres decentes se quitaron el uniforme y se convirtieron en judíos de a pie» (A Surplus of Memory, Oxford, 1993, p. 244).<<

[10] Novick, The Holocaust, pp. 98-100. Además de la guerra fría, hubo otros factores que contribuyeron en menor medida a que el pueblo judío estadounidense restara importancia al holocausto nazi en la posguerra; por ejemplo, el miedo al antisemitismo y el espíritu optimista y asimilacionista que reinaba en Estados Unidos en la década de 1950. Novick examina estas cuestiones en los capítulos 4-7 de The Holocaust.<<

[11] Al parecer, el único que niega esta relación causal es Elie Wiesel, quien se considera el principal artífice de la preeminencia adquirida por el Holocausto en Estados Unidos (Saidel, Never Too Late, pp. 33-34).<<

[12] Menahem Kaufman, An Ambiguous Partnership, Jerusalén, 1991, pp. 218, 276-277.<<

[13] Arthur Hertzberg, Jewish Polemics, Nueva York, 1992, p. 33; aunque estos artículos tengan un engañoso tono de disculpa, cf. Isaac Alteras, «Eisenhower, American Jewry, and Israel», American Jewish Archives (noviembre de 1985), y Michael Reiner, «The Reaction of US Jewish Organizations to the Sinai Campaign and Its Aftermath», Forum, invierno de 1980-1981.<<

[14] Nathan Glazer, American Judaism, Chicago, 1957, p. 114. Glazer proseguía así: «Israel apenas ha significado nada para el judaísmo estadounidense […]. La idea de que Israel […] pudiera tener un efecto importante sobre el judaísmo de Estados Unidos […] ha resultado ilusoria» (p. 115).<<

[15] Shafir, Ambiguous Relations, p. 222.<<

[16] Véase, por ejemplo, Alexander Bloom, Prodigal Sons, Nueva York, 1986.<<

[17] Lucy Dawidowicz y Milton Himmelfarb (eds.), Conference on Jewish Identity Here and Now, American Jewish Committee, 1967.<<

[18] Después de emigrar de Alemania en 1933, Arendt se hizo militante del movimiento sionista francés; durante la Segunda Guerra Mundial y hasta la fundación del Estado de Israel, Arendt escribió extensamente sobre el sionismo. Chomsky, hijo de un destacado hebraísta estadounidense, se educó en un hogar sionista y, poco después de la declaración de independencia de Israel, pasó algún tiempo en un kibbutz. Las campañas de descrédito a que fueron sometidos Arendt, a comienzos de los años sesenta, y Chomsky, en los años setenta, fueron lanzadas por la LAD. (Elisabeth Young-Bruehl, Hannah Arendt, New Haven, 1982, pp. 105-108, 138-139, 143-144, 182-184, 223-233, 348 [ed. cast.: Hannah Arendt, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1993]; Robert F. Barsky, Noam Chomsky, Cambridge, 1997, pp. 9-93; David Barsamian (ed.), Chronicles of Dissent, Monroe, ME, 1992, p. 38.)<<

[19] Véase un bosquejo de mi argumentación en Hannah Arendt, «Zionism Reconsidered» (1944), Ron Feldman (ed.), The Jew as Pariah, Nueva York, 1978, p. 159.<<

[20] Making it, Nueva York, 1967, p. 336.<<

[21] Breaking Ranks, Nueva York, 1979, p. 335.<<

[22] Robert I. Friedman, «The Anti-Defamation League Is Spying on You», Village Voice, 11 de mayo de 1993. Abdeen Jabara, «The Anti-Defamation League: Civil Rights and Wrongs», CovertAction, verano de 1993. Matt Isaacs, «Spy vs Spite», SF Weekly (2-8 de febrero de 2000).<<

[23] Elie Wiesel, Against Silence, obra seleccionada y editada por Irving Abrahamson, Nueva York, 1984, V. I, p. 283.<<

[24] Novick, The Holocaust, p. 147. Lucy S. Dawidowicz, The Jewish Presence, Nueva York, 1977, p. 26.<<

[25] «Eruption in the Middle East», Dissent, invierno de 1957.<<

[26] «Israel: Thinking the Unthinkable», New York, 24 de diciembre de 1973.<<

[27] Norman G. Finkelstein, Image and Reality of the Israel-Palestine Conflict, Nueva York, 1995, caps. 5-6 [ed. cast.: Imagen y realidad del conflicto palestino-israelí, Madrid, Akal, 2003].<<

[28] Noam Chomsky, The Fateful Triangle, Boston, 1983, p. 4.<<

[29] La trayectoria de Elie Wiesel sirve para ilustrar el nexo entre el Holocausto y la guerra de los Seis Días. Pese a haber publicado previamente sus memorias de Auschwitz, Wiesel no alcanzó el reconocimiento público hasta que escribió un par de volúmenes celebrando la victoria israelí. (Wiesel, And the Sea, p. 16.)<<

[30] Kaufman, Ambiguous Partnership, pp. 287, 306-307. Steven L. Spiegel, The Other Arab-Israeli Conflict, Chicago, 1985, pp. 17, 32.<<

[31] Benny Morris, 1948 And After, Oxford, 1990, pp. 14-15. Uri Bialer, Between East and West, Cambridge, 1990, pp. 180-181.<<

[32] Novick, The Holocaust, p. 148.<<

[33] Véase, por ejemplo, Amnon Kapeliouk, Israel: la fin des mythes, París, 1975.<<

[34] Novick, The Holocaust, p. 152.<<

[35] Commentary, «Letter from Israel», febrero de 1957. Durante todo el desarrollo de la crisis de Suez, Commentary repitió una y otra vez la advertencia de que la «misma supervivencia» de Israel corría peligro.<<

[36] Abba Eban, Personal Witness, Nueva York, 1992, p. 272.<<

[37] Peter Grose, Israel in the Mind of America, Nueva York, 1983, p. 304.<<

[38] A.F.K. Organski, The $36 Billion Bargain, Nueva York, 1990, pp. 163, 48.<<

[39] Finkelstein, Image and Reality, cap. 6.<<

[40] Novick, The Holocaust, pp. 149-150. Novick cita aquí al célebre estudioso judío Jacob Neusner.<<

[41] Ibid., pp. 153, 155.<<

[42] Ibid., pp. 69-77.<<

[43] Tom Segev, The Seventh Million, Nueva York, 1993, parte VI.<<

[44] Como también era artificial la preocupación por los supervivientes del holocausto nazi: antes de junio de 1967, eran una molestia y se les silenciaba; después de junio de 1967, pasaron a ser un valor en alza y se les santificó.<<

[45] Response, diciembre de 1988. Destacados mercachifles del Holocausto y defensores de Israel, como el director nacional de la LAD, Abraham Foxman, el expresidente del CJA Morris Abram y el presidente de la Conferencia de Presidentes de las Grandes Organizaciones Judías Estadounidenses, Kenneth Bialkin, por no mencionar a Henry Kissinger, se alzaron unánimemente en defensa de Reagan durante la visita a Bitburg, mientras, esa misma semana, el CJA recibía como invitado de honor en su asamblea anual al leal ministro de Asuntos Exteriores del Canciller de la República Federal Alemana, Helmut Kohl. Con un espíritu similar, Michael Berenbaum, del Museo Conmemorativo del Holocausto de Washington, atribuiría más adelante la visita de Reagan a Bitburg y las declaraciones que allí hizo al «ingenuo optimismo estadounidense». (Shafir, Ambiguous Relations, pp. 302-304; Berenbaum, After Tragedy, p. 14.)<<

[46] Seymour Martin Lipset y Earl Raab, Jews and the New American Scene, Cambridge, 1995, p. 159.<<

[47] Novick, The Holocaust, p. 166.<<

[48] Lipset y Raab, Jews…, pp. 26-27.<<

[49] Charles Silberman, A Certain People, Nueva York, 1985, pp. 78, 80, 81.<<

[50] Novick, The Holocaust, pp. 170-172.<<

[51] Arnold Forster y Benjamin R. Epstein, The New Anti-Semitism, Nueva York, 1974, p. 107.<<

[52] Jean-Paul Sartre, Anti-Semite and Jew, Nueva York, 1965, p. 28.<<

[53] Saidel, Never Too Late, p. 222. Seth Mnookin, «Will NYPD Look to Los Angeles For Latest “Sensitivity” Training?», Forward, 7 de enero de 2000. El artículo comenta que la LAD y el Centro Simon Wiesenthal se disputan la franquicia del programa para enseñar «tolerancia».<<

[54] Noam Chomsky, Pirates and Emperors, Nueva York, 1986, pp. 29-30 (Rubinstein).<<

[55] Véase un estudio de los datos obtenidos en las encuestas recientes, que confirman esta tendencia, en Murray Friedman, «Are American Jews Moving to the Right?», Commentary, abril de 2000. Valgan como ejemplo las elecciones municipales de 1997 en la ciudad de Nueva York, en las que se enfrentaron Ruth Messinger, representante del movimiento demócrata principal, y Rudolph Giuliani, un republicano defensor de la ley y el orden; el 75 por ciento del voto judío fue a parar a Giuliani. Cabe señalar que, al votar a Giuliani, los judíos renunciaron a sus tradicionales lealtades tanto de partido como étnicas (Messinger es judío).<<

[56] Al parecer, este giro también se debió en alguna medida a que los judíos centroeuropeos cosmopolitas que antes ocuparan posiciones de liderazgo fueron desplazados por judíos arribistas y chovinistas, de familias originarias de Europa del Este, como, por ejemplo, el alcalde de la ciudad de Nueva York, Edward Koch, y el director ejecutivo del New York Times, A. M. Rosenthal. En este sentido, es interesante señalar que los historiadores judíos que se han desviado del dogmatismo del Holocausto son, por lo general, centroeuropeos; por ejemplo, Hannah Arendt, Henry Friedlander, Raul Hilberg y Arno Mayer.<<

[57] Véase, por ejemplo, Jack Salzman y Cornel West (eds.), Struggles in the Promised Land, Nueva York, 1997, esp. caps. 6, 8, 9, 14, 15. Kaufman en la p. 111; Greenberg en la p. 166. También es cierto que una minoría visible de judíos disentía de este giro a la derecha.<<

[58] Nathan Perlmutter y Ruth Ann Perlmutter, The Real Anti-Semitism in America, Nueva York, 1982.<<

[59] Novick, The Holocaust, p. 173 (Podhoretz).<<

[1] Boas Evron, «Holocaust: The Uses of Disaster», Radical America, julio-agosto de 1983, p. 15.<<

[2] Véase en Finkelstein y Birn, Nation, primera parte, sección 3, una diferenciación entre la literatura sobre el Holocausto y los estudios serios sobre el holocausto nazi.<<

[3] Jacob Neusner (ed.), Judaism in Cold War America, 1945-1990, vol. II: In the Aftermath of the Holocaust, Nueva York, 1993, p. VIII.<<

[4] David Stannard, «Uniqueness as Denial», en Alan Rosenbaum (ed.), Is the Holocaust Unique?, Boulder, 1996, p. 193.<<

[5] Jean-Michel Chaumont, La concurrence des victimes, París, 1997, pp. 148-149. La disección que hace Chaumont del debate sobre la «singularidad del Holocausto» es un auténtico tour de force. Sin embargo, su tesis fundamental no persuade, al menos en lo que atañe al ámbito estadounidense. Según Chaumont, el fenómeno del Holocausto tuvo su origen en una búsqueda de reconocimiento público para los sufrimientos pasados que los judíos supervivientes emprendieron con retraso. Mas lo cierto es que los supervivientes apenas tuvieron nada que ver con el impulso inicial que colocó el Holocausto en el primer plano de la actualidad.<<

[6] Steven T. Katz, The Holocaust in Historical Context, Oxford, 1994, pp. 28, 58, 60.<<

[7] Chaumont, La concurrence, p. 137.<<

[8] Novick, The Holocaust, pp. 200-201, 211-212. Wiesel, Against Silence, vol. I, pp. 158, 211, 239, 272, vol. II, pp. 62, 81, 111, 278, 293, 347, 371, vol. III, pp. 153, 243. Elie Wiesel, All Rivers Run to the Sea, Nueva York, 1995, p. 89. La tarifa de Wiesel nos ha sido comunicada por Ruth Wheat, de la Agencia de Conferencias Bnai Brith. «Las palabras —según Wiesel— son una aproximación horizontal, en tanto que el silencio nos ofrece una aproximación vertical. Te sumerges en él». ¿Se lanzará Wiesel en paracaídas sobre sus conferencias?<<

[9] Wiesel, Against Silence, vol. III, p. 146.<<

[10] Wiesel, And the Sea, p. 95. Comparemos estas dos noticias:

- Ken Livingstone, antiguo miembro del Partido Laborista que se presenta como independiente a las elecciones para la alcaldía de Londres, ha encolerizado a los judíos británicos al decir que el capitalismo global ha provocado tantas víctimas como la Segunda Guerra Mundial. «El sistema financiero internacional mata cada año a más personas de las que perecieron en la Segunda Guerra Mundial, pero al menos Hitler estaba loco, ¿no es así?». […] John Butterfill, parlamentario conservador, dijo que estas declaraciones de Livingstone eran «un insulto para todas las personas que fueron asesinadas y perseguidas por Adolf Hitler». Además, Butterfill afirmó que las acusaciones lanzadas por Livingstone contra el sistema financiero global encerraban claras alusiones antisemitas («Livingstone’s Words Anger Jews», International Herald Tribune, 13 de abril de 2000).

– El presidente cubano, Fidel Castro […], acusó al sistema capitalista de provocar año tras año tantas muertes como la Segunda Guerra Mundial al volver la espalda a las necesidades de los pobres. «Las imágenes que vemos de madres y niños de regiones enteras de África sometidas al azote de las sequías y otras catástrofes nos recuerdan los campos de concentración de la Alemania nazi». Refiriéndose a los tribunales que juzgaron los crímenes de guerra después de la Segunda Guerra Mundial, el dirigente cubano dijo: «No tenemos un Nuremberg que pueda juzgar el orden económico que se nos ha impuesto, en el que cada tres años mueren de hambre y de enfermedades que podrían prevenirse más hombres, mujeres y niños de los que murieron en la Segunda Guerra Mundial». […] En Nueva York, Abraham Foxman, director nacional de la Liga Anti-Difamación, dijo: […] «La pobreza es grave, dolorosa y puede ser mortal, pero no es lo mismo que el Holocausto ni que los campos de concentración». (John Rice, «Castro Viciously Attacks Capitalism», Associated Press, 13 de abril de 2000.)<<

[11] Wiesel, Against Silence, vol. III, pp. 156, 160, 163, 177.<<

[12] Chaumont, La concurrence, p. 156. Chaumont señala asimismo con acierto que la defensa de la inconcebible maldad del Holocausto es irreconciliable con la afirmación concomitante de que sus perpetradores eran absolutamente normales (p. 310).<<

[13] Katz, The Holocaust, pp. 19, 22. «Tratar de argumentar que la defensa de la singularidad del Holocausto no es una comparación ofensiva equivale a adentrarse en el terreno de las ambigüedades —observa Novick—. ¿Quién cree que defender la singularidad no equivale a defender la superioridad?» (cursiva en el original). Lamentablemente, el propio Novick incurre en comparaciones ofensivas. Sostiene que, aunque sea un asunto moralmente elusivo en el contexto estadounidense, «la repetida afirmación de que todo lo que los Estados Unidos puedan haberles hecho a los negros, a los nativos norteamericanos, a los vietnamitas y a otros palidece en comparación con el Holocausto es una afirmación verídica». (The Holocaust, pp. 197, 15).<<

[14] Jacob Neusner, «A “Holocaust” Primer», p. 178. Edward Alexander, «Stealing the Holocaust», pp. 15-16, en Neusner, Aftermath.<<

[15] Peter Baldwin (ed.), Reworking the Past, Boston, 1990, p. 21.<<

[16] Nathan Glazer, American Judaism, 2.ª ed., Chicago, 1972, p. 171.<<

[17] Seymour M. Hersh, The Samson Option, Nueva York, 1991, p. 22. Avner Cohen, Israel and the Bomb, Nueva York, 1998, pp. 10, 122, 342.<<

[18] Ismar Schorsch, «The Holocaust and Jewish Survival», Midstream, enero de 1981, p. 39. Chaumont demuestra convincentemente que la defensa de la singularidad del Holocausto se originó a partir del dogma religioso de la condición de pueblo elegido de Israel, y que solo adquiere un sentido coherente en este contexto. La concurrence, pp. 102-107, 121.<<

[19] Wiesel, Against Silence, vol. I, p. 153. Wiesel, And the Sea, p. 133.<<

[20] Novick, The Holocaust, pp. 59, 158-159.<<

[21] Wiesel, And the Sea, p. 68.<<

[22] Daniel Jonah Goldhagen, Hitler’s Willing Executioners, Nueva York, 1996 [ed. cast.: Los verdugos voluntarios de Hitler, Madrid, Taurus, 1998]. Véase una crítica en Finkelstein y Birn, Nation.<<

[23] Hannah Arendt, The Origins of Totalitarianism, Nueva York, 1951, p. 7 [ed. cast.: Los orígenes del totalitarismo, Madrid, Taurus, 1974].<<

[24] Cynthia Ozick, «All the World Wants the Jews Dead», Esquire, noviembre de 1974.<<

[25] Boas Evron, Jewish State or Israeli Nation, Bloomington, 1995, pp. 226-227.<<

[26] Goldhagen, Hitler’s Willing Executioners, pp. 34-35, 39, 42. Wiesel, And the Sea, p. 48.<<

[27] John Murray Cuddihy, «The Elephant and the Angels: The Incivil Irritatingness of Jewish Theodicy», Robert N. Bellah y Frederick E. Greenspahn (eds.), Uncivil Religion, Nueva York, 1987, p. 24. Además de este artículo, véase, del mismo autor, «The Holocaust: The Latent Issue in the Uniqueness Debate», P. F. Gallagher (ed.), Christians, Jews, and Other Worlds, Highland Lakes, NJ, 1987.<<

[28] Schorsch, The Holocaust, p. 39. Dicho sea de paso, la suposición de que los judíos constituyen una minoría «de talento» también es, a mi parecer, «una desagradable versión profana de la condición de pueblo elegido».<<

[29] Un examen en profundidad de este tema rebasa el ámbito del presente ensayo, mas consideremos tan solo la primera proposición. La guerra de Hitler contra los judíos, que tal vez sí fue irracional (asunto ya de por sí complejo), no constituye de ninguna manera un hecho histórico excepcional. Recordemos, por ejemplo, la tesis fundamental del tratado de Joseph Schumpeter sobre el imperialismo: «Las inclinaciones arracionales e irracionales, puramente instintivas, hacia la guerra y la conquista desempeñan un papel muy importante en la historia de la humanidad […]. Innumerables guerras —tal vez la mayoría de las guerras— se han librado sin […] intereses razonados o razonables». (Joseph Schumpeter, «The Sociology of Imperialism», Paul Sweezy (ed.), Imperialism and Social Classes, Nueva York, 1951, p. 83.)<<

[30] Eludiendo explícitamente el marco de referencia del Holocausto, un estudio reciente del antisemitismo realizado por Albert S. Lindemann parte de la premisa de que «sea cual fuere la fuerza del mito, no es cierto que toda la hostilidad hacia los judíos, tomados individual o colectivamente, se haya basado en visiones fantásticas o quiméricas de ellos, o en proyecciones sin relación alguna con una realidad palpable. Siendo seres humanos, los judíos han sido tan capaces como cualquier otro grupo de provocar hostilidad en el mundo cotidiano y profano». (Esau’s Tears, Cambridge, 1997, p. XVII.)<<

[31] Wiesel, Against Silence, vol. I, pp. 255, 384.<<

[32] Chaumont señala con acierto que este dogma del Holocausto es muy eficaz para conferir mayor aceptabilidad a otros crímenes. La insistencia en la radical inocencia de los judíos —por ejemplo, la ausencia de cualquier motivo racional para su persecución, y no digamos ya para su aniquilación— hace que «se presuponga un estatus “normal” para otras persecuciones y asesinatos que se den en otras circunstancias, y se crea así una división de facto entre los crímenes incondicionalmente intolerables y los crímenes con los que uno debe —y, por tanto, puede— convivir». (La concurrence, 176.)<<

[33] Perlmutter, Anti-Semitism, pp. 36, 40.<<

[34] Novick, The Holocaust, p. 351 n. 19.<<

[35] Nueva York, 1965 [ed. cast.: El pájaro pintado, Barcelona, Círculo de Lectores, 1990]. Me he basado en los datos que aporta James Park Sloan en Jerzy Kosinski, Nueva York, 1996.<<

[36] Elie Wiesel, «Everybody’s Victim», New York Times Book Review, 31 de octubre de 1965. Wiesel, All Rivers, p. 335 [ed. cast.: Todos los torrentes van al mar, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1996]. La cita de Ozick está tomada de Sloan, pp. 304-305. La admiración demostrada por Wiesel hacia Kosinski no es de sorprender. Kosinski aspiraba a analizar el «nuevo lenguaje» del Holocausto, y Wiesel a «forjar un nuevo lenguaje» del Holocausto. Según Kosinski, «lo que queda entre dos episodios es tanto un comentario sobre ellos como algo comentado por ellos». Según Wiesel, «el espacio entre dos palabras cualesquiera es mayor que la distancia que separa el cielo y la tierra». Tanta profundidad queda bien explicada en un proverbio polaco: «Del vacío a la vacuidad». Además, tanto Wiesel como Kosinski salpican profusamente sus divagaciones con citas de Albert Camus, clara señal delatora de que se es un charlatán. Wiesel rememora que Camus le dijo en cierta ocasión: «Te envidio por Auschwitz»; y luego añade: «Camus no se podía perdonar no haber conocido ese acontecimiento magnífico, ese misterio de los misterios» (Wiesel, All Rivers, p. 321; Wiesel, Against Silence, vol. II, p. 133).<<

[37] Geoffrey Stokes y Eliot Fremont-Smith, «Jerzy Kosinski’s Tainted Words», Village Voice, 22 de junio de 1982. John Corry, «A Case History: 17 Years of Ideological Attack on a Cultural Target», New York Times, 7 de noviembre de 1982. En favor de Kosinski hay que decir que experimentó lo que podría denominarse una conversión de última hora. En los años que mediaron entre el descubrimiento de su superchería y su suicidio, Kosinski criticó amargamente que se excluyera de la industria del Holocausto a las víctimas no judías. «Muchos judíos norteamericanos tienden a percibirlo como la Shoá, como un desastre exclusivamente judío […]. Pero al menos la mitad de los romaníes del mundo (injustamente llamados “gitanos”), aproximadamente 2,5 millones de católicos polacos, millones de ciudadanos soviéticos y de diversas nacionalidades fueron asimismo víctimas de este genocidio […]». Además, Kosinski rindió homenaje a la «bravura de los polacos» que le prestaron «refugio» «durante el Holocausto», pese a lo que denomina su «aspecto» semítico. (Jerzy Kosinski, Passing By, Nueva York, 1992, pp. 165-166, 178-179). Cuando, en una conferencia sobre el Holocausto, le preguntaron airadamente qué habían hecho los polacos por salvar a los judíos, Kosinski replicó: «¿Qué hicieron los judíos por salvar a los polacos?».<<

[38] Nueva York, 1996. Véase más información sobre el fraude de Wilkomirski especialmente en Elena Lappin, «The Man With Two Heads», Granta, núm. 66, y en Philip Gourevitch, «Stealing the Holocaust», New Yorker, 14 de junio de 1999.<<

[39] Otra importante influencia «literaria» de Wilkomirski es Wiesel. Comparemos estos pasajes:

Wilkomirski.— «Vi sus ojos abiertos de par en par y de pronto lo comprendí: esos ojos lo sabían todo, habían visto tanto como los míos, y sabían infinitamente más que cualquier persona del país. Yo conocía esa clase de ojos, los había visto un millar de veces, en el campo de concentración y después. Eran los ojos de Mila. Los niños solíamos decírnoslo todo entre nosotros con esos ojos. Ella también sabía hacerlo; me miró directamente a los ojos y me traspasó hasta el corazón».

Wiesel.— «Sus ojos…, debo hablaros de sus ojos. He de comenzar por ahí, pues sus ojos preceden a todo lo demás y lo abarcan todo. Lo demás puede esperar. Simplemente confirmará lo que ya sabéis. Pero esos ojos suyos; esos ojos en los que llamea una verdad irreductible, que arde sin llegar a consumirse. Guardando un silencio abochornado ante ellos, no puedes por menos de inclinar la cabeza y acatar su veredicto. Ahora tu único deseo es ver el mundo como ellos lo ven. Eres un hombre adulto, un hombre con sabiduría y experiencia, pero de pronto te sientes desvalido y terriblemente empobrecido. Esos ojos te recuerdan tu infancia, tu condición de huérfano, te hacen perder toda fe en el poder del lenguaje. Esos ojos niegan el valor de las palabras; eliminan la necesidad de hablar». (The Jews of Silence, Nueva York, 1966, p. 3.)

A lo largo de página y media más, Wiesel continúa hablando líricamente de «los ojos». Su destreza literaria es equiparable a su maestría en la dialéctica. En cierto momento, Wiesel reconoce: «A diferencia de muchos liberales, creo en la culpabilidad colectiva». Y en otro lugar confiesa: «Quiero subrayar que no creo en la culpabilidad colectiva». (Wiesel, Against Silence, vol. II, p. 134; Wiesel, And the Sea, pp. 152, 235.)<<

[40] Bernd Naumann, Auschwitz, Nueva York, 1966, p. 91. Véase Finkelstein y Birn, Nation, pp. 67-68, donde se presenta una amplia documentación.<<

[41] Lappin, cit., p. 49. Hilberg siempre planteaba las preguntas correctas. De ahí que la comunidad del Holocausto lo relegara por completo; véase Hilberg, The Politics of Memory, passim.<<

[42] «Publisher Drops Holocaust Book», New York Times, 3 de noviembre de 1999. Allan Hall y Laura Williams, «Holocaust Hoaxer?», New York Post, 4 de noviembre de 1999.<<

[43] Novick, The Holocaust, p. 158. Segev, Seventh Million, p. 425. Wiesel, And the Sea, p. 198.<<

[44] Bernard Lewis, Semites and Anti-Semites, Nueva York, 1986, cap. 6; Bernard Lewis, The Middle East, Nueva York, 1995, pp. 348-350 [ed. cast.: El Oriente Próximo, Barcelona, Crítica, 1996]. Berenbaum, After Tragedy, p. 84.<<

[45] New York Times, 27 de marzo, 2 de abril, 3 de abril de 1996. Time, 23 de diciembre de 1996.<<

[46] Yehuda Bauer, «Reflections Concerning Holocaust History», Louis Greenspan y Graeme Nicholson (eds.), Fackenheim, Toronto, 1993, pp. 164, 169. Yehuda Bauer, «On Perpetrators of the Holocaust and the Public Discourse», Jewish Quarterly Review, núm. 87 (1997), pp. 348-350. Norman G. Finkelstein y Yehuda Bauer, «Goldhagen’s Hitler’s Willing Executioners: An Exchange of Views», Jewish Quarterly Review, núms. 1-2 (1998), p. 126.<<

[47] Para documentarse sobre esto y los siguientes párrafos, véanse Charles Glass, «Hitler’s (un)willing executioners», New Statesman, 23 de enero de 1998, Laura Shapiro, «A Battle Over the Holocaust», Newsweek, 23 de marzo de 1998, y Tibor Krausz, «The Goldhagen Wars», Jerusalem Report, 3 de agosto de 1998. Con respecto a este asunto y a otros relacionados, cfr. http://www.normanfinkelstein.com (con enlace a la web de Goldhagen).<<

[48] Daniel Jonah Goldhagen, «Daniel Jonah Goldhagen Comments on Birn», German Politics and Society, verano de 1998, pp. 88, 91, n2. Daniel Jonah Goldhagen, «The New Discourse of Avoidance» n. 25, disponible en http://web.archive.org/web/20021205051620/http://www.goldhagen.com/nda2.html.<<

[49] Hoffmann fue el director de tesis de Goldhagen, tesis que luego se convertiría en Hitler’s Willing Executioners. Lo que no le impidió saltarse olímpicamente el protocolo académico para escribir una encomiástica reseña del libro de Goldhagen para Foreign Affairs, ni tampoco declarar, en una reseña posterior para la misma revista, que A Nation on Trial era una obra «execrable». (Foreign Affairs, mayo/junio de 1996 y julio/agosto de 1998). Maier envió una prolija comunicación a la web H-German (www2.h-net.msu.edu). En definitiva, los únicos «aspectos de la presente situación» que Maier juzgaba «realmente desagradables y reprensibles» eran las críticas contra Goldhagen. Así pues, comprendía «que hubiera premeditación» en el litigio entablado por Goldhagen contra Birn y deploraba que mis argumentos fueran «especulaciones caprichosas e incendiarias». (23 de noviembre de 1997.)<<

[50] Nueva York, 1994. Lipstadt es catedrática de Estudios sobre el Holocausto en la Emory University y recientemente ha pasado a ocupar un cargo en el Consejo Conmemorativo del Holocausto de EEUU.<<

[51] La redacción de la pregunta de la encuesta del CJA, en la que se utiliza una doble negación, prácticamente inducía a la confusión: «¿Le parece posible o le parece imposible que el exterminio nazi de los judíos no ocurriera?». El veintidós por ciento de los encuestados respondieron: «Me parece posible». En otras encuestas realizadas con posterioridad, en las que la pregunta se planteó con claridad, el porcentaje de encuestados que negó la existencia del Holocausto fue casi de cero. En un estudio recientemente realizado por el CJA en once países se llegó a la conclusión de que, pese a que desde la extrema derecha siempre se sostenga lo contrario, «son pocas las personas que niegan el Holocausto». (Jennifer Golub y Renae Cohen, What Do Americans Know About The Holocaust?, The American Jewish Committee, 1993; «Holocaust Deniers Unconvincing-Surveys», Jerusalem Post [4 de febrero de 2000].) Sin embargo, al testificar ante el Senado con respecto al «antisemitismo en Europa», David Harris, del CJA, puso de relieve la importancia que la negación del Holocausto tiene para la derecha europea, y no mencionó ni una sola vez que el propio CJA había descubierto que esa opinión apenas si tiene resonancia entre el común de las gentes. (Comparecencias ante la Comisión de Relaciones Internacionales, Senado de los Estados Unidos, 5 de abril de 2000.)<<

[52] Véase «France Fines Historian Over Armenian Denial», Boston Globe, 22 de junio de 1995, y «Bernard Lewis and the Armenians», Counterpunch, 16-31 de diciembre de 1997.<<

[53] Israel Charny, «The Conference Crisis. The Turks, Armenians and the Jews», The Book of the International Conference on the Holocaust and Genocide. Book One: The Conference Program and Crisis, Tel Aviv, 1982. Israel Amrani: «A Little Help for Friends», Haaretz (20 de abril de 1990) (Bauer). Según la excéntrica versión de Wiesel, su negativa a participar en la conferencia se debió a que no quería «ofender a nuestros invitados armenios». Es de suponer que sus intentos de boicotear la conferencia y de convencer a otros para que no asistieran también estuvieron motivados por el deseo de ser cortés con los armenios. (Wiesel, And the Sea, p. 92.)<<

[54] Edward T. Linenthal, Preserving Memory, Nueva York, 1995, pp. 228 ss., 263, 312-313.<<

[55] Lipstadt, Denying, pp. 6, 12, 22, 89-90.<<

[56] Wiesel, All Rivers, pp. 333, 336.<<

[57] Lipstadt, Denying, capítulo 11.<<

[58] «A New Serbia», New Republic, 17 de mayo de 1999.<<

[59] Véanse, por ejemplo, Meron Benvenisti, «Seeking Tragedy», Haaretz (16 de abril de 1999), Zeev Chafets, «What Undergraduate Clinton Has Forgotten», Jerusalem Report (10 de mayo de 1999), y Gideon Levi, «Kosovo: It is Here», Haaretz (4 de abril de 1999). (Benvenisti limita la comparación con los serbios a las acciones israelíes posteriores a mayo de 1948.)<<

[60] Arno Mayer, Why Did the Heavens Not Darken?, Nueva York, 1988. Christopher Hitchens, «Hitler’s Ghost», Vanity Fair, junio de 1996 (Hilberg). Véase una valoración ecuánime de Irving en Gordon A. Craig, «The Devil in the Details», New York Review of Books, 19 de septiembre de 1996. Después de calificar con acierto las observaciones de Irving sobre el holocausto nazi de «obtusas y fácilmente desestimables», Craig, no obstante, continúa diciendo: «Sabe más del nacionalsocialismo que la mayoría de los profesionales de su área, y los estudiosos de los años 1933-1945 deben más de lo que están dispuestos a admitir a su energía como investigador y a la amplitud y el vigor de sus publicaciones […]. Su libro Hitler’s War […] continúa siendo el mejor estudio sobre la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista alemán y, como tal, es indispensable para todos los estudiosos del conflicto […]. Así pues, las personas como David Irving desempeñan una función indispensable en la empresa histórica y no nos atrevemos a desdeñar sus opiniones».<<

[61] Con respecto a los intentos fallidos de erigir un museo nacional afroamericano en el Washington Mall, realizados entre 1984 y 1994, véase Fath Davis Ruffins, «Culture Wars Won and Lost, Part II: The National African-American Museum Project», Radical History Review (invierno de 1998). El senador de Carolina del Norte Jesse Helms fue quien acabó por dar el golpe de gracia a esta iniciativa del Congreso. El presupuesto anual del museo del Holocausto de Washington es de cincuenta millones de dólares, treinta de los cuales salen de las arcas federales.<<

[62] Sobre la historia del museo, véanse Linenthal, Preserving Memory, Saidel, Never Too Late, esp. caps. 7, 15, y Tim Cole, Selling the Holocaust, Nueva York, 1999, cap. 6.<<

[63] Michael Berenbaum, The World Must Know, Nueva York, 1993, pp. 2, 214. Omer Bartov, Murder In Our Midst, Oxford, 1996, p. 180.<<

[64] Se encontrará más información en Kati Marton, A Death in Jerusalem, Nueva York, 1994, cap. 9. En sus memorias, Wiesel alude al «legendario pasado “terrorista”» de la persona que cometió materialmente el asesinato de Bernadotte, Yehoshua Cohen. Adviértanse las comillas de terrorista. Wiesel, And the Sea, p. 58. El museo del Holocausto de Nueva York, no menos empantanado en tejemanejes políticos (tanto Ed Koch, el alcalde, como Mario Cuomo, el gobernador, trataron de atraerse con él los votos y el dinero judíos), fue asimismo desde el principio un juguete en manos de los constructores y financieros judíos de la zona. En cierto momento, las empresas constructoras presionaron para que se minimizara el peso de la palabra Holocausto en el nombre del museo por miedo a que devaluara los valores inmobiliarios de una urbanización de lujo vecina. Los bromistas comentaban que la urbanización debería llamarse «Torres de Treblinka» y las calles adyacentes «Avenida de Auschwitz» y «Bulevar de Birkenau». El museo solicitó fondos a J. Peter Grace pese a que se sabía que estaba relacionado con un criminal de guerra nazi convicto, y organizó una fiesta en The Hot Rod —«La Comisión Conmemorativa del Holocausto de Nueva York le invita a pasar la noche bailando el rock and roll»—. (Saidel, Never Too Late, pp. 8, 121, 132, 145, 158, 161, 191, 240.)<<

[65] En palabras de Novick, esta es la controversia de los «seis millones» versus los «once millones». Al parecer, la fuente de la cifra de los cinco millones de muertos civiles no judíos fue el célebre «cazador de nazis» Simon Wiesenthal. Novick señala que dicha cifra «es inconsistente desde el punto de vista histórico», y añade que «cinco millones es una cifra o bien muy baja (si corresponde a todos los civiles no judíos muertos por el Tercer Reich) o bien muy elevada (si corresponde a los grupos no judíos que, como estos, fueron designados como blanco de los asesinatos)». Ahora bien, Novick se apresura a precisar que, «ciertamente, lo importante no son las cifras en sí, sino saber qué queremos decir, a qué nos referimos, cuando hablamos del “Holocausto”». Curiosamente, tras realizar esta advertencia, Novick se muestra partidario de conmemorar exclusivamente a los muertos judíos, ya que la cifra de seis millones «describe algo específico y determinado», en tanto que la cifra de once millones es «inaceptablemente inconsistente». (Novick, The Holocaust, pp. 214-226.)<<

[66] Wiesel, Against Silence, vol. III, pp. 162, 166.<<

[67] Con respecto a los discapacitados como primeras víctimas del genocidio nazi, véase esp. Henry Friedländer, The Origins of Nazi Genocide, Chapel Hill, 1995. Según Leon Wieseltier, los no judíos que perecieron en Auschwitz «tuvieron una muerte inventada para los judíos […]. Fueron víctimas de una “solución” diseñada para otros» (Leon Wieseltier, «At Auschwitz Decency Dies Again», New York Times, 3 de septiembre de 1989). No obstante, tal como lo demuestran numerosos estudios serios, la muerte inventada para los alemanes discapacitados fue la que luego se infligió a los judíos; además del estudio de Friedländer, véase, por ejemplo, Michael Burleigh, Death and Deliverance, Cambridge, 1994.<<

[68] Véanse en Guenter Lewy, The Nazi Persecution of the Gypsies, Oxford, 2000, pp. 221-222, diversas estimaciones del número de gitanos asesinados.<<

[69] Friedländer, Origins: «Además de a los judíos, los nazis asesinaron a los gitanos europeos. Definidos como un grupo racial de “piel oscura”, los hombres, mujeres y niños gitanos no pudieron eludir su destino de víctimas del genocidio nazi […]. El régimen nazi exterminó sistemáticamente solo a tres grupos de seres humanos: los discapacitados, los judíos y los gitanos» (XII-XIII). (Además de ser un historiador de primera categoría, Friedlander estuvo preso en Auschwitz). Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, Nueva York, 1985 (tres volúmenes), vol. III, pp. 999-1000. Con su habitual veracidad, Wiesel asegura en sus memorias que se sintió muy defraudado porque el Consejo Conmemorativo del Holocausto, que él presidía, no incluyera a un representante gitano…, como si no hubiera estado en su mano designarlo. (Wiesel, And the Sea, p. 211.)<<

[70] Linenthal, Preserving Memory, pp. 241-246, 315.<<

[71] Pese a que el Museo del Holocausto de Nueva York tenía una «orientación particularista judía» (Saidel) aún más pronunciada —a las víctimas no judías del nazismo se les advirtió de antemano de que era «solo para judíos»—, Yehuda Bauer montó en cólera cuando la Comisión aludió a la posibilidad de que el Holocausto abarcase a más víctimas que las judías. «Si la situación no se modifica inmediata y radicalmente —amenazaba Bauer en una carta a los miembros de la Comisión—, aprovecharé la menor oportunidad para […] atacar esta ultrajante intriga desde toda plataforma pública a mi disposición». (Saidel, Never Too Late, pp. 125-126, 129, 212, 221, 224-225.)<<

[72] Para ampliar información, véase Finkelstein, Image and Reality, cap. 2.<<

[73] «ZOA Critizices Holocaust Museum’s Hiring of Professor Who Compared Israel to Nazis», Israel Wire, 5 de junio de 1998. Neal M. Sher, «Sweep the Holocaust Museum Clean», Jewish World Review, 22 de junio de 1998. «Scoundrel Time», PS - The Intelligent Guide to Jewish Affairs, 21 de agosto de 1998. Daniel Kurtzman, «Holocaust Museum Taps One of Its Own for Top Spot», Jewish Telegraphic Agency, 5 de marzo de 1999. Ira Stoll, «Holocaust Museum Acknowledges a Mistake», Forward, 13 de agosto de 1999.<<

[74] Noam Chomsky, World Orders Old and New, Nueva York, 1996, pp. 293-294 (Shavit).<<

[1] Henry Friedlander, «Darkness and Dawn in 1945: The Nazis, the Allies, and the Survivors», US Holocaust Memorial Museum, 1945 - the Year of Liberation, Washington, 1995, pp. 11-35.<<

[2] Véase, por ejemplo, Segev, Seventh Million, p. 248.<<

[3] Lappin, Man With Two Heads, p. 48. D. D. Guttenplan, «The Holocaust on Trial», Atlantic Monthly, febrero de 2000, p. 62 (compárese, no obstante, con el texto de más arriba donde Lipstadt establece una equiparación entre poner en duda el testimonio de un superviviente y negar el Holocausto).<<

[4] Wiesel, All Rivers, pp. 121-130, 139, 163-164, 201-202, 336. Jewish Week, 17 de septiembre de 1999, New York Times, 5 de marzo de 1997.<<

[5] Leonard Dinnerstein, America and the Survivors of the Holocaust, Nueva York, 1982, p. 24.<<

[6] Daniel Ganzfried, «Binjamin Wilkomirski und die verwandelte Polin», Weltwoche, 4 de noviembre de 1999.<<

[7] Marilyn B. Young, The Vietnam Wars, Nueva York, 1991, pp. 301-302. «Cohen: US Not Sorry for Vietnam War», Associated Press, 11 de marzo de 2000.<<

[8] Se encontrará más información esp. en Nana Sagi, German Reparations, Nueva York, 1986, y en Ronald W. Zweig, German Reparations and the Jewish World, Boulder, 1987. Ambos libros son versiones oficiales encargadas por la Conferencia sobre Solicitudes Materiales.<<

[9] En respuesta a una pregunta recientemente planteada por el parlamentario alemán Martin Hohmann (Unión Demócrata-Cristiana), el gobierno alemán reconoció (en unos términos extremadamente enrevesados, eso sí) que solo alrededor del quince por ciento del dinero entregado a la Conferencia sobre Solicitudes Materiales había llegado a beneficiar a las víctimas judías de la persecución nazi (comunicación personal, 23 de febrero de 2000).<<

[10] En su historia oficial, Ronald Zweig reconoce explícitamente que la Conferencia sobre Solicitudes Materiales violó los términos del acuerdo: «El influjo de los fondos de la Conferencia permitió que el Comité [Conjunto de Distribución] continuara llevando a cabo en Europa programas que de otro modo tendría que haber dado por concluidos, así como que emprendiera otros que en circunstancias distintas no podría haber tomado en consideración por falta de fondos. Pero el cambio más significativo del presupuesto del CCD resultante de las indemnizaciones fueron las asignaciones a los países musulmanes, donde las actividades del Comité aumentaron por término medio en un 68 por ciento durante los tres primeros años en que la Conferencia repartió sus fondos. A pesar de las restricciones formales al empleo de los fondos establecidas en el acuerdo con Alemania, el dinero se empleó allá donde las necesidades eran mayores. Moses Leavitt [que ocupaba un cargo importante en la Conferencia sobre Solicitudes Materiales] […] señaló: “Nuestro presupuesto se basó en las necesidades prioritarias tanto de dentro como de fuera de Israel, incluidos los países musulmanes […]. Consideramos que los fondos de la Conferencia eran una parte más de los fondos generales puestos a nuestra disposición para satisfacer el área de necesidades judías de la que éramos responsables, el área de necesidades prioritarias”». (German Reparations, p. 74.)<<

[11] Véanse, por ejemplo, Lorraine Adams, «The Reckoning», Washington Post Magazine, 20 de abril de 1997, Netty C. Gross, «The Old Boys Club», y «After Years of Stonewalling, the Claims Conference Changes Policy», Jerusalem Report, 15 de mayo de 1997, 16 de agosto de 1997, Rebecca Spence, «Holocaust Insurance Team Racking Up Millions in Expenses as Survivors Wait», Forward, 30 de julio de 1999, y Verena Dobnik, «Oscar Hammerstein’s Cousin Sues German Bank Over Holocaust Assets», AP Online, 20 de noviembre de 1998 (Hertzberg).<<

[12] Greg B. Smith, «Federal Judge OKs Holocaust Accord», Daily News, 7 de enero de 2000. Janny Scott, «Jews Tell of Holocaust Deposits», New York Times, 17 de octubre de 1996. Saul Kagan leyó un borrador sobre este asunto ante la Conferencia sobre Solicitudes Materiales. La versión final incorpora todas las correcciones de datos que efectuó.<<

[13] Elli Wohlgelernter, «Lawyers and the Holocaust», Jerusalem Post, 6 de julio de 1999.<<

[14] Para documentarse sobre este asunto, véanse Tom Bower, Nazi Gold, Nueva York, 1998, Itamar Levin, The Last Deposit, Westport (Conn.), 1999, Gregg J. Rickman, Swiss Banks and Jewish Souls, New Brunswick (NJ), 1999, Isabel Vincent, Hitler’s Silent Partners, Nueva York, 1997, Jean Ziegler, The Swiss, the Gold and the Dead, Nueva York, 1997. Aunque impregnados de una clara tendenciosidad en contra de los suizos, estos libros contienen mucha información útil.<<

[15] Levin, Last Deposit, caps. 6-7. Con respecto al reportaje israelí erróneo (Levin fue su autor, aunque no lo declare), véase Hans J. Halbheer, «To Our American Friends», American Swiss Foundation Occasional Papers (s.f.).<<

[16] En EEUU había en funcionamiento trece sucursales de seis bancos suizos. Los bancos suizos prestaron 38.000 millones de dólares a las empresas estadounidenses en 1994 y, además, gestionaban para sus clientes centenares de miles de millones de dólares de inversiones colocadas en fondos y bancos estadounidenses.<<

[17] En 1992, el CJM generó una filial, la Organización Judía Mundial para la Restitución (OJMR), que se atribuyó jurisdicción legal sobre los activos de los supervivientes del Holocausto, vivos y muertos. Dirigida por Bronfman, la OJMR es formalmente una asociación de diversas organizaciones judías, basada en el modelo de la Conferencia sobre Reclamaciones Materiales Judías.<<

[18] Audiencias ante la Comisión de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos, Senado de los Estados Unidos, 23 de abril de 1996. La defensa que hace Bronfman de los «intereses judíos» es muy selectiva. Bronfman es uno de los principales socios del magnate de los medios de comunicación alemán Leo Kirch, notorio derechista que hace no muchos años despidió al director de un periódico alemán por haber respaldado la decisión del Tribunal Supremo de prohibir que se exhibieran cruces cristianas en los colegios públicos. (www.seagram.com/company-info/history/main.html; Oliver Gehrs, «Einfluss aus der Dose», Tagesspiegel, 12 de septiembre de 1995.)<<

[19] Rickman, Swiss Banks, pp. 50-51. Bower, Nazi Gold, pp. 299-300.<<

[20] Bower, Nazi Gold, p. 295 («portavoz»), pp. 306-307; cfr. p. 319. Alan Morris Schom, «The Unwanted Guests, Swiss Forced Labor Camps, 1940-1944», informe preparado para el Centro Simon Wiesenthal, enero de 1998. (Schom asevera que los campos suizos de refugiados eran «en realidad campos de trabajo en régimen de esclavitud».) Levin, Last Deposit, pp. 158, 188. Se encontrará un enfoque objetivo de los campos de refugiados judíos de Suiza en Ken Newman (ed.), Swiss Wartime Work Camps: A Collection of Eyewitness Testimonies, 1940-1945, Zúrich, 1999, e International Commission of Experts, Switzerland-Second World War, Switzerland and Refugees in the Nazi Era, Berna, 1999, cap. 4.4.4. Saidel, Never Too Late, pp. 222-223 («Dachau», «sensacionalista»). Yossi Klein Halevi, «Who Owns the Memory?», Jerusalmen Report (25 de febrero de 1993). Wiesenthal presta su nombre al centro a cambio de 90.000 dólares al año.<<

[21] Bower, Nazi Gold, pp. XI, XV, 8, 9, 42, 44, 56, 84, 100, 150, 219, 304. Rickman, Swiss Banks, p. 219.<<

[22] Thomas Sancton, «A Painful History», Time, 24 de febrero de 1997. Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, 25 de junio de 1997. Bower, Nazi Gold, pp. 301-302. Rickman, Swiss Banks, p. 48. Levin también guarda silencio con respecto a que Salmanovitz fuera judío (cfr. pp. 5, 129, 135).<<

[23] Levin, Last Deposit, p. 60. Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, 11 de diciembre de 1996 (donde se cita el testimonio que Wiesel prestó ante la Comisión de Banca del Senado el 16 de octubre de 1996). Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, Nueva York, 1961, cap. 5.<<

[24] Audiencias ante la Comisión de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos, Senado de EEUU, 6 de mayo de 1997.<<

[25] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 11 de diciembre de 1996. Smith se quejó a la prensa de que D’Amato estaba vendiendo como si fueran nuevos descubrimientos los documentos que él mismo había sacado a la luz mucho tiempo atrás. A modo de extraña defensa, Rickman, que a través del Museo del Holocausto de EEUU había movilizado a un enorme contingente de investigadores para las audiencias del Congreso, alegó: «Cierto es que sabía de la existencia del libro de Smith, pero tuve la precaución de no leerlo para que no se me pudiera acusar de emplear “sus” documentos» (p. 113). Vincent, Silent Partners, p. 240.<<

[26] Bower, Nazi Gold, p. 307. Audiencia ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 25 de junio de 1997.<<

[27] Rickman, Swiss Banks, p. 77. Véase una versión definitiva de este asunto en Peter Hug y Marc Perrenoud, Assets in Switzerland of Victims of Nazism and the Compensation Agreements with East Bloc Countries, Berna, 1997. Con respecto al debate previamente mantenido en EEUU, véase Seymour J. Rubin y Abba P. Schwartz, «Refugees and Reparations», Law and Contemporary Problems, Facultad de Derecho de la Universidad de Duke, 1951, p. 283.<<

[28] Levin, Last Deposit, pp. 93, 186. Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 11 de diciembre de 1996. Rickman, Swiss Banks, p. 218. Bower, Nazi Gold, pp. 318, 323. Una semana después de que se constituyera el Fondo Especial, el presidente de Suiza, «aterrado por la hostilidad que seguía prevaleciendo en Estados Unidos» (Bower), anunció la creación de una Fundación de Solidaridad con un capital de 5.000 millones de dólares que se dedicaría «a reducir la pobreza, la desesperación y la violencia» en el mundo entero. Mas la aprobación de la fundación requería que se celebrase un referéndum nacional y la oposición interna no tardó en hacerse visible. El futuro de la fundación continúa siendo incierto.<<

[29] Bower, Nazi Gold, p. 315. Vincent, Silent Partners, p. 211. Rickman, Swiss Banks, p. 184 (Volcker).<<

[30] Levin, Last Deposit, pp. 187-188, 125.<<

[31] Levin, Last Deposit, p. 218. Rickman, Swiss Banks, pp. 214, 223, 221.<<

[32] Rickman, Swiss Banks, p. 231.<<

[33] Ibid. Rickman tituló adecuadamente el capítulo dedicado a estos asuntos «Boicots e imposiciones».<<

[34] El texto completo del «Convenio de conciliación» se encontrará en Independent Committee of Eminent Persons, Report on Dormant Accounts of Victims of Nazi Persecution in Swiss Banks, Berna, 1999, Apéndice O. Además del Fondo Especial de 200 millones de dólares y de los 1.250 millones de dólares del convenio de conciliación motivado por las demandas múltiples, la industria del Holocausto consiguió arrancar otros 70 millones de dólares a los Estados Unidos y a sus aliados durante una conferencia internacional sobre el oro suizo celebrada en Londres en 1997.<<

[35] En relación con la política que siguió EEUU durante estos años con respecto a los refugiados judíos, véanse David S. Wyman, Paper Walls, Nueva York, 1985, y The Abandonment of the Jews, Nueva York, 1984. En relación con la política suiza, véase Independent Commission of Experts, Switzerland - Second World War, Switzerland and Refugees in the Nazi Era, Berna, 1999. Las cuotas restrictivas estadounidenses y suizas se debieron a una mezcla de factores similar: recesión económica, xenofobia, antisemitismo y, más adelante, seguridad. Recordando la «hipocresía de los discursos de otras naciones, y en especial de Estados Unidos, que no tenía ningún interés en liberalizar sus leyes de inmigración», la Comisión Independiente, sin dejar de criticar duramente a Suiza, informaba asimismo de que su política con respecto a los refugiados fue «como la de los gobiernos de la mayoría del resto de los Estados» (pp. 42, 263). No he encontrado la menor mención a este punto en la amplia cobertura informativa que se dio a las conclusiones críticas de la Comisión.<<

[36] Audiencias ante la Comisión de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos, Senado de los Estados Unidos, 15 de mayo de 1997 (Eizenstat y D’Amato). Audiencias ante la Comisión de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos, Senado de los Estados Unidos, 23 de abril de 1996 (Bronfman, citando a Clinton y la carta de los congresistas). Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 11 de diciembre de 1996 (Leach). Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 25 de junio de 1997 (Leach). Rickman, Swiss Banks, p. 204 (Albright).<<

[37] Durante las múltiples audiencias parlamentarias sobre las indemnizaciones por el Holocausto solo hubo una nota discordante, y la dio la congresista de California Maxine Waters. Waters declaró que apoyaba «al mil por cien» que se hiciera «justicia a todas las víctimas del Holocausto», pero, a la vez, se preguntaba: «¿Cómo puedo coger este patrón y aplicarlo a la esclavización de mis antepasados aquí mismo, en Estados Unidos? Es muy extraño estar aquí sentada […] sin reflexionar sobre lo que podría estar haciendo […] para que se reconociera el trabajo en régimen de esclavitud en los Estados Unidos […]. La idea de indemnizar a la comunidad afroamericana ha sido básicamente condenada por radical, y muchos de quienes […] han batallado con gran ahínco para presentar este problema ante el Congreso han sido puestos literalmente en ridículo». En concreto, Waters propuso que los organismos gubernamentales encargados de lograr indemnizaciones por el Holocausto se dedicaran asimismo a lograr indemnizaciones por «el trabajo en régimen de esclavitud en Estados Unidos». «La señora congresista ha planteado un tema extraordinariamente profundo —replicó James Leach, de la Comisión de Banca de la Cámara—, y la Presidencia lo tomará en consideración […]. El tema que usted plantea es muy profundo tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto de vista de los derechos humanos». No cabe duda de que el tema se habrá depositado en las profundidades de un agujero en la memoria de la Comisión. (Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 9 de febrero de 2000.) Randall Robinson, que lidera actualmente una campaña para indemnizar a los afroamericanos por la esclavitud, observó que el «silencio» del gobierno estadounidense sobre este expolio se mantuvo incluso «mientras el subsecretario de Estado, Stuart Eizenstat, se afanaba en lograr que dieciséis empresas alemanas indemnizaran a los judíos que trabajaron en régimen de esclavitud durante la época nazi». (Randall Robinson, «Compensate the Forgotten Victims of America’s Slavery Holocaust», Los Angeles Times, 11 de febrero de 2000; cfr. Randall Robinson, The Debt, Nueva York, 2000, p. 245.)<<

[38] Philip Lentz, «Reparation Woes», Crain’s, 15-21 de noviembre de 1999. Michael Shapiro, «Lawyers in Swiss Bank Settlement Submit Bill, Outraging Jewish Groups», Jewish Telegraphic Agency, 23 de noviembre de 1999. Rebecca Spence, «Hearings on Legal Fees in Swiss Bank Case», Forward, 26 de noviembre de 1999. James Bone, «Holocaust Survivors Protest Over Legal Fee», The Times, Londres, 1 de diciembre de 1999. Devlin Barrett, «Holocaust Assets», New York Post, 2 de diciembre de 1999. Stewart Ain, «Religious Strife Erupts In Swiss Money Fight», Jewish Week, 14 de enero de 2000 («maniobran»). Adam Dickter, «Discord in the Court», Jewish Week, 21 de enero de 2000. Swiss Fund for Needy Victims of the Holocaust/Shoa, «Overview on Finances, Payments and Pending Applications», 30 de noviembre de 1999. Los supervivientes del Holocausto israelíes nunca llegaron a recibir el dinero del Fondo Especial que se les había asignado; véase Yair Sheleg, «Surviving Israeli Bureaucracy», Haaretz, 6 de febrero de 2000.<<

[39] Burt Neuborne, «Totaling the Sum of Swiss Guilt», New York Times, 24 de junio de 1998. Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 11 de diciembre de 1996. «Holocaust-Konferenz in Stockholm», Frankfurter Allgemeine Zeitung, 26 de enero de 2000 (Bronfman).<<

[40] Independent Commission of Experts, Switzerland - Second World War, Switzerland and Gold Transactions in the Second World War, Interim Report, Berna, 1998.<<

[41] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 11 de diciembre de 1996. Citado a testificar en calidad de especialista, el historiador de la Universidad de Carolina del Norte Gerhard L. Weinberg declaró mojigatamente que «la postura del gobierno suizo en aquellos momentos y en los años de posguerra inmediatamente posteriores siempre fue que el saqueo era legal» y que «la prioridad número uno» de los bancos suizos era «hacer la mayor cantidad de dinero posible […] al margen de la legalidad, de la moralidad, de la decencia o de cualquier otra limitación». (Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 25 de junio de 1997.)<<

[42] Raymond W. Baker, «The Biggest Loophole in the Free-Market System», Washington Quarterly, otoño de 1999. Sin la sanción de las leyes estadounidenses, buena parte del dinero «blanqueado» procedente del tráfico de drogas —entre 500.000 millones y un billón de dólares al año— está «depositada a salvo en los bancos estadounidenses». (Ibid.)<<

[43] Ziegler, The Swiss, p. XII; cfr. pp. 19, 265.<<

[44] Switzerland and Gold Transactions in the Second World War, pp. IV, 48.<<

[45] Independent Committee of Eminent Persons, Report on Dormant Accounts of Victims of Nazi Persecution in Swiss Banks, Berna, 1999. (A partir de ahora, Informe.)<<

[46] Los «costes externos» de la auditoría se situaron en los 200 millones de dólares. (Informe, página 4, párrafo 17.) Los costes para los bancos suizos sumaron 300 millones de dólares más. (Comisión Federal Suiza de Banca, nota de prensa, 6 de diciembre de 1999.)<<

[47] Informe, Anexo 5, p. 81, párrafo 1 (cfr. Parte I, pp. 13-15, párrafos 41-49).<<

[48] Informe: Parte I, p. 6, párrafo 22 («no se han encontrado pruebas»); Parte I, p. 6, párrafo 23 (legislación bancaria y porcentajes); Anexo 4, p. 58, párrafo 5 («verdaderamente extraordinario»), y Anexo 5, p. 81, párrafo 3 («verdaderamente admirable») (cfr. Parte I, p. 15, párrafo 47, Parte I, p. 17, párrafo 58, Anexo 7, p. 107, párrafos 3, 9).<<

[49] «The Deceptions of Swiss Banks», New York Times, 7 de diciembre de 1999.<<

[50] Informe, Anexo 5, p. 81, párrafo 2. Informe, Anexo 5, pp. 87-88, párrafo 27: «Hay toda una serie de explicaciones de las notables subestimaciones de los estudios previos, pero las causas principales pueden atribuirse en parte a que los bancos suizos emplean una definición muy estricta de cuenta «inactiva»; a la exclusión de determinados tipos de cuentas de sus búsquedas o a una investigación inadecuada; a que no investigasen las cuentas por debajo de ciertos balances mínimos; y a que no considerasen que los cuentacorrentistas habían sido víctimas de la violencia o la persecución nazis a no ser que así se lo comunicasen sus familiares».<<

[51] Informe, p. 10, párrafo 30 («posible o probable»); p. 20, párrafos 73-75 (probabilidad significativa para 25.000 cuentas). Informe, Anexo 4, pp. 65-67, párrafos 20-26, y p. 72, párrafos 40-43 (valor actual). Siguiendo la recomendación del Informe, la Comisión Federal Suiza de Banca se avino en marzo de 2000 a publicar el nombre de los titulares de 25.000 cuentas. («Swiss Federal Banking Commission Follows Volcker Recommendations», nota de prensa, 30 de marzo de 2000.)<<

[52] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 9 de febrero de 2000 (citas del testimonio preparado por Volcker). Compárese con la advertencia realizada por la Comisión Federal Suiza de Banca en el sentido de que «todas las indicaciones sobre el posible valor actual de las cuentas identificadas se basan fundamentalmente en suposiciones y proyecciones», y de que «solo en el caso de unas 1.200 cuentas […] se han encontrado pruebas concretas, confirmadas por fuentes bancarias actuales, de que los titulares de las cuentas fueran realmente víctimas del Holocausto». (Nota de prensa, 6 de diciembre de 1999.)<<

[53] Informe, p. 2, párrafo 8 (cfr. p. 23, párrafo 92). Informe, Apéndice S, p. A-134; para un desglose más preciso, cfr. pp. A-135 ss.<<

[54] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 25 de junio de 1997 (citas del testimonio preparado por Rubin). (Para documentarse a este respecto, véase Seymour J. Rubin y Abba P. Schwartz, «Refugees and Reparations», Law and Contemporary Problems [Duke University School of Law, 1951], pp. 286-289.)<<

[55] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 25 de junio de 1997.<<

[56] La población suiza era de cuatro millones de habitantes en el «Periodo Pertinente» de 1933-1945, en tanto que la población estadounidense superaba los 130 millones de habitantes. El Comité Volcker revisó todas las cuentas que, durante estos años, se abrieron, se cerraron o permanecieron sin movimientos en Suiza.<<

[57] Levin, Last Deposit, p. 23. Bower, Nazi Gold, p. 256. Bower considera que esta exigencia suiza era mera «retórica a la que no cabía responder». Es evidente que no cabía responder a esa exigencia, pero ¿por qué considerarla retórica?<<

[58] Rickman, Swiss Banks, pp. 194-195.<<

[59] Bower, Nazi Gold, pp. 350-351. Akiva Eldar, «UK: Israel Didn’t Hand Over Compensation to Survivors», Haaretz, 21 de febrero de 2000. Judy Dempsey, «Jews Find It Hard to Reclaim Wartime Property in Israel», Financial Times, 1 de abril de 2000. Jack Katzenell, «Israel Has WWII Assets», Associated Press, 13 de abril de 2000. Joel Greenberg, «Hunt for Holocaust Victims’ Property Turns in New Direction: Toward Israel», New York Times, 15 de abril de 2000. Akiva Eldar, «People and Politics», Haaretz, 27 de abril de 2000.<<

[60] Para informarse sobre la Comisión, véase http://www.pcha.gov (la cita de Bronfman procede de una nota de prensa de la Comisión de 21 de noviembre de 1999).<<

[61] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 9 de febrero de 2000.<<

[62] Levin, Last Deposit, pp. 223, 204. «Swiss Defensive About WWII Role», Associated Press, 15 de marzo de 2000. Time, 24 de febrero de 1997 (Bronfman).<<

[63] Levin, Last Deposit, p. 224.<<

[64] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 14 de septiembre de 1999.<<

[65] Neologismo a partir de las palabras Holocaust —Holocausto— y cash —dinero efectivo, pago al contado. [N. de la T.]<<

[66] Yair Sheleg, «Not Even Minimum Wage», Haaretz, 6 de octubre de 1999. William Drozdiak, «Germans Up Offer to Nazis’ Slave Laborers», Washington Post, 18 de noviembre de 1999. Burt Herman, «Nazi Labor Talks End Without Pact», Forward, 20 de noviembre de 1999. «Bayer’s Biggest Headache», New York Times, 5 de octubre de 1999. Jan Cienski, «Wartime Slave-Labour Survivors’ Ads Hit Back», National Post, 7 de octubre de 1999. Edmund L. Andrews, «Germans To Set Up $5.1 Billion Fund For Nazis’ Slaves», New York Times, 15 de diciembre de 1999. Edmund L. Andrews, «Germany Accepts $5.1 billion Accord to End Claims of Nazi Slave Workers», New York Times, 18 de diciembre de 1999. Allan Hall, «Slave Labour List Names 255 German Companies», The Times, Londres, 9 de diciembre de 1999. Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 9 de febrero de 2000 (cita tomada del testimonio preparado por Eizenstat).<<

[67] Sagi, German Reparations, p. 161. Probablemente, una cuarta parte de los judíos esclavizados recibieron este tipo de pensión, incluido mi difunto padre (que había estado preso en Auschwitz). De hecho, la cifra de judíos esclavizados todavía en vida que maneja la Conferencia sobre Solicitudes Materiales en las negociaciones actuales incluye a quienes ya están recibiendo pensiones e indemnizaciones de Alemania. (Parlamento alemán, 92.a sesión, 15 de marzo de 2000.)<<

[68] Zweig, German Reparations and the Jewish World, p. 98; cfr. p. 25.<<

[69] Judenrat: consejo de judíos nombrado por los nazis en cada comunidad o gueto judío. [N. de la T.]<<

[70] Conference on Jewish Material Claims Against Germany, «Position Paper - Slave Labor. Proposed Remembrance and Responsibility Fund», 15 de junio de 1999. Netty C. Gross, «$5.1-Billion Slave Labor Deal Could Yield Little Cash For Jewish Claimants», Jerusalem Report, 31 de enero de 2000. Zvi Lavi, «Kleiner (Herut): Germany Claims Conference Has Become Judenrat, Carrying on Nazi Ways», Globes, 24 de febrero de 2000. Yair Sheleg, «MK Kleiner: The Claims Conference Does Not Transfer Indemnifications to Shoah Survivors», Haaretz, 24 de febrero de 2000.<<

[71] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 9 de febrero de 2000. Yair Sheleg, «Staking a Claim to Jewish Claims», Haaretz, 31 de marzo de 2000.<<

[72] Henry Friedländer, «Darkness and Dawn in 1945: The Nazis, the Allies, and the Survivors», US Holocaust Memorial Museum, 1945 - The Year of Liberation, Washington, 1995, pp. 11-35. Dinnerstein, America and the Survivors of the Holocaust, p. 28. El historiador israelí Shlomo Shafir informa de que «las estimaciones del número de judíos supervivientes al final de la guerra en Europa oscilan entre los 50.000 y los 70.000» (Ambiguous Relations, p. 348 n. 1). La cifra global de trabajadores esclavizados supervivientes, judíos y no judíos, que da Friedländer es una cifra estándar; véase Benjamin Ferencz, Less Than Slaves, Cambridge, 1979 —«en los campos de concentración liberados por los ejércitos aliados se encontró aproximadamente a medio millón de personas más o menos vivas» (p. XVII; cfr. p. 240 n. 5).<<

[73] Stuart Eizenstat, subsecretario de Estado de Economía, Negocios y Asuntos Agrarios, jefe de la Representación Estadounidense en las Negociaciones con Alemania sobre los Trabajadores en Régimen de Esclavitud. Sesión Informativa del Departamento de Estado, 12 de mayo de 1999.<<

[74] Véanse los «comentarios» de Eizenstat en la Asamblea Anual de la Conferencia sobre Solicitudes Materiales Judías contra Alemania y Austria, Nueva York, 14 de julio de 1999.<<

[75] Toby Axelrod, «$5.2 Billion Slave-Labor Deal Only the Start», Jewish Bulletin, 12 de diciembre de 1999 (citando a la Jewish Telegraphic Agency).<<

[76] Hilberg, The Destruction, 1985, vol. III, Apéndice B.<<

[77] En una entrevista concedida a Die Berliner Zeitung, puse en duda, citando a Friedländer, la cifra de 135.000 facilitada por la Conferencia sobre Solicitudes Materiales. Ésta refutó mis afirmaciones, aseverando lacónicamente que la cifra de 135.000 estaba «basada en las fuentes mejores y de mayor fiabilidad y esa, por tanto, correcta». Sin embargo, no se identificaba ni a una sola de las mencionadas fuentes. («Die Ausbeutung jüdischen Leidens», Berliner Zeitung, 29-30 de enero de 2000; «Gegendarstellung der Jewish Claims Conference», Berliner Zeitung, 1 de febrero de 2000.) En una entrevista publicada por Der Tagesspiegel, la Conferencia sobre Solicitudes Materiales replicó mis críticas y sostuvo que unos 700.000 judíos esclavizados sobrevivieron a la guerra, entre 350.000 y 400.000 en el territorio del Reich y otros 300.000 en campos de concentración de otros lugares. Cuando se la presionó para que citara los estudios que le servían de fuente, la Conferencia sobre Solicitudes Materiales se negó airadamente a hacerlo. Basta decir que estas cifras no presentan ninguna semejanza con ningún estudio serio sobre el tema. (Eva Schweitzer, «Entschaedigung für Zwangsarbeiter», Tagesspiegel, 6 de marzo de 2000.)<<

[78] «Nunca antes en la historia —ha señalado Hilberg— se había asesinado a la gente con el sistema de la cadena de montaje». (Destruction, vol. III, p. 863.) El tratamiento clásico de este asunto es el que le da Zygmunt Bauman en Modernity and the Holocaust [ed. cast.: Modernidad y holocausto, Madrid, Ediciones Sequitur, 1997].<<

[79] Guttenplan, «Holocaust on Trial». (Hilberg) Conference on Jewish Material Claims Against Germany, «Position Paper - Slave Labor», 15 de junio de 1999.<<

[80] «We Condemn Syria’s Denial of the Holocaust», New York Times, 9 de febrero de 2000. Para documentar el «aumento del antisemitismo» en Europa, David Harris, del CJA, aportaba como prueba un estudio en el que un porcentaje relativamente alto de encuestados se había mostrado de acuerdo con la afirmación: «Los judíos están explotando en provecho propio el recuerdo del exterminio nazi de los judíos». Harris aducía además «el tratamiento extremadamente negativo que algunos periódicos alemanes dieron a la Conferencia sobre Solicitudes Materiales Judías […] durante las recientes negociaciones sobre las compensaciones por los trabajos forzados y el trabajo en régimen de esclavitud. Numerosos artículos describían la Conferencia sobre Solicitudes Materiales y a los abogados, mayoritariamente judíos, como avaros e interesados, y en los periódicos de mayor tirada se desató un curioso debate sobre la cuestión de si hay tantos supervivientes judíos como los que menciona la Conferencia de Solicitudes Materiales». (Audiencias ante la Comisión de Relaciones Internacionales, Senado de los Estados Unidos, 5 de abril de 2000.) Debo decir que a mí me resulto prácticamente imposible comentar este asunto en Alemania. Aunque el tabú que rodea a esta cuestión fue finalmente violado por el rotativo liberal alemán Die Berliner Zeitung, el valor de que dieron muestra su director, Martin Sueskind, y el corresponsal en EEUU, Stefan Elfenbein, encontró escaso eco en los medios de comunicación alemanes, principalmente a causa de las amenazas legales y el boicot moral de la Conferencia sobre Solicitudes Materiales y también debido a lo reacios que son la mayoría de los alemanes a criticar abiertamente a los judíos.<<

[81] Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 11 de diciembre de 1996. J. D. Bindenagel (ed.), Proceedings, Washington Conference on Holocaust-Era Assets: 30 November-3 December 1998, US Government Printing Office, Washington, DC, pp. 687, 770-701, 706.<<

[82] Audiencias ante la Comisión de Relaciones Internacionales, Cámara de Representantes, 6 de agosto de 1998. Bindenagel, Washington Conference on Holocaust-Era Assets, 433. Joan Gralia, «Poland Tries to Get Holocaust Lawsuit Dismissed», Reuters, 23 de diciembre de 1999. Eric J. Greenberg, «Polish Restitution Plan Slammed», Jewish Week, 14 de enero de 2000. «Poland Limits WWII Compensation Plan», Newsday, 6 de enero de 2000.<<

[83] Theo Garb y otros contra la República de Polonia (Tribunal de Distrito de EEUU, Distrito Este de Nueva York, 18 de junio de 1999). (La demanda fue presentada por Edward E. Klein y Mel Urbach, este último un veterano de los acuerdos con los suizos y los alemanes. Muchos más abogados se sumaron a la «ampliación de la demanda» presentada el 2 de marzo de 2000, pero en ésta se omitían algunos de los cargos más pintorescos en contra de los gobiernos polacos de posguerra.) «Dear Leads NYC Council in Call to Polish Government to Make Restitution to Victims of Holocaust Era Property Seizure», News From Council Member Noach Dear, 29 de noviembre de 1999. (La cita textual está tomada de la resolución núm. 1072, adoptada el 23 de noviembre de 1999.) «[Anthony D.] Weiner Urges Polish Government To Repatriate Holocaust Claims»», Cámara de Representantes de EEUU (nota de prensa, 14 de octubre de 1999). (Las citas textuales proceden de la nota de prensa y de la carta original, fechada el 13 de octubre de 1999.)<<

[84] Audiencias ante la Comisión de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos, Senado de EEUU, 23 de abril de 1996.<<

[85] Audiencias ante la Comisión de Relaciones Internacionales, Cámara de Representantes, 6 de agosto de 1998.<<

[86] Audiencias ante la Comisión de Relaciones Internacionales, Cámara de Representantes, 6 de agosto de 1998. Isabel Vincent, «Who Will Reap the Nazi-Era Reparations?», National Post, 20 de febrero de 1999.<<

[87] Audiencias ante la Comisión de Relaciones Internacionales, Cámara de Representantes, 6 de agosto de 1998. Actualmente vicepresidente honorario del Comité Judío Americano, Eizenstat fue el primer presidente del Instituto para las Relaciones de los Judíos Estadounidenses con Israel del CJA.<<

[88] Audiencias ante la Comisión de Relaciones Internacionales, Cámara de Representantes, 6 de agosto de 1998. Marilyn Henry, «Whose Claim Is It Anyway?», Jerusalem Post, 4 de julio de 1997. Bindenagel, Washington Conference on Holocaust-Era Assets, p. 705. Editorial, «Jewish Property Belongs to Jews», Haaretz, 26 de octubre de 1999.<<

[89] Sergio Karas, «Unsettled Accounts», Globe and Mail, 1 de septiembre de 1998. Stuart Eizenstat, «Remarks», Congreso Anual de la Conferencia sobre Solicitudes Materiales Judías contra Alemania y Austria, Nueva York, 14 de julio de 1999. Tom Sawicki, «6.000 Witnesses», Jerusalem Report, 5 de mayo de 1994.<<

[90] Bindenagel, Washington Conference on Holocaust-Era Assets, p. 146. Michael Arnold, «Israeli Teens Frolic With Strippers After Auschwitz Visit», Forward, 26 de noviembre de 1999. La congresista de Manhattan Carolyn Maloney informó orgullosamente a la Comisión de Banca del Congreso del proyecto de la Ley de Educación sobre el Holocausto que había presentado y con el que se proporcionarían «ayudas a las organizaciones del Holocausto a través del Departamento de Educación con objeto de formar al profesorado y proveer de materiales a los colegios y comunidades para mejorar la educación sobre el Holocausto». Considerando que Maloney representa a una ciudad con un sistema público de enseñanza media notoriamente deficiente en cuanto al profesorado y a los libros de texto, bien podría haber establecido unas prioridades distintas para los escasos fondos del Departamento de Educación. (Audiencias ante la Comisión de Banca y Servicios Financieros, Cámara de Representantes, 9 de febrero de 2000.)<<

[91] Zweig, German Reparations and the Jewish World, p. 118. Goldmann fue uno de los fundadores del Congreso Judío Mundial y el primer presidente de la Conferencia sobre Solicitudes Materiales.<<

[92] Marilyn Henry, «International Holocaust Education Conference Begins», Jerusalem Post, 26 de enero de 2000. Marilyn Henry: «PM: We Have No Moral Obligation to Refugees», Jerusalem Post, 27 de enero de 2000. Marilyn Henry, «Holocaust “Must Be Seared in Collective Memory’», Jerusalem Post, 30 de enero de 2000.<<

[93] Claims Conference, Guide to Compensation and Restitution of Holocaust Survivors, Nueva York, s.f. Vincent, Hitler’s Silent Partners, p. 302 («expropiación»); cfr. pp. 308-309. Ralf Eibl, «Die Jewish Claims Conference ringt um ihren Leumund. Nachkommen jüdischer Sklaven…», Die Welt, 8 de marzo de 2000 (pleitos). La industria para la restitución por el Holocausto es un tema tabú en los Estados Unidos. Así, por ejemplo, la web H-Holocaust (www2.h-net.msu.edu) prohibió las contribuciones críticas aun cuando estuvieran fundadas en pruebas documentadas (correspondencia personal con el miembro del consejo directivo Richard S. Levy, 19-21 de noviembre de 1999).<<

[94] Ilan Pappe, The Making of the Arab-Israeli Conflict, 1974-51, Londres: 1992, p. 268.<<

[95] Clinton Bailey, «Holocaust Funds to Palestinians May Meet Some Cost of Compensation», International Herald Tribune; publicado de nuevo en Jordan Times, 20 de junio de 1999.<<

[96] Elli Wohlgelernter, «WJC: Austria Holding $10b. In Holocaust Victims’ Assets», Jerusalem Post, 14 de marzo de 2000. En su posterior testimonio ante el Congreso, Singer puso de relieve la alegación contra Austria, pero, como era de esperar, guardó un discreto silencio con respecto a las acusaciones contra los Estados Unidos. (Audiencias ante la Comisión de Relaciones Internacionales, Senado de los Estados Unidos, 6 de abril de 2000).<<

[1] Adam Hochschild, King Leopold’s Ghost, Boston, 1998 [ed. cast.: El fantasma del rey Leopoldo, Barcelona, Península, 2002].<<

[2] Wiesel, Against Silence, vol. III, p. 190; cf. vol. I, p. 186, vol. II, p. 82, vol. III, 242, y Wiesel, And the Sea, 18.<<

[3] Novick, The Holocaust, pp. 230-231.<<

[4] New York Times, 25 de mayo de 1999.<<

[5] Novick, The Holocaust, p. 15.<<

[6] John Toland, Adolf Hitler, Nueva York, 1976, p. 702. Joachim Fest, Hitler, Nueva York, 1975, pp. 214, 650. Véase también Finkelstein, Image and Reality, cap. 4.<<

[7] Véase, por ejemplo, Stefan Kühl, The Nazi Connection, Oxford, 1994.<<

[8] Véase, por ejemplo, Leon F. Litwack, Trouble in Mind, Nueva York, 1998, esp. caps. 5-6. La tradición occidental más respetada también está profundamente relacionada con el nazismo. Para justificar el exterminio de los discapacitados —precursor de la solución final—, los médicos nazis acudieron al concepto de «la vida indigna de la vida» (lebensunwertes Leben). En Gorgias, Platón escribió: «No me parece que la vida merezca la pena vivirse cuando el cuerpo de una persona está en una condición deplorable». En La República, Platón daba el visto bueno al asesinato de los niños malformados. En este mismo orden de cosas, la oposición que Hitler manifiesta en Mein Kampf al control de la natalidad, alegando que impide la selección natural, tenía un precedente en los razonamientos expuestos por Rousseau en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, Hannah Arendt hacía esta reflexión: «La corriente subterránea de la historia occidental al fin ha aflorado y ha usurpado la dignidad de nuestra tradición» (Los orígenes del totalitarismo, p. IX).<<

[9] Véase, por ejemplo, Edward Herman y Noam Chomsky, The Political Economy of Human Rights, v. I: «The Washington Connection and Third World Fascism, Boston, 1979, pp. 129-204.<<

[10] Response, marzo de 1983 y enero de 1986.<<

[11] Noam Chomsky, Turning the Tide, Boston, 1985, p. 36 (cita de Wiesel tomada de una entrevista en la prensa hebrea). Berenbaum, World Must Know, p. 3.<<

[12] Financial Times, 8 de septiembre de 1999.<<

[13] Novick, The Holocaust, p. 255.<<

[14] Véase, por ejemplo, Geoff Simons, The Scourging of Iraq, Nueva York, 1998.<<

[15] Novick, The Holocaust, pp. 244, 14.<<

[16] Con respecto a este tema, véase esp. Chaumont, La concurrence, pp. 316-318.<<

[17] Véase, por ejemplo, Carl N. Degler, In Search of Human Nature, Oxford, 1991, pp. 202 ss.<<

[18] John Stuart Mill, On the Subjection of Women, Cambridge, 1991, p. 148.<<

[19] No es menos repugnante utilizar como término de comparación el holocausto nazi, tal como propone Michael Berenbaum, solo con el objeto de «demostrar su alegada singularidad», After Tragedy, p. 29.<<

[20] Zuckerman, A Surplus of Memory, p. 210.<<

[21] Me refiero tanto a la Historikerstreit como al intercambio epistolar entre Saul Friedländer y Martin Broszat que fue publicado. En ambos casos, el debate se centró en si los crímenes nazis tenían una naturaleza absoluta o relativa; se abordaron cuestiones como, por ejemplo, la validez de las comparaciones con el Gulag. Véanse Peter Baldwin (ed.), Reworking the Past, Richard J. Evans, In Hitler’s Shadow, Nueva York, 1989, James Knowlton y Truett Cates, Forever in the Shadow of Hitler?, Atlantic Highlands, NJ, 1993, y Aharon Weiss (ed.), Yad Vashem Studies XIX, Jerusalén, 1988.<<

[1] Con respecto a este párrafo y el siguiente, véanse Joan Gralla, «Holocaust Foundation Set for Restitution Funds», Reuters, 22 de agosto de 2000; Michael J. Jordan, «Spending Restitution Money Pits Survivors Against Groups», Jewish Telegraphic Agency, 29 de agosto de 2000; NAHOS (Publicación de la Asociación Nacional de los Niños Judíos Supervivientes del Holocausto), 1 de septiembre de 2000, 6 de octubre de 2000 y 6 de noviembre de 2000; Marilyn Henry, «Proposed “Foundation for Jewish People” Has No Cash», Jerusalem Post, 8 de septiembre de 2000; Joan Gralla, «Battle Brews Over Holocaust Compensation», Reuters, 11 de septiembre de 2000; Shlomo Shamir, «Government to Set Up New Fund for Holocaust Payments», Haaretz, 12 de septiembre de 2000; Yair Sheleg, «Burg Honored at Controversial NY Dinner», Haaretz, 12 de septiembre de 2000; E. J. Kessler, «Hillary the Holocaust Heroine?», New York Post, 12 de septiembre de 2000; Melissa Radler, «Survivors Get Most of Cash in Shoah Fund», Forward, 17 de septiembre de 2000; «The WJC Defends Event Panned by Commentary», Jewish Post, 20 de septiembre de 2000.<<

[2] «Remarks by The President During Bronfman Gala», Oficina de la Secretaría de Prensa, la Casa Blanca. Distribuidos por la Oficina de Programas Internacionales de Información, Departamento de Estado de EEUU (http://usinfo.state.gov).<<

[3] El plan fue formulado por Judah Gribetz, expresidente del Consejo de Relaciones de la Comunidad Judía de Nueva York y actual miembro del consejo del Museo del Legado Judío de Nueva York, un monumento viviente a la memoria del Holocausto. Fue nombrado «asesor especial» por el juez Edward Korman, del Tribunal del Distrito Este de Nueva York, que presidió los litigios motivados por las demandas colectivas presentadas contra la banca suiza. El plan se encuentra en http://www.Swissbankclaims.com, y aquí nos referimos a él denominándolo Plan Gribetz. El 22 de noviembre de 2000, el juez Korman emitió un «memorándum y mandato» por el que se adoptaba «íntegramente el Plan Propuesto». (In re Holocaust Victim Assets Litigation [Tribunal de Distrito de EEUU del Distrito Este de Nueva York: 22 de noviembre de 2000], p. 7.)<<

[4] Alan Feuer, «Bitter Fight Is Reignited On Splitting Of Reparations», New York Times, 21 de noviembre de 2000. «Declaración de Burt Neuborne», apéndice del Plan Gribetz. El «memorándum y mandato» del juez Korman (véase nota 3), destacaba el papel crucial desempeñado por Neuborne a la hora de desviar toda crítica contra el plan (pp. 4, 6). Antes de que el plan se publicara, envié a Neuborne mi análisis del mismo y le solicité que me diera su opinión al respecto. Su respuesta fue: «Voy a ceder a Judah Gribetz el placer de desmontar el intento que usted hace de denigrar su notable labor tachándola de “extorsión” de las víctimas del holocausto». Recordando a Neuborne que había desempeñado un papel crucial en la promoción del plan y la refutación de las críticas que suscitaba, yo le repliqué a mi vez: «Si desmontar mi análisis promete deparar un placer tan grande, ¿por qué no lo hace usted mismo?». A pesar de mis reiteradas solicitudes, Gribetz no llegó a contestarme.<<

[5] Radler, «Survivors Get Most of Cash in Shoah Fund».<<

[6] Resulta significativo que Raul Hilberg, máxima autoridad mundial en el holocausto nazi, haya acusado explícitamente al Congreso Judío Mundial de chantajear a los suizos: «Por primera vez en la historia, los judíos recurrieron a un arma que solo puede denominarse chantaje». En una declaración en apoyo de la moción de que se aprobara el acuerdo con los bancos suizos, Burt Neuborne, a todas luces preocupado por la acusación de chantaje («determinadas personas pueden sentir la tentación de describir erróneamente como un chantaje los pagos legítimos derivados del acuerdo»), solicitó al juez Korman que la refutara, y Korman así lo hizo. («Holocaust Expert Says Swiss Banks Are Paying Too Much», Deutsche Presse-Agentur, 28 de enero de 1999; Declaration of Burt Neuborne, Esq., 5 de noviembre de 1999, párr. 8; Edward R. Korman, In re Holocaust Victim Assets Litigation [Tribunal de Distrito de EEUU del Distrito Este de Nueva York: 26 de julio de 2000], pp. 23-24.)<<

[7] In re Holocaust Victim Assets Litigation, p. 19 (Korman).<<

[8] Burt Neuborne, «Memorandum of Law Submitted by Plaintiffs in Response to Expert Submissions Filed By Legal Academics Retained by Defendants» (Tribunal de Distrito de EEUU del Distrito Este de Nueva York: 16 de junio de 1997), p. 68 (compárese con pp. 62-64). A partir de aquí: Memorándum Neuborne.<<

[9] Con respecto a la imposibilidad de recuperar el dinero entregado, véase Gribetz Plan, p. 12 n. 18: «Debe señalarse que ninguna fracción de los 1.250 millones de dólares revertirán a los bancos demandados ni a ninguna otra entidad suiza».<<

[10] Gribetz Plan, p. 11 («vital importancia»), pp. 13-14, 93, 101-104.<<

[11] Memorándum Neuborne, pp. 3, 6-7, 11-12, 28-31, 34-35, 43, 47-48. El memorándum reconoce que los bancos suizos solo tendrían responsabilidad legal si se hubiesen beneficiado «a sabiendas» de las ganancias fraudulentas: «Si se presupone una falta de conocimiento por parte de los bancos acusados, las acciones de los acusados no darán lugar a la reclamación de una restitución equitativa por los beneficios indebidos» (p. 34).<<

[12] Plan Gribetz, pp. 23, 29, 113-14, 118 n. 345, 128-129 n. 371, 145-148, Anexo G («Categoría de activos incautados»), G-3, G-43, G-57, Anexo H («Categoría I - trabajadores en régimen de esclavitud»), H-52, H-57-58.<<

[13] Plan Gribetz, Anexo J («Categoría de refugiados»), J-26 n85. También en una nota a pie de página, descubrimos que, según Seymour J. Rubin, autoridad reconocida en estos asuntos, «proporcionalmente a su población, Suiza admitió a muchos más refugiados que cualquier otro país. Lo cual contrasta con la actuación de Estados Unidos, que, además de negar la entrada a los desesperados refugiados del St. Louis, evitó por sistema cumplir con las restrictivas cuotas de inmigración establecidas» (J-5). En una carta dirigida a la revista Nation, Burt Neuborne comentaba que los refugiados a quienes se había negado la entrada en Suiza durante la Segunda Guerra Mundial iban a ser indemnizados y se lamentaba así: «Ojalá se pudiera imponer una sanción similar a los Estados Unidos por su negativa a aceptar a los desesperados refugiados huidos de la persecución nazi» (5 de octubre de 2000). Aparte de la hipocresía y la cobardía, ¿qué impedimentos paralizaron al principal asesor de la industria del Holocausto si es que quería promover esta reclamación?<<

[14] Plan Gribetz, p. 89. Es una cita de la orden judicial de Korman por la que se aprobaba definitivamente el acuerdo de liquidación.<<

[15] Plan Gribetz, Anexo C («Características demográficas de los grupos “víctima u objetivo”»), C-13.<<

[16] Plan Gribetz, pp. 135-136.<<

[17] Plan Gribetz, Anexo C, C-12, Anexo F («Redes de Seguridad Social»), F-15.<<

[18] Ukeles Associates Inc., Estudio #3 (revisado), Projection of the Population of Victims of Nazi Persecution, 2000-2040, 31 de mayo de 2000.<<

[19] Gribetz Plan, p. 9, Anexo C, C-8, Anexo E («Compensaciones por el Holocausto»), E-89 y E-90 n. 282. La cifra de 250.000 supervivientes se usó para distribuir el dinero del «Fondo especial para las víctimas del Holocausto necesitadas», creado por los suizos en febrero de 1997.<<

[20] Plan Gribetz, Anexo C, C-7, Tabla 3. El plan reconoce en un nota a pie de página que «en la antigua Unión Soviética, hay relativamente pocos supervivientes de los campos de concentración, los guetos y los campos de trabajo» (Anexo E, E-56 n. 150).<<

[21] Plan Gribetz, 122-123, 125, Anexo E, E-138, Anexo F, F-4 n. 13.<<

[22] Plan Gribetz, E, E-56.<<

[23] Steve Paulsson, «Re: Survivor Article», http://H-Holocaust@N-Net.MSU.EDU (28 de septiembre de 2000).<<

[24] Plan Gribetz, p. 135. Conviene señalar que la cifra de supervivientes del Holocausto definidos de acuerdo con el criterio originario también es sometida a una radical revisión al alza en el Plan Gribetz. El plan afirma que unos 170.000 judíos que trabajaron en régimen de esclavitud reciben actualmente una pensión del gobierno alemán. [Plan Gribetz, Anexo H («Categoría de trabajadores en régimen de esclavitud»), H-5-6.] Se calcula que solo uno de cada cuatro judíos esclavizados recibe una pensión del gobierno alemán. Con esto, la cifra total de judíos esclavizados aún con vida se sitúa cerca de los 700.000, en tanto que la existente al final de la guerra sería de 2.800.000. Los estudiosos de estas cuestiones manejan habitualmente la cifra de 100.000 judíos esclavizados vivos al final de la guerra, de los que quizá sigan todavía con vida algunas decenas de millares.<<

[25] Plan Gribetz, pp. 7, 25-27, 83-84, 118-119, 138-139, 149, 154, y «Resumen de los Principales Programas de Compensación por el Holocausto». Además de esgrimir el motivo ya mencionado, el plan justifica tautológicamente esta distribución «por la situación demográfica actual, ya que el porcentaje de víctimas judías es con gran diferencia el mayor de las “víctimas u objetivos de la persecución nazi” tal como se definen de conformidad con el Acuerdo de Liquidación» (p. 119). Pero que el porcentaje de judíos sea «con gran diferencia el mayor» solo se debe a la manera en que se definió la categoría de «víctimas u objetivos…». Con respecto a las objeciones puestas al plan por los gitanos, véase Romani Comments and Objections to the Special Master’s Proposed Plan of Allocation and Distribution. (Ramsey Clark y otros, In re Holocaust Victim Assets Litigation [Tribunal de Distrito de EEUU del Distrito Este de Nueva York: noviembre de 2000].)<<

[26] Plan Gribetz, p. 15. La misma afirmación se repite palabra por palabra en pp. 98-99.<<

[27] El Comité Volcker recomendó que se publicasen los nombres de los titulares de algunas de las 25.000 cuentas con mayores probabilidades de estar relacionadas con las víctimas de la persecución nazi. El «valor actual estimado» de 10.000 de estas cuentas sobre las que se dispone de alguna información se sitúa entre los 150 y los 230 millones de dólares. De la proyección de estas estimaciones resultan entre 375 y 575 millones de dólares correspondientes a las 25.000 cuentas. A juzgar por la experiencia procesal previa del Tribunal de Resolución de Reclamaciones, solo se presentarán reclamaciones válidas en relación con la mitad de las 25.000 cuentas y con la mitad del capital depositado en ellas, es decir, con un total de entre 188 y 288 millones de dólares. Por otro lado, de las 25.000 cuentas incluidas en la lista, aquellas cuya titularidad corresponde a nombres de las víctimas del Holocausto son mayoritariamente cuentas cerradas y no inactivas. El Comité Volcker llegó a la conclusión de que no había «pruebas de […] intentos concertados de desviar los fondos de las víctimas de la persecución nazi hacia propósitos indebidos». En consecuencia, es de suponer que casi todas las cuentas cerradas de la lista de 25.000 fueron canceladas por los titulares, sus herederos legítimos u otras personas legalmente apoderadas para hacerlo, y que el TRR solo dará por válidas una pequeña proporción de las reclamaciones presentadas en relación con las cuentas cerradas. Por lo tanto, es probable que el valor total de las reclamaciones validadas sea muy inferior a la estimación de 188-288 millones basada en que todas las cuentas de la lista eran cuentas inactivas y en que la mitad de las reclamaciones serían legítimas. (Plan Gribetz, pp. 94 n. 298, 96-97, 105-106 n. 326; Comité Independiente de Personas Eminentes, Report on Dormant Accounts of Victims of Nazi Persecution in Swiss Banks [Berna: 1999], p. 13, párr. 41[a].)<<

[28] Plan Gribetz, pp. 12, 19-20. En la página 12 del plan se afirma que «el remanente del Fondo de Liquidación se distribuirá entre otras […] categorías del acuerdo», es decir, «activos incautados», «refugiados» y «trabajadores en régimen de esclavitud». Como se verá más adelante, las partidas asignadas a los «activos incautados» no se entregarán directamente a los supervivientes del Holocausto, sino a las organizaciones judías dedicadas a tareas relacionadas con el Holocausto. En las páginas 19 y 20 del plan se dice que «será posible asimismo asignar una porción del Fondo de Liquidación restante a algunos de los proyectos culturales, conmemorativos o educativos propuestos que se han presentado al asesor especial».<<

[29] El plan especifica que la distribución del remanente de los 800 millones de dólares no podrá comenzar hasta que se hayan procesado todas las reclamaciones sobre las 25.000 cuentas. El TRR tardó tres años en procesar 10.000 reclamaciones de una lista diferente de 5.600 cuentas domiciliadas en Suiza. Según los cálculos expuestos en el plan, es probable que se presenten más de 80.000 reclamaciones sobre las 25.000 cuentas de la nueva lista. Además, el plan dispone que todas las reclamaciones habrán de verificarse teniendo en consideración no solo la lista publicada de 25.000 cuentas, sino también varios millones más de cuentas suizas sin relación aparente con las víctimas del Holocausto. Así pues, aun cuando el TRR modernice su funcionamiento, el proceso se prolongará durante varios años. (Plan Gribetz, pp. 91, 94 n. 299, 105-106 n. 126.) El plan se ocupa de las víctimas del Holocausto que tienen la titularidad de cuentas inactivas, pero las disposiciones relativas a los herederos son muy limitadas e imprecisas. (pp. 18-19, y Anexo D [«Los herederos»].)<<

[30] Plan Gribetz, pp. 16-17.<<

[31] Plan Gribetz, pp. 25-26, 120-121, 119-138.<<

[32] Plan Gribetz, pp. 18, 27, 116, Anexo C, C-10, Cuadro 3 del Anexo C, 1. (Los «Cuestionarios Iniciales» se distribuyeron entre las «víctimas y objetivos de la persecución nazi» después de que el juez Korman aprobase el acuerdo con los suizos.) Comentando la inconsistencia de las reclamaciones que la industria del Holocausto había hecho a los bancos suizos, Raul Hilberg, que huyó de Austria con sus padres siendo niño, decía en una entrevista reciente: «En los años treinta los judíos eran pobres. Mi familia era de clase media, pero no teníamos una cuenta bancaria en Austria, y mucho menos en Suiza», Berliner Zeitung, 4 de septiembre de 2000.<<

[33] Plan Gribetz, pp. 29-31, 154-156.<<

[34] Plan Gribetz, pp. 35-39, 172-175.<<

[35] Nation, 18 de diciembre de 2000.<<

[36] Nation, 25 de diciembre de 2000.<<

[37] Además de capitanear la extorsión a los suizos, Neuborne desempeñó un papel estelar en las negociaciones sobre la mano de obra esclavizada por los alemanes. Por este último trabajo cobró cinco millones de dólares, unos honorarios «no particularmente elevados», según Neuborne, sobre todo si se comparan con los 7.500 dólares que se asignaron a un superviviente de Auschwitz en conformidad con el acuerdo de liquidación alemán. (Jane Fritsch, «$52 Million for Lawyers’ Fees in Nazi-Era Slave Labor Suits», New York Times [15 de junio de 2001]; Daniel Wise, «$60 Million in Fees Awarded To Lawyers Who Negotiated $5 Billion Holocaust Fund», New York Law Journal [15 de junio de 2001]; Gerald Locklin, «Lawyers Get Millions, Victims Get Thousands From Holocaust Deal», National Post [18 de junio de 2001].)<<

[38] Véase más información en pp. 104-105. La comisión se constituyó en el momento en que más arreció la presión estadounidense sobre los bancos suizos y como respuesta a las críticas suizas que señalaban que EEUU tampoco estaba libre de culpa en la cuestión de las indemnizaciones por el Holocausto.<<

[39] Washington, DC. (De aquí en adelante: E&R.) Está dividido en dos partes: «Conclusiones y recomendaciones» e «Informe Especial». La numeración de las páginas de este último se indica con la abreviatura «IE».<<

[40] E&R, 5.<<

[41] Puede señalarse de pasada que el informe está repleto de las hipérboles típicas de las publicaciones de la industria del Holocausto. Así, se dice que el Holocausto fue «el mayor robo de masas de la historia» (E&R; IE-3). Estados Unidos se construyó sobre territorios arrebatados a la población indígena y el desarrollo industrial estadounidense fue impulsado durante varios siglos por el trabajo no remunerado de los afroamericanos en la industria del algodón. ¿Tuvo en cuenta la comisión estos robos al hacer sus estimaciones?<<

[42] E&R, 4, 5.<<

[43] Véase pp. 98-99.<<

[44] E&R, 11-12; IE-167-168. En el informe se señala asimismo: «Ninguna relajación apreciable de las normas o los procedimientos facilitó las reclamaciones de las víctimas […]. Los herederos se enfrentaron a más dificultades que los titulares de las cuentas. Muchas historias de casos demostraron que el reclamante inicial falleció durante el proceso de reclamación. En estos casos, […] las ulteriores investigaciones […] retrasaron la resolución de los casos».<<

[45] E&R, IE-170. Véase pp. 98-99.<<

[46] Véase p. 100.<<

[47] E&R, IE-4, IE-213-214.<<

[48] Véase p. 88.<<

[49] E&R, 12; IE-6, IE-170.<<

[50] Véanse pp. 87-88, 96-97.<<

[51] E&R, IE-51.<<

[52] Véanse pp. 88, 98-99.<<

[53] E&R, IE-214.<<

[54] Véase más información en pp. 82-108, passim.<<

[55] Véase p. 101.<<

[56] E&R, 7.<<

[57] E&R, 19; IE-212-13.<<

[58] La Comisión se limitó a realizar un «proyecto piloto en el que se cotejaron los nombres de una lista reducida de víctimas del Holocausto con los de una lista de propiedades que habían revertido al Estado de Nueva York […]. Con este procedimiento […] se obtuvieron dieciocho equivalencias entre los nombres de las víctimas y los titulares de cuentas bancarias inactivas domiciliadas en el Estado de Nueva York […]. El valor de estas cuentas oscila entre unos cuantos dólares y cinco mil dólares». (De acuerdo con la doctrina de la reversión al Estado, los bancos estadounidenses están obligados a transferir las cuentas inactivas abandonadas a sus respectivos gobiernos estatales.) Por otra parte, la Comisión llegó a un acuerdo con los principales bancos «en el que se definían las prácticas más adecuadas que se sugería emplear a los bancos a la hora de buscar los activos del Holocausto». En conformidad con este acuerdo, los bancos que se prestaron a participar debían realizar «sus propias investigaciones» de los registros pertinentes e informar a las autoridades estatales del descubrimiento de cualquier cuenta inactiva de la era del Holocausto. Es evidente que un abismo separa estas «prácticas más adecuadas» sugeridas por la Comisión de la exhaustiva auditoría externa impuesta a los bancos suizos. Es de destacar que el acuerdo establece que los bancos colaboradores no tienen la obligación de informar públicamente de «la identidad del titular» de «ninguna de las cuentas identificadas» (E&R, pp. 3, 15-17).<<

[59] E&R, IE-184 n. 249.<<

[60] E&R, IE-138. La OSRJ era responsable de recuperar los activos del Holocausto sin herederos después de la guerra. Hay que señalar que, según la Comisión, la OSRJ reclamó para sí propiedades que pertenecían a los supervivientes del Holocausto y a sus herederos:

Hubo personas que descubrieron que la OSRJ había reclamado sus propiedades y que solicitaron a la organización sucesora que se las restituyera; en 1955, la OSRJ había gestionado más de 4.800 solicitudes de este tipo. Después de un debate interno, la OSRJ decidió restituir las propiedades a los solicitantes pese a que se le hubiera concedido la titularidad de las mismas […]. Ahora bien, fijó unos gastos por servicios para cubrir los costes. La tarifa dependía de la relación entre el solicitante y el antiguo propietario y de la valoración de la propiedad. Cuando la OSRJ había llegado a recuperar una propiedad, se añadía un plus del diez por ciento a los costes (que la organización redujo a un cinco por ciento cuando el solicitante era indigente). Una solicitante criticó duramente a las autoridades estadounidenses por haber «adjudicado» sus propiedades a la OSRJ. Alegó que no había tenido noticia del plazo de reclamación hasta después de que finalizara, y que entonces descubrió que la castigarían porque el Ejército de Ocupación, por el que su marido y ella habían tenido que pagar mucho, estimaba justo adueñarse de sus propiedades y entregárselas a quién sabe quién. La frustración y la rabia expresadas en esta carta reflejan los sentimientos de otros solicitantes a quienes se les pasó el plazo; muchos presentaron «reclamaciones» y «protestas» a la OSRJ para que se les devolvieran inmediatamente sus propiedades. (E&R, IE-156.)

Medio siglo después, la Conferencia sobre Solicitudes Materiales (sucesora de la OSRJ) ha adoptado una estrategia idéntica para adueñarse de las propiedades de los legítimos herederos judíos de la antigua República Federal Alemana (véanse referencias citadas en p. 96 n. 11 y Netty Gross, «Time’s Running Out», Jerusalem Report [7 de mayo de 2001]).<<

[61] E&R, IE-171. La frase citada procede de una declaración hecha por Seymour Rubin en 1959 (véase más al respecto sobre Rubin en pp. 127-129). Según Rubin, la OSRJ terminó por contentarse con esta cifra porque los supervivientes del Holocausto estaban próximos a la muerte: «A estas personas se les está agotando el tiempo». Hemos visto que la industria del Holocausto continuaba repitiendo el estribillo «el tiempo se agota» mientras extorsionaba a Suiza. Cabría pensar que, medio siglo después, el tiempo ya debería haberse agotado. Hay datos indicativos de que el valor total de los activos de la era del Holocausto no reclamados era mucho más elevado en E&R: IE-6, IE-166-167, IE-172, IE-214-215.<<

[62] E&R, 7.<<

[63] E&R, 21-26.<<

[64] E&R, IE-117 ss<<

[1] Una parte de este estudio se basa en entrevistas realizadas a los responsables del proceso judicial, varios de los cuales solicitaron que se les mantuviera en el anonimato. Jytte Kjaergaard del periódico danés B.T. entrevistó a Michael Bradfield y a Burt Neuborne; el autor de este libro entrevistó al juez Edward R. Korman; y David Ridgen, de la Canadian Broadcasting Corporation, entrevistó a Raul Hilberg. Los sucesivos borradores del estudio fueron entregados a Raul Hilberg, a Bradfield, a Neuborne y a Korman con el ruego de que señalaran los errores de hecho que pudieran encontrar con vistas a corregirlos. Ninguno de los tres ha señalado ninguno. Todos los números de registro de sumario se refieren a la Causa Número 96-CV-4849, Juzgado de Distrito de Estados Unidos, Distrito Oriental de Nueva York.<<

[2] «El Tribunal de Resolución de Reclamaciones ha concluido su misión inicial». (Comunicado de prensa, Zúrich, 11 de octubre de 2001.)<<

[3] Esta cifra recibió escasa atención en los medios de comunicación extranjeros. La única excepción notable fue un artículo de Adam Sage y Robert Boyes publicado en el Times de Londres, «Swiss Holocaust cash revealed to be myth» (13 de octubre de 2001).<<

[4] Entrevista realizada a Michael Bradfield el 22 de julio de 2002. Siempre que no se indique lo contrario, todas las citas y paráfrasis de Bradfield proceden de esta entrevista. Véase también el intercambio de cartas entre Paul Volcker y el profesor Riemer, fechadas el 29 de octubre de 2001 y el 7 de noviembre de 2001 (números de registro de sumario 1087 y 1092).<<

[5] Final Report on the Work of the Claims Resolution Tribunal for Dormant Accounts in Switzerland (5 de octubre de 2001).<<

[6] Entrevista realizada al juez Korman el 5 de julio de 2002. Siempre que no se indique lo contrario, todas las citas y paráfrasis de Korman proceden de esta entrevista. (El informe final del TRR-I no se incluyó en el registro de sumarios).<<

[7] Las cifras de esta presentación están redondeadas, según su magnitud, a diez, cien o mil.<<

[8] Véase carta de Burt Neuborne al juez Korman, fechada el 26 de febrero de 2002, y declaración adjunta (números de registro de sumario 1171 y 1172).<<

[9] Proyección basada en los 40 millones de dólares de indemnización correspondientes a las 3.000 reclamaciones aceptadas por el TRR-I (unos 10 millones de dólares corresponderían a 600 reclamaciones aceptadas adicionales).<<

[10] La decisión de ampliar la auditoría a la banca suiza para incluir las cuentas cerradas la adoptó Volcker, «tenazmente impulsado» por Bradfield. Véase John Authers y Richard Wolffe, The Victim’s Fortune, Nueva York, 2002, p. 356.<<

[11] Independent Committee of Eminent Persons, Report on Dormant Accounts of Victims of Nazi Persecution in Swiss Banks, Berna, 1999, p. 13, párr. 41 (a).<<

[12] Ibid., p. 82, párr. 4; cfr. pp. 86-87, párr. 22-25. Un juez sénior que formó parte del TRR comentó con respecto a esta espinosa cuestión: «Recuerdo cuando menos un caso concreto del CRT-II en el que las autoridades nazis había comunicado al titular de una cuenta que su familia y él solo podrían marcharse de Alemania si previamente ordenaba la transferencia de los activos de su cuenta suiza a un banco bajo control nazi. Es evidente que, en este caso, el titular de la cuenta deseaba sin lugar a dudas que se realizara la transferencia y nadie ha insinuado que, en tales circunstancias, el banco fuera “culpable” por hacer lo que quería el titular de la cuenta. Recuerdo que en este caso se permitió, con la aprobación de Nueva York, que los herederos del titular recuperasen su dinero a través del Fondo de Liquidación»; lo cual no impidió que se admitiera la demanda contra los bancos suizos (correspondencia privada).<<

[13] La fuente fundamental de este apartado es una carta de 11 de junio de 2002 de Roberts B. Owen, de nueve páginas a un espacio, que originalmente iba dirigida a sus colegas del TRR-II y que proporciona una minuciosa revisión y valoración de los sucesos que aquí se exponen. Owen, de nacionalidad norteamericana, fue el único juez sénior que participó en el TRR-II. A petición de Paul Volcker (a quien se le mostró en primer lugar una copia de la carta), Owen no distribuyó la carta entre sus colegas y, en lugar de ello, la envió a Volcker, a Bradfield, a Singer y al juez Korman, y el autor de este libro consiguió una copia a través de este último. (Este documento no se incluyó en el registro de sumarios.) (De ahora en adelante: Carta de Owen.)<<

[14] En febrero de 2000 ya se había asignado un presupuesto al TRR-II y la tramitación de reclamaciones se inició realmente en mayo de 2001, pero esta primera fase que concluyó a fin de año no sirvió de nada (los antiguos miembros del TRR-II atribuyen a Bradfield el fracaso de esta primera etapa de trabajo).<<

[15] Véase en relación con las nuevas normas relativas a las cuentas cerradas Artículo 34 de «Rules Governing the Claims Resolution Process». (De ahora en adelante: Normas.)<<

[16] Véanse los artículos de Hanspeter Born, «Awarding the millions, eyes closed», en Weltwoche (23 de mayo de 2002) y «The Claims Resolution Tribunal without a Judge», en Weltwoche (6 de junio de 2002), así como «Hitler had Switzerland in his pocket», en NZZ am Sonntag (9 de junio de 2002), «$800 Million Dollars, Rough Justice», y «If Too Little is Known, Then Speculate», en NZZ am Sonntag (16 de junio de 2002). La veracidad de estos artículos fue confirmada en numerosas entrevistas y una amplia correspondencia con las partes implicadas. Véase en Carta de Owen más información al respecto de «buenos abogados trabajadores…» y «un acto vergonzoso».<<

[17] Con respecto a la tasa de aceptación del quince por ciento, véase Carta de Owen y «$800 Million Dollars, Rough Justice», en NZZ am Sonntag (9 de junio de 2002). Es interesante señalar que las predicciones de Bradfield relativas al TRR-II resultaron estar enormemente infladas. Por ejemplo, en un memorando de de 26 de diciembre de 2000 enviado al juez Korman («Draft Proposed Budget, enero de 2001-junio de 2003, for CRT»), Bradfield preveía que se presentarían 100.000 reclamaciones, de las que (aparentemente) 85.000 pasarían la primera criba y 12.750 (quince por ciento de 85.000) serían aceptadas (número de registro de sumario 1064).<<

[18] Por ejemplo, el programa informático que se utilizó al principio para comparar los nombres de los reclamantes con los de los titulares de las cuentas subestimó el número de nombres que se correspondían debido a determinados problemas con la introducción de datos.<<

[19] Paul Volcker también es oficialmente asesor especial del TRR-II, pero al parecer no ha participado en él activamente.<<

[20] Véase más información en Carta de Owen. Owen señala que Bradfield había establecido un «mecanismo de arbitraje engorroso y excesivamente complicado» para el TRR-I, y que, pese a los ruegos de los miembros más destacados del TRR-II, no solo no introdujo en el TRR-II reformas que eran a todas luces necesarias, sino que «empezó a añadir nuevos requisitos engorrosos».<<

[21] Con respecto a la dudosa autoridad de los nuevos juristas, entre los que había «un joven letrado neoyorquino con solo tres años de práctica y sin experiencia en demandas múltiples» y «un joven abogado sueco que aún no se había colegiado», véase Carta de Owen.<<

[22] «Notas tomadas de una llamada del juez Korman al TRR de 6 de junio de 2002». Con respecto a los tres años y medio, véase Carta de Owen.<<

[23] Yair Sheleg, «A long and winding road to compensation», en Haaretz (8 de julio de 2002), citando a Rabbi Singer.<<

[24] Carta de Neuborne dirigida al juez Korman, fechada el 26 de febrero de 2002, y declaración adjunta (números de registro de sumario 1171 y 1172). Es difícil encontrar una declaración pública de alguno de estos tres personajes que no sea falsa u ofensivamente engañosa. Tomemos el caso de Neuborne, quien ha mantenido reiteradamente que proporciona pro bono sus servicios para que se indemnice a las víctimas del Holocausto. Esto fue cierto con respecto a la causa suiza (que simultaneó con su empleo a tiempo completo como profesor de la Universidad de Nueva York), pero no lo es en absoluto en el caso del litigio alemán, del que obtuvo un beneficio de 5 millones de dólares. Véase The Victim’s Fortune, pp. 250, 374, así como la carta de 12 de septiembre de 2002 que Sam Dubbin, un abogado contratado por víctimas del Holocausto descontentas, envió a Burt Neuborne: «Usted le dice a mi cliente […] que “trabajó sin pasar una minuta” [en el caso suizo]. Pero se guardó de decir […] que usted y otros abogados que “rechazaron cobrar por esta causa”, recaudaron 20 millones de “dinero de los supervivientes” por el papel desempeñado en el acuerdo alemán, y ello sin revelar públicamente cuáles eran sus servicios (incluida la cuestión de si reclamaron que les remuneraran a la vez el trabajo que habían realizado en la causa suiza), registros de tiempo, honorarios o explicación del trabajo que aseguran haber aportado. Su declaración da a mi cliente la falsa impresión de que está usted representando a los supervivientes desprendidamente y a expensas de un gran sacrificio personal» (número de registro de sumario 1379). En realidad, en un «Memorando» dirigido al juez Korman se señalaba enfáticamente: «Como el Tribunal sabe muy bien, el grupo de asesores reunido posteriormente por el profesor Neuborne con la intención de secuestrar el litigio [de la banca suiza] con la treta de que trabajarían pro bono […] Al hacerse con el control del litigio de la banca suiza, esperaban controlar otros litigios relacionados con el Holocausto en los que podrían cobrar honorarios» (número de registro de sumario 1197). Y así lo hicieron. Neuborne es además propenso a destacar que el acuerdo con los bancos suizos «no solo beneficia a los judíos, sino también a otras víctimas u objetivos de la persecución nazi». Véase carta a The Nation, fechada el 5 de octubre de 2000. Lo cierto es que las «otras víctimas» apenas recibieron una suma ridícula, y no solo eso, Neuborne batalló incansablemente para minimizar los desembolsos que se hicieran a persona no judías. Véase pp. 137-138 de este volumen y The Victim’s Fortune, p. 354.<<

[25] «Notas tomadas de una llamada del juez Korman al TRR de 6 de junio de 2002».<<

[26] Entrevista realizada a Burt Neuborne el 25 de julio de 2002. Siempre que no se indique lo contrario, todas las citas y paráfrasis de Neuborne proceden de esta entrevista.<<

[27] Neuborne ha recomendado que el dinero sobrante de los 800 millones de dólares asignados a indemnizar a los titulares de cuentas víctimas del Holocausto se dedique a crear un plan de cobertura médica. Véase NAHOS: The Newsletter of the National Association of Jewish Child Holocaust Survivors (16 de octubre de 2001).<<

[28] Born, «Awarding the millions, eyes closed».<<

[29] «Notas tomadas de una llamada del juez Korman al TRR de 6 de junio de 2002».<<

[30] John Authers y William Hall, «Judge angers Swiss on Holocaust cash», en Financial Times (12 de junio de 2002).<<

[31] «Final Approval Order» (26 de julio de 2000), en In re Holocaust Victim Assets Litigation 96 CIV. 4849 (ERK) (MDG). El juez Korman no pierde ocasión de alabar en público la «magnificencia» de Neuborne. Véase, por ejemplo, su «Memorando» fechado el 29 de julio de 2002 (número de registro de sumario 1308). A propósito de esto, recordemos que durante el litigio de la banca suiza, estos dos miembros de la sociedad de la mutua admiración actuaron respectivamente como juez presidente y asesor principal de los demandantes.<<

[32] «Notas tomadas de una llamada del juez Korman al TRR de 6 de junio de 2002».<<

[33] Véase carta de Burt Neuborne dirigida al juez Korman con fecha de 26 de febrero de 2002, así como la declaración adjunta, y también la carta de Neuborne al juez Korman de 11 de abril de 2002 (números de registro de sumario1171, 1172 y 1205). Al respecto de que las normas del TRR-II ya habían incorporado la recomendación de Neuborne, véase la carta de Roger M. Witten al juez Korman de 16 de mayo de 2002. (Esta carta extremadamente esclarecedora escrita por Witten, un abogado de los banqueros suizos, no fue incluida en el sumario.) Las presunciones en favor de los demandantes que proponía Neuborne ya habían sido incorporadas en el artículo 34 de las Normas.<<

[34] «Memorando» de Michael Bradfield dirigido al juez Korman, «Comparison of CRT-I and CRT-II Rules», fechado el 16 de julio de 2002 (sin número de registro de sumario). El nuevo método de cálculo se incorporó al artículo 35 de las Normas.<<

[35] Carta de Owen.<<

[36] Véase informe oficial de Bradfield presentado al tribunal el 28 de noviembre de 2002 (número de registro de sumario 1487). «El total de todas las adjudicaciones hechas hasta la fecha asciende a 50.352.616,14 dólares».<<

[37] Carta a «Los miembros del Tribunal de Resolución de Reclamaciones» fechada el 12 de julio de 2002 (no incluida en el sumario). Véase el capítulo 3 de este volumen para informarse del sórdido historial de la Conferencia sobre Solicitudes Materiales Judías.<<

[38] En su «Informe y recomendaciones» de 22 de agosto de 2002, la Conferencia sobre Solicitudes Materiales mantiene que ha pagado a 115.199 trabajadores judíos esclavizados (número de registro de sumario 1353).<<

[39] Entrevista realizada a Raul Hilberg el 22 de abril de 2002. Las estimaciones de reputados estudiosos como Henry Friedlander no difieren de la de Hilberg (véase p. 75 de este volumen).<<

[40] The Victims’s Fortune, p. 368.<<

[41] La expresión «presentada bajo sello…» es estándar en todas las peticiones de dinero del fondo de liquidación suizo que la Conferencia sobre Solicitudes Materiales presenta al Tribunal para compensar a los trabajadores esclavizados judíos. Véase, por ejemplo, «Report and Recommendations of the Conference on Jewish Material Claims Against Germany, Inc. for the Fifth Group of Slave Labor Class I Claims», en In Re Holocaust Victims Assets Litigations (Swiss Banks), de 11 de marzo de 2002 (número de registro de sumario 1180). La Conferencia sobre Solicitudes Materiales ha calculado que el número definitivo de trabajadores esclavizados judíos que lleguen a identificarse oscilará entre 170.000 y 180.000. Véase la carta de Greg Schneider al juez Korman, fechada el 18 de enero de 2002 (número de registro de sumario 1140). Esta última cifra incluye a efectos prácticos a los 30.000 judíos sometidos en su día a trabajos forzados que fueron clasificados como trabajadores esclavizados judíos en el plan de distribución del dinero suizo.<<

[42] Korman ha puesto asimismo su sello de aprobación en todas las peticiones de dinero de Bradfield para cubrir los gastos administrativos del TRR —que últimamente ascienden por término medio a más de un millón de dólares al mes—, dinero que se deduce de los 1.250 millones de dólares del fondo de liquidación. Con respecto a estos gastos, véase la carta de Greg Schneider al juez Korman fechada el 17 de septiembre de 2002 (número de registro de sumario 1402). Se han lanzado graves acusaciones sobre este despilfarro administrativo, pero el autor de esta obra no puede valorarlas por su cuenta. Al parecer, solo ha habido una ocasión en que un abogado de los demandantes haya cuestionado explícitamente los costes administrativos. Preocupado por una petición suplementaria de casi un millón de dólares presentada por la Conferencia sobre Solicitudes Materiales, el abogado Robert Swift escribió al juez Korman el 2 de noviembre de 2001 en estos términos: «Creo que ya es hora de analizar los fundamentos de […] la solicitud y determinar si los gastos hechos en el pasado se distribuyeron apropiadamente y si los gastos futuros solicitados son prudentes» (número de registro de sumario 1096). La Conferencia sobre Solicitudes Materiales negó las acusaciones de Swift, y Korman respaldó a la Conferencia sobre Solicitudes Materiales al otorgarle lo que pedía. Véase la carta de Jean M. Geoppinger al juez Korman de 20 de noviembre de 2001, y la «Orden» del juez Korman de 28 de noviembre de 2001 (números de registro de sumario 1099 y 1098). En una carta previa dirigida al juez Korman, que versaba sobre la asignación de dos millones de dólares a la Conferencia sobre Solicitudes Materiales, Swift había recomendado que «se emplee a un contable […] para garantizar […] que el fondo de liquidación se está gastando razonablemente y que se está haciendo un trabajo productivo» (9 de marzo de 2001; no incluida en el sumario); la Conferencia sobre Solicitudes Materiales replicó prontamente: «No hay el menor fundamento para las acusaciones apenas veladas del señor Swift» (carta fechada el 4 de abril de 2001; número de registro de sumario 982).<<

[43] Véase http://www.crt-ii.org, apartado«Awards», in re Account of Hedwig Wetzlar (número de demanda 205408), in re Accounts of Ivo Herman (número de demanda 207328/HM) e in re Account of Illes Fillenz (número de demanda 206733/MBC). En su Carta, Owen rememoraba: «Una vez que Bradfield hubo identificado algunas prácticas en las que incurrieron algunos bancos suizos durante la Segunda Guerra Mundial, me pidió que incluyera en todas y cada una de las Adjudicaciones una descripción de esas prácticas y luego diera por supuesto que el banco concreto de ese caso en particular había sometido al cuentacorrentista en cuestión a esas prácticas, aun cuando no hubiera evidencia de que ese banco determinado hubiese actuado así, e incluso aunque ni siquiera fuera necesario para conceder una Adjudicación» (énfasis en el original). Owen se negó y Bradfield acabó por «echarse atrás». Con respecto a la reiterada afirmación de Bradfield de que «los titulares de las cuentas y sus herederos no habrían podido acceder a sus cuentas después de la guerra» (véase, por ejemplo, la carta que dirigió al juez Korman el 1 de octubre de 2002, número de registro de sumario 1416), un abogado del TRR de historial impecable comentó: «Esto no tiene ninguna base. Es cierto que a menudo (con excesiva frecuencia) los bancos pusieron impedimentos a los herederos (muchas veces, interpretando con excesiva rigidez las leyes de confidencialidad; pero esas eran las leyes). También es cierto que los bancos se negaron frecuentemente a ayudar a los propios titulares cuyas cuentas habían sido confiscadas por los nazis […], impidiendo de ese modo a los antiguos titulares de cuentas solicitar una compensación a Alemania. Pero no hay pruebas de que cuando una cuenta estaba todavía abierta después de la guerra y su titular había sobrevivido, los bancos se negaran a reconocer al propio titular» (comunicación privada). El Comité Volcker llegó a esta misma conclusión (como se detalla a continuación).<<

[44] Final Report, Switzerland, National Socialism and the Second World War, Zúrich, 2002.<<

[45] Independent Commission of Experts, Switzerland – Second World War, Switzerland and Gold Transactions in the Second World War, Interim Report, Berna, 1998, IV.<<

[46] Véase, por ejemplo, Tom Bower, The Paperclip Conspiracy, Londres, 1987, así como Christopher Simpson, Blowback, Londres, 1988, y The Splendid Blond Beast, Nueva York, 1993.<<

[47] Hay una alusión vaga y de pasada a las «recientes críticas internacionales» (p. 494).<<

[48] Report on Dormant Accounts, Anexo 5, p. 81; Parte I, p. 6.<<

[49] Carta de Neuborne al juez Korman, fechada el 11 de abril de 2002 (número de registro de sumario 1205).<<

[50] Carta de Bradfield al juez Korman, fechada el 10 de mayo de 2002 (número de registro de sumario 1224). Bradfield aduce que el Informe final de la Comisión Bergier justifica la revisión de las Normas del TRR-II. Sin embargo, si la Comisión Bergier llegó a «conclusiones similares» a las del Comité Volcker, ¿por qué Bradfield no dispuso que se efectuara esa revisión después de la publicación del Informe Volcker?<<

[51] «Final Approval Order» (26 de julio de 2000).<<

[52] Carta a The Nation (19 de febrero de 2002).<<

[53] «Final Approval Order» (26 de julio de 2000).<<

[54] Carta de Neuborne al juez Korman, fechada el 11 de abril de 2002 (número de registro de sumario 1205).<<

[55] Nachrichtenlose Vermogen bei Schweizer Banken Depots, Konen und Safes von Opfen des nationalsozialistischen Regimes und Restitutionsprobleme in der Nachkriegszeit. Veroffenlichunger der UEK Band 15, Zúrich, 2001.<<

[56] En múltiples documentos presentados al Tribunal, Bradfield ha seguido sosteniendo en relación con las cuentas cerradas que los bancos suizos tenían la «responsabilidad de mantener registros completos» y que «no mantuvieron registros adecuados sobre el dinero que se sacó de las cuentas». Véase, por ejemplo, su carta al juez Korman de 15 de agosto de 2002 (número de registro de sumario 1358). Sin embargo, la legislación suiza no obliga a los bancos a mantener registros de las cuentas cerradas durante más de diez años. Debe recordarse que en aquel entonces no existían los ordenadores y que conservar cualquier cosa requería dedicar un gran espacio a archivadores físicos. Los bancos habrían superado los requerimientos de la ley si hubieran conservado cualquier cosa referente a las cuentas cerradas.<<

[57] Tages Anzeiger (1 de junio de 2002). Con respecto al uso abusivo que Bradfield ha hecho del estudio de Bonhage y otros para justificar el cambio de normativa, véase su carta al juez Korman de 23 de mayo de 2002 (número de registro de sumario 1245).<<

[58] Véanse referencias en p. 132, n. 6 de este volumen, así como las entrevistas realizadas a Raul Hilberg colgadas en http://www.normanfinkelstein.com en el apartado«The Holocaust Industry». El autor de este libro llegó por su cuenta a la misma conclusión que Hilberg (véase cap. 3 de este volumen).<<

[59] Sheleg («A long and winding road…») comenta que el hecho de que en los bancos suizos se hayan encontrado escasas cuentas de víctimas del Holocausto «podría dar lugar a que se considere que los representantes judíos han librado una batalla internacional por una suma de dinero mucho más elevada que de la que en realidad corresponde pagar».<<

[60] The Victim’s Fortune, pp. 32-36. Su decepción le fue comunicada al autor de este libro en la correspondencia personal que ha entablado con Meilli.<<

[61] Carta de Neuborne al juez Korman, fechada el 26 de febrero de 2002, y declaración adjunta, y «Orden» del juez Korman de 15 de marzo de 2002 (números de registro de sumario 1171, 1172 y 1186). Siguiendo la recomendación de Neuborne, Korman ordenó que se entregara de inmediato a Meili un pago inicial de 775.000 dólares.<<

[1] Imperfect Justice: Looted Assets, Slave Labor, and the Unfinished Business of World War II, Public Affairs, Nueva York, 2003. Todas las referencias entre paréntesis incluidas en el texto remiten a este libro de Eizenstat.<<

[2] Con respecto al Museo del Holocausto de Estados Unidos, véanse pp. 68-69 de este libro. (De ahora en adelante: IH).<<

[3] IH, p. 82.<<

[4] Véase IH, pp. 32, 63-65, «Anti-Defamation League (ADL) Letter to Georgetown University», en http://normanfinkelstein.com/ (en el apartado «The Real “Axis of Evil”»), y el escándalo de Marc Rich al que se hace referencia más adelante.<<

[5] Véase John Laughland, «The Prague racket», en The Guardian (22 de noviembre de 2002), e IH, pp. 115-116.<<

[6] Véase «The final findings of the investigation regarding the events in Jedwabne on July 10, 1941», (9 de julio de 2002), en htpp://www.ipn.gov.pl.<<

[7] Con el típico estilo de la industria del Holocausto, Michael J. Bazyler comienza su libro sobre las compensaciones por el Holocausto con la declaración, ni argumentada ni documentada, de que «el Holocausto fue el mayor asesinato y el mayor robo de la historia». En otro lugar afirma que «el programa nazi de confiscación de obras artísticas» durante el Holocausto fue «el mayor desplazamiento de obras de arte de la historia de la humanidad» y que Hitler «gastó más en arte que nadie en la historia del mundo» (citando a otro historiador de la industria del Holocausto). (Michael J. Bazyler, Holocaust Justice, Nueva York, 2003, cap. XI, p. 202). En su esclarecedor estudio, The Language of the Third Reich (Nueva York, 2002), Victor Klemperer rememora la chovinista manía nazi de usar «superlativos» y calificativos de ese estilo como «único» (pp. 110, 214, 251-224). Véase un análisis del chovinismo lingüístico «invertido» de la industria del Holocausto («mayor crimen», «crimen único») en IH, pp. 45-51.<<

[8] Independent Commission of Experts, Final Report, Switzerland, National Socialism and the Second World War (Zúrich, 2002), p. 261. (De ahora en adelante, Informe final Bergier.)<<

[9] La información sobre Bronfman se ha obtenido de Douglas Weber, del Center for Responsive Politics (http://www.opensecrets.org); véanse más detalles sobre la fortuna de Bronfman en http://www.motherjones.com/coinop_congress/97mojo_400/profiles5.html. J. J. Goldberg, Jewish Power, Reading, M. A., 1996, pp. 275-276 («dinero judío»). (Goldberg es el editor de The Forward, el principal periódico judío de ámbito nacional.)<<

[10] Niles Latham, «Marc Rich Was “A Mossad” Spy for Israel», en New York Post (5 de febrero de 2001) (emporio empresarial). Mather E. Berger, «Did Pollard Pay For Efforts to Pardon Rich?», en Jewish Telegraphic Agency (13 de febrero de 2001) (Wiesel). Melissa Radler, «Foxman: I ‘Probably Shouldn’t Have Asked for Rich pardon», en Jerusalem Post (22 de marzo de 2001). Alison Leigh Cowan, «Supporter of pardon For Fugitive Has Regrets», en New York Times (24 de marzo de 2001). P. K. Semler, «Marc Rich was “A Mossad” Spy por Israel», en Washington Times (21 de junio de 2002) («mafia rusa»). Andrew Silow-Carroll, «The Featherman File», en Forward (24 de agosto de 2001) («sin precedentes»).<<

[11] Véanse los antecedentes en IH, pp. 81-106.<<

[12] En esta exposición no se tendrán en cuenta las trivialidades que aparecieron en la prensa ni los aspectos sensacionalistas que tanto dieron que hablar, como el hecho de que supuestamente los banqueros suizos no reservaran un puesto a Bronfman en su primer encuentro de septiembre de 1995; véase una refutación de esta acusación en la carta de Georg F. Krayer, presidente de la Asociación de Banqueros Suizos, a Edgar Bronfman (13 de marzo de 1997; fuente privada.)<<

[13] Con su calenturienta imaginación, Bazyler afirma en Holocaust Justice que Hausfeld había descubierto «documentos históricos que se convirtieron en pruebas importantes que utilizaría más adelante contra los bancos suizos para impulsarlos a llegar a un acuerdo. Si los bancos suizos no se avenían, Hausfeld estaba preparado para introducir estos documentos como piezas fundamentales del juicio» (p. 9).<<

[14] Los abogados argüían asimismo que la auditoría quedaba comprometida por ser los suizos quienes la financiaban, cuando lo cierto es —como Eizenstat deja bien claro (p. 72)— que esta carga monetaria también les fue impuesta a los suizos (cfr. IH, pp. 133-134). Haciéndose eco de los abogados de la industria del Holocausto, Bazyler, en Holocaust Justice, repite reiterativamente la acusación falsa de que crear el Comité Volcker fue una «táctica que emplearon los suizos en el pleito que se entabló contra ellos» (pp. 132, 179).<<

[15] Véase también IH, p. 134.<<

[16] Con respecto al conflicto de Kram, véase Nacha Cattan, «Survivor, German Firms Join Hand To Blast Judge as Shoah Pact Stalls», en Forward (20 de abril de 2001), Jane Fritsch, «Judge Clears Obstacles To Pay Salves Of The Nazis», en New York Times (11 de mayo de 2001), «Germans Dispute Judge’s Order on Pay To Victims of Nazis», en New York Times (16 de mayo de 2001), «Decision on Nazi Reparation Is Appealed», en New York Times (16 de mayo de 2001), Jane Fritsch, «One Step Closer To Reparations For Nazi Victims», en New York Times (18 de mayo de 2001), Nacha Cattan, «With Judge’s Ruling, Shoah Pacts Clear “Last Hurdle”», en Forward (25 de mayo de 2001). Con respecto a la demanda de Hausfeld, véase Betsy Schiffman, «IBM Gets An Ugly History Lesson», en Forbes (12 de febrero de 2001), Michelle Kessler, «Book links IBM to Holocaust», en USA Today (12 de febrero de 2001), «Lawyer to drop IBM Holocaust case», en Reuters (30 de marzo de 2001), Robyn Weisman, «IBM Holocaust Lawsuit Dropped» (http://www.newsfactor.com/perl/story/8596.html). Además de demandar a IBM, que presuntamente había «proporcionado tecnología, productos y servicios para catalogar a las víctimas de los campos de concentración y de esta forma contribuyó sustancialmente a la opresión, el sufrimiento y el genocidio experimentados en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial y antes de ella», por lo visto, Hausfeld pretendía demandar «a otras 100 corporaciones norteamericanas —identificadas gracias a registros seleccionados del FBI y del Departamento del Tesoro de Estados Unidos— por haber comerciado con el régimen nazi», incluidas «algunas compañías industriales y químicas punteras y varios de los principales bancos estadounidenses» («Case Watch: Cohen, Milstein, Hausfeld & Toll, P.L.L.C. Files Class Action Lawsuit Against IBM» en http://www.cmht.com/casewatch/cases/cwibm.html; Robert L. Gleiser, «IBM sued, 100 U.S. firms are accused of Nazi links», en http://www.mugu.com/pipermail/upstream-list/2001-February/001393.html). Además, un tribunal de apelación federal derogó una ley californiana que permitía a los trabajadores esclavizados de la Segunda Guerra Mundial, casi todos de empresas japonesas, interponer reclamaciones en razón de los sueldos no recibidos y de los perjuicios sufridos, y lo hizo después de que el Gobierno Federal presentara un informe en defensa de los demandados (Adam Liptak, «Court Dismisses Claims of Slave Laborers», en New York Times (22 de enero de 2003); con respecto al descarado doble rasero empleado por el gobierno de Estados Unidos al respaldar las acusaciones de la industria del Holocausto contra la industria alemana y, a la vez, oponerse a las acusaciones comparables vertidas por sus propios prisioneros de guerra contra la industria japonesa, véase Bazyler, Holocaust Justice, pp. 307-317.<<

[17] Con respecto al sórdido papel desempeñado por Neuborne en la extorsión del Holocausto, véase IH, pp. 131 ss, 142 y «Epílogo a la segunda edición en rústica» en este volumen. Casualmente, el propio Neuborne confiesa que, excepción hecha de las relativas a cuentas inactivas (que ya estaban siendo sometidas a la auditoría Volcker), las demandas contra los bancos suizos carecían de valor jurídico. Con respecto a la causa alemana, Neuborne culpa a los tribunales estadounidenses de haber desestimado las demandas antes de que se llegara a un acuerdo; aunque carecieran de valor jurídico, Neuborne parece sugerir que los tribunales deberían haber hecho lo mismo que en el litigio suizo, es decir, retrasar su decisión para presionar a los demandados (Burt Neuborne, «Preliminary Reflections on Aspects of Holocaust-Era Litigation in American Courts», en Washinton University Law Quarterly (otoño de 2002), p. 805 n. 23, p. 807 n. 31, p. 816 n. 73).<<

[18] Neuborne —que asegura que su mentor en ética en el litigio del Holocausto fue ni más ni menos que Aristóteles— aprovecha la menor ocasión para ensalzar «la extraordinaria combinación de talentos de Mel Weiss y Mike Hausfield» y se remite reiterativamente a su autoridad (Neuborne, «Preliminary Reflections», p. 292 n. 3, p. 805 n. 26, p. 829).<<

[19] Bergier Final Report, p. 518; con respecto a la tendencia del Informe final a criticar hiperbólicamente la política suiza, véase «Epílogo a la segunda edición en rústica» en este volumen.<<

[20] Ibid., 31.<<

[21] Elli Wohlgelernter, «Media were key in resolving Holocaust restitution issues, reporters tell Yad Vashem conference», en Jerusalem Post (1 de enero de 2003), donde se citan declaraciones sobre la causa de los bancos suizos hechas por Itamar Levin, asistente editorial de la revista de negocios israelí Globes, y autor de The Last Deposit; con respecto a Levin, véase IH, esp. pp. 81-82, 105.<<

[22] Según esta fantástica analogía de Burt Neuborne, la masiva movilización de estamentos públicos estadounidenses para conseguir dinero basándose en unas demandas infundadas recordaba a «cuando apoyé el boicot a las uvas para apoyar a los trabajadores agrícolas que luchaban por un contrato sindical» (Neuborne, «Preliminary Reflections», p. 828 n. 117).<<

[23] Carta a The Nation (18 de febrero de 2002).<<

[24] Véase «Epílogo a la segunda edición en rústica» en este volumen.<<

[25] IH, pp. 138-139.<<

[26] Todo indica que la industria del Holocausto ha estado practicando contra las compañías de seguros europeas una estrategia idéntica a la de la campaña de chantaje a los suizos. Entretanto, la Comisión Internacional de Seguros de la Era del Holocausto (CISEH) está envuelta en un escándalo por haber dedicado más de 30 millones de dólares a gastos administrativos —incluida la asistencia a múltiples congresos internacionales de menos de veinticuatro horas de duración con alojamiento en hoteles de cinco estrellas y vuelos de avión en primera clase incluidos— a la vez que distribuía tan solo tres millones de dólares entre los demandantes del Holocausto. Restándole importancia a las críticas, Elan Steinberg, director ejecutivo del CJM, dijo que la «factura la pagan las compañías de seguros y los bancos», es decir, «se les pasa a los goyim» [término peyorativo yiddish para referirse a quienes no son judíos (N. de la T.)]. (Yair Sheleg, «Profits of doom», en Haaretz [29 de junio de 2001], Henry Weinstein, «Spending by Holocaust Claims Panel Criticized», en Los Angeles Times [17 de mayo de 2001]. Aparte de ser grosera, esta afirmación es casi con seguridad falsa: según los términos del acuerdo alemán, los costes administrativos se deducen de la cantidad de 100 millones de dólares asignada a los asegurados. Es típico de la industria del Holocausto que ahora exija a los asegurados alemanes que paguen las facturas de sus vacaciones. Otro escándalo de la CISEH fue el que afectó a Neil Sher, jefe de personal de la sede de Washington de la CISEH, a quien «se investigó por haberse apropiado presuntamente de fondos de la comisión para hacer de ellos un uso personal antes de dimitir» (Nacha Cattan, «Restitution Exec Was Probed on Spending», en Forward [1 de noviembre de 2002]).<<

[27] Independent Committee of Eminent Persons, Report on Dormant Accounts of Victims of Nazi Persecution in Swiss Banks (Berna, 1999). El informe señala que, aunque «el colectivo de los bancos suizos adoptó una actitud más crítica con respecto a la investigación después del acuerdo de resolución del pleito de la demanda colectiva alcanzado en Nueva York en 1998 […] estos problemas se resolvieron a satisfacción del Comité y de prácticamente todos los bancos suizos sin que con ello se comprometiera la integridad de la investigación» (Anexo 3, p. 56, párr. 65-66).<<

[28] Ibid., Anexo 5, p. 81, párr. 1: véase con respecto a las conclusiones de Volcker, cfr. IH, pp. 98 ss.<<

[29] Informe final Bergier, pp. 34, 456; para los interesados en un análisis, cfr. «Epílogo a la segunda edición en rústica» en este volumen. Al igual que Eizenstat, Bazyler, Holocaust Justice, dedica a los hallazgos del Comité Volcker toda una frase sumergida en una nota final (p. 342 n. 80), y sin embargo necesita casi tres páginas enteras (pp. 46-49) para exponer lo que (según él) descubrió la Comisión Bergier.<<

[30] Con respecto a los resultados del Tribunal de Resolución de Reclamaciones, véase «Epílogo a la segunda edición en rústica» en este volumen; con relación a Hilberg, véase «Comment s’écrira d’esormais l’histoire del’Holocauste? Entretien avec l’auteur de “La destruction des juifs d’Europe”», en Liberation (París, 15 de septiembre de 2001) («cifras espectaculares») y «Holocaust Expert Says Swiss Banks Are Paying Too Much» en Deutsche Presse-Agentur (28 de enero de 1999) («chantaje»). En el universo matemático de Bazyler, que el Tribunal de Resolución de Reclamaciones asignara cinco millones de dólares a un demandante de una sola vez demuestra «directamente» que el acuerdo de 1.250 millones de dólares estaba justificado (Holocaust Justice, 43).<<

[31] Pierre Heumann, «Israel fordert neuen Bankenvergleich», en Weltwoche (10 de enero de 2002).<<

[32] Con respecto a la cifra de 36.000, véase «Epílogo a la segunda edición en rústica» en este volumen.<<

[33] Con respecto a la campaña de difamación contra los suizos, véase IH, pp. 84-85.<<

[34] El Comité Volcker identificó unas 15.000 cuentas inactivas con una «relación probable o posible» con víctimas del Holocausto. Y también se identificaron otras 39.000 cuentas canceladas con una «relación probable o posible». Una vez revisada esta lista de 54.000 cuentas inactivas o canceladas en busca de errores, se concluyó que el total era de 36.000 (no se sabe cuántas de estas cuentas estaban inactivas y cuántas canceladas); cfr. Informe Volcker, p. 10, y «Epílogo a la segunda edición en rústica» en este volumen.<<

[35] Netty C. Gross, «Cheating Our Own», en Jerusalem Report (16 de diciembre de 2002); cfr. Netty C. Gross, «Up Front: Too Many Questions», en Jerusalem Report (13 de enero de 2003). (Todas las citas de este párrafo proceden de los artículos de Gross.) Un comité de la Knesset estimó el valor de las cuentas inactivas en «más de 20 millones de dólares» (no está claro si en este total se incluyen los intereses acumulados).<<

[36] Sobre Hirschson, véase IH, pp. 116-117.<<

[37] Véase más información en IH, pp. 76 ss. Eizenstat repite la alegación típica de la industria del Holocausto de que el gobierno alemán solo indemnizó a las víctimas del Holocausto por «la pérdida general de libertad y el deterioro de su salud […], pero excluyó explícitamente las retribuciones por el trabajo en régimen de esclavitud o forzado» (p. 207) —como si una pensión vitalicia a las víctimas del Holocausto que habían sufrido lesiones en los campos de concentración no tuviera ninguna relación con los trabajos forzados que habían hecho.<<

[38] Con respecto a la Conferencia sobre Solicitudes Materiales, véase IH, p. 78.<<

[39] Véase, por ejemplo, la carta de Burt Neuborne a The Nation (5 de octubre de 2002).<<

[40] Véase también Norman Finkelstein, «Reply to my Critics in Germany: Conjuring Conspiracies or Breaking Taboos?» en http://www.normanfinkelstein.com, en el apartado «The Holocaust Industry» (publicado por primera vez en el número de Suddeutsche Zeitung de 9 de septiembre de 2000).<<

[41] En relación con las cifras de Friedlander y Hilberg, véase IH, pp. 109-110 y «Epílogo a la segunda edición en rústica» en este volumen. (Hilberg ha tenido la amabilidad de proporcionar al autor de estas líneas un desglose y una explicación de sus cálculos.) Con respecto al juego de cifras que se trae la industria del Holocausto con los supervivientes del Holocausto y al papel que Eizenstat desempeña en él, véase IH, pp. 110 ss, 134 ss, 142-145. A juzgar por el contexto, cabe pensar que Eizenstat haya querido decir que la cifra de 200.000 correspondía solo a los trabajadores esclavizados judíos que seguían vivos al final de la guerra, pero como se argumenta más adelante, esta cifra sigue siendo incompatible con que cincuenta años después siguieran vivos 140.000 antiguos trabajadores esclavizados judíos.<<

[42] Yehuda Bauer, Rethinking the Holocaust (New Haven, 2001), p. 246. Antes de la campaña en pro de la compensación por el Holocausto, Bauer calculó, en relación con los campos, que «el número de judíos supervivientes que permanecieron con vida […] era de 100.000» al final de la guerra (Yad Vashem Studies, vol. 8, [1970], pp. 127-128 n. 3). Lo más probable es que solo alrededor de un diez o un veinte por ciento de los trabajadores esclavizados judíos vivos al final de la guerra hayan continuado viviendo hasta hoy. Este porcentaje está respaldado por estimaciones recientes, según las cuales, durante la guerra, la Iglesia católica de Alemania «empleó a 10.000 personas en régimen de trabajos forzados y unas 1.000 siguen vivas» (New York Times, 8 de noviembre de 2000). Sobre esta cuestión y otras relacionadas, véase esp. Gunnar Heinsohn, Juedische Sklavenarbeiter Hitlerdeustchalnds – Wie viele ueberlebten 1945 den Genozid und wie viele konnten im Jahr 2000 noch leben?, Schriftenreihe des Raphael-Lemkin-Instituts, N.º 9 (Bremen, 2001); Heinsohn nos facilita la reveladora información de que los medios de comunicación alemanes evitaron difundir cualquier debate serio sobre el número de trabajadores esclavizados (p. 67). Probablemente, nunca llegará a conocerse la cifra exacta de antiguos trabajadores esclavizados judíos que siguen vivos, puesto que el gobierno alemán ha decidido no hacer más que una inspección aleatoria de las solicitudes de compensación presentadas a la Conferencia sobre Solicitudes Materiales (véase la respuesta del Ministerio de Economía a la consulta de Martin Hohmann [CDU], 9 de octubre de 2001).<<

[43] NAHOS, The Newsletter of the National Association of Jewish Child Holocaust Survivors, vol. 7, N.º 18 (14 de agosto de 2001); cfr. NAHOS, vol. 7, N.º 15 (11 de mayo de 2001), que censura a la Conferencia sobre Solicitudes Materiales por manipular las cifras de supervivientes «en función de las exigencias políticas» —por ejemplo, cuando le interesaba acelerar las negociaciones, la industria del Holocausto ha lamentado desde mediados de los años noventa que «todos los días mueran supervivientes del Holocausto» y que un «diez por ciento» muere cada año y, por el contrario, como le interesa justificar que las demandas se multipliquen exponencialmente, año tras año presenta un número mayor de supervivientes del Holocausto vivos.<<

[44] «Nun bitte auch zahlen», en Die Zeit (12/2001).<<

[45] Nacha Cattan, «Shoah “People” Fund Attacked», en Forward (28 de diciembre de 2001) («reglas»). Yair Sheleg, «Only he knows what needs to be done», en Haaretz (9 de noviembre de 2001) («gángster»).<<

[46] Wolfgang Koydl, «“Berlin solte nicht scharchern”. Israel Singer sieht die Bundesregierung trotz Etat-Problemen zu Zahlungen an alle Zwangsarbeiter verpflichtet», en Suddeutsche Zeitung (3 de febrero de 2003) («docenas de millones», «existencia», «última visita», «cara») y «Singer sieht Deutschland in der Pflicht», en Frankfurter Allgemeine Zeitung (13 de febrero de 2003) («migajas»).<<

[47] Criticando las leyes de compensación de posguerra, Eizenstat comenta: «Tal vez lo más indignante fueron los fallos de algunos tribunales austriacos que resolvieron las demandas sobre las propiedades después de la guerra. Reclamaron a los propietarios judíos originales que devolvieran a los ocupantes actuales el precio de venta forzosa que les habían exigido que aceptaran, ajustaron hacia arriba la inflación y así enriquecieron el doble a los partidarios de la arianización» (p. 302). ¿Por qué «el doble»? Sencillamente, se requirió a los propietarios judíos originales que, antes de reclamar las propiedades, devolvieran a los ocupantes actuales el pago (ajustado a la inflación) que habían recibido.<<

[48] Mathew Lee, «US vows to keep an eye on new government in Vienna», en Agence France Press (5 de febrero de 2000) («paso atrás»), David E. Sanger, «U.S. Is Facing Wider Issues In Its Actions Over Austria», en New York Times (6 de febrero de 2000) («jamás permitirá»), Joel Greenberg, «Israel Plans to Recall Envoy Over Right-Wingers in Austria», en New York Times (3 de febrero de 2000) («no se harán negocios»), «Austrian far-right enters government» en BBC News («no puede permanecer»). La Unión Europea aplicó severas sanciones diplomáticas a Austria, pero las levantó unos meses después.<<

[49] Véase, por ejemplo, la información crítica del CJM sobre la reunión del Papa con Haider en Dialogues (boletín informativo del Instituto del Congreso Judío Mundial radicado el Jerusalén) (Junio de 2001).<<

[50] Con respecto al documento de los 10.000 millones de dólares de Singer, véase IH, p. 120; en relación con la manifestación, véase «Say No to Haiderism» (comunicado de prensa), en JAFI (Agencia Judía para Israel).<<

[51] Donald G. McNeil, «Chancellor Proposes to Compensate Austria’s Wartime Slaves», en New York Times (10 de febrero de 2000), Sue Masterman, «Not United: U.S., Israel Reject EU’s Lifting of Sanctions Against Austria», en ABCNews.com (11 de septiembre de 2000) («particularmente preocupado»).<<

[52] Con respecto a los comentarios de Eizenstat, véase «Unofficial Transcript: Schaumayer, Eizenstat on Nazi Slave Labor Fund» (17 de mayo de 2000). Sin desperdiciar nunca la oportunidad de embolsarse un dólar, el CJM también hizo un llamamiento a los judíos para que «pusieran freno a la Austria de Joerg Haider y otros extremistas realizando una contribución de emergencia al Congreso Judío Mundial» (solicitud hecha por correo). Michael Steinhardt, destacado filántropo y financiero judío, declaró al Jerusalem Post que «el antisemitismo se vende bien» y que los judíos organizados lo «exageraban enormemente» con objeto de recaudar fondos (Jerusalem Post Internet Staff, 5 de enero de 2003).<<

[53] Jane Fritsch, «$52 Million for Lawyers’ Fees in Nazi-Era Slave-Labor Suits», en New York Times (15 de junio de 2001) (Neuborne), Daniel Wise, «$60 Million in Fees Awarded to Lawyers Who Negotiated $5 Billion Holocaust Fund», en New York Law Journal (15 de junio de 2001), Larry Neumeister, «Millions in legal fees awarded in slave labor cases», en Associated Press (18 de junio de 2001) (Eizenstat, Swift), Jonathan Goddard, «Holocaust lawyers make millions as the survivors wait», en London Jewish News (22 de junio de 2001), Johathan Goddard, «Nazi Story Sold», en London Jewish News (6 de julio de 2001) (Hollywood). «The Survivors Belong At The Head Of The Table», en NAHOS (1 de noviembre de 2001), reedición de un artículo originalmente publicado en Aufbau (28 de marzo de 2001) (supervivientes). Con respecto a las ganancias anuales de Weiss, véase Bazyler, Holocaust Justice, p. 338 n. 25. En relación con que Hausfeld, Weiss y Neuborne trabajaran pro bono en la causa suiza como una «treta» para poder «hacerse con el control de otros litigios relacionados con el Holocausto en los que podrían cobrar honorarios», véase IH, pp. 161-162, n. 24.<<

[54] Con respecto a cómo la Conferencia sobre Solicitudes Materiales ha dilapidado el dinero de las indemnizaciones destinado por el gobierno alemán y la industria privada alemana a las víctimas del Holocausto, véase IH, pp. 77 ss, y esp. «Correspondence with Claims Conference and others» del superviviente de Auschwitz Gerhard Maschkowski en http://www.jewishcompensation.com. Mis conclusiones originales se apoyaban en gran medida en el estudio German Reparations and the Jewish World, realizado por el profesor Ronald Zweig por encargo de la Conferencia sobre Solicitudes Materiales. Zweig me ha acusado en repetidas ocasiones de «dar un mal uso» a su investigación y «distorsionarla», pero no ha citado ni un solo ejemplo pese a que le han sobrado tiempo y espacio para defender su postura (cfr. reseña de Zweig de La industria del Holocausto en http://www.amazon.com, y p. 10 de su introducción a la segunda edición en rústica de German Reparations and the Jewish World [Londres, 2001], así como nuestro debate radiofónico «Democracy now» en http://www.webactive.com/pacifica/demnow/dn20000713.html).<<

[55] John Greenberg, «Jewish leaders say Holocaust reparations are nearly complete», en Associated Press (2 de noviembre de 2001) («11.000 millones»), Yair Sheleg, «Conflicting claims», en Haaretz (10 de diciembre de 2001) (propiedades alemanas), Cattan, «Shoah “People” Fund Attacked» («debatiendo»), Nacha Cattan, «Clash Looming Over Uses of Shoah Funds», en Forward (9 de noviembre de 2001) («escena»), Israel Singer, «Transparency, Truth, and Restitution», en Sh’ma (junio de 2001) («alma y espíritu».)<<

[56] Con respecto a estas cifras, véase IH, pp. 130, 135-136.<<

[57] Eva Fogelman, «Our Task: To Dignify the Lives of Survivors», en Sh’ma (junio de 2002) («necesidades básicas»), Menachem Rosensaft, «For Aging Survivors, a Prescription for Disaster», en Forward (31 de enero de 2003) («Gobierno alemán… industria alemana»). PRNewswire (4 de junio de 2001) («garantizar», Sachs, Schaecter), NAHOS, vol. 7, N.º 15 (11 de mayo de 2001) (Rechter), NAHOS, vol. 7, N.º 17 (16 de julio de 2001), NAHOS, vol. 8, N.º 2 (20 de diciembre de 2001), NAHOS, vol. 8, N.º 13 (6 de febrero de 2003) y David Schaecter, «Use Restituted Funds for Urgent Survivors’ Needs», en Sh’ma (junio de 2002) (actividades equívocas). NAHOS, vol. 7, N.º 13 (9 de marzo de 2001) («porción sustanciosa»), Cattan, «Shoah “People” Fund Attacked» («obras de beneficencia favoritas»). Yair Sheleg, «Future Imperfect, tense», en Haaretz (1 de febrero de 2002) (Michael Kleiner). Eliahu Salpeter, «Time is running out for compensation», en Haaretz (13 de febrero de 2002) («herramienta»). El sueldo y los beneficios adicionales de Taylor, de la Conferencias sobre Solicitudes Materiales, se han obtenido de su Declaración de la Renta de 2001, facilitada por el Servicio de Recaudación de Impuestos; aunque la página web de la Conferencia sobre Solicitudes Materiales asegura que ofrece una transparencia «total» de los estados financieros, su Directora de Comunicaciones, Hillary Kessler-Godin, se negó a proporcionarme datos financieros. «Conference on Jewish Material Claims Against Germany, Inc»., Memorandum to Hon. Edward R. Korman (1 de agosto de 2002) («reducción»). Véanse también Amy Dockser Marcus, «As Survivors Age, Debate Breaks Out on Holocaust Funds», en Wall Street Journal (15 de enero de 2003) y Eric. J. Greenberg, «Shoah Money Debate Intensifies», en Jewish Week (21 de febrero de 2003). Rechter se preguntaba por qué las organizaciones que constituyen la industria del Holocausto estaban «luchando con tanta ferocidad» por una tajada de los fondos de compensación si supuestamente no servían ni siquiera para cubrir un programa de asistencia médica (NAHOS, vol. 8, n.º 3 [8 de febrero de 2002]). Denunciando el uso fraudulento que hace la industria del Holocausto del término «superviviente del Holocausto» para negar lo que les corresponde a los auténticos supervivientes, Rechter observó asimismo: «Proporcionar ayuda a los judíos necesitados es a todas luces una causa digna, pero debe recordarse que este dinero se solicitó en nombre de los supervivientes del Holocausto y debería dedicarse a su bienestar. Rusia no estuvo ocupada por los nazis. Es cierto que muchos de sus judíos huyeron hacia el este por miedo a los nazis y, por lo tanto, son “víctimas de guerra”, pero no son supervivientes del Holocausto». El término se falsificó asimismo para inflar el número de supervivientes durante las negociaciones sobre las compensaciones (Sheleg, «Conflicting claims», e IH, p. 136).<<

[58] Véase IH, p. 117. Un derivado de la educación del Holocausto muy lucrativo para los docentes de la universidad es la «comisión histórica»; véase un ejemplo notorio en «Prof. Gerald Feldman – Another Holocaust huckster?» en http://www.normanfinkelstein.com (en el apartado «The Holocaust Industry»), así como Gerald Feldman, «Holocaust Assets and German Business History: Beginning or End?» en German Studies Review (febrero de 2002), quien se queja en exceso de que «no veo ningún motivo para que los historiadores no deban recibir un pago por sus servicios a la manera de otros profesionales» (p. 30).<<

[59] Together: American Gathering of Jewish Holocaust Survivors (noviembre de 2001), Ron Rosenbaum, «Degrees of Evil», en Atlantic Monthly (febrero de 2000), Andrew Sullivan, «Who Says It’s Not about Religion?» en The New York Times Magazine (7 de octubre de 2001). Con respecto al apoyo que prestaron al ataque a Irak los judíos norteamericanos de la corriente mayoritaria, véase, por ejemplo, «ADL Commends President Bush’s Message To International Community On Iraq Callint It “Clear and Forceful”» (Liga Anti-Difamación, comunicado de prensa [12 de septiembre de 2002]) y «AJC Lauds Bush on State of Union Message on Terrorism…» (Comité Judío Americano, comunicado de prensa [7 de febrero de 2003]); con respecto al entusiasta apoyo de Israel, véase Meron Benvenisti, «Hey ho, here comes the war», en Haaretz (13 de febrero de 2003), Uzi Benziman, «Corridors of Power/O What a lovely war», en Haaretz (14 de febrero de 2003), Gideon Levy, «A great silence over the land», en Haaretz (16 de septiembre de 2003), Aluf Benn, «Background/Enthusiastic IDF awaits war in Iraq», en Haaretz (16 de febrero de 2003) y Aluf Benn, «The celebrations have already begun», en Haaretz (20 de febrero de 2003); sobre Wiesel, véase «The Oprah Winfrey Show» (transcripción de «Where Are We Now?», retransmitido el 9 de octubre de 2002), «War is the only option», en Observer (22 de diciembre de 2002) y Randall Mikkelsen, «Nobel Laureate Wiesel backs Bush over Iraq», en Reuters (27 de febrero de 2003); sobre Wiesenthal, véase Simon Wiesenthal Center, «Famed Nazi Hunter Simon Wisenthal’s Statement On Impending Iraq War», en http://www.wiesenthal.com; con respecto a la «contemporización», véase Brian Knowlton, «Top U.S. Official Urges U.N. to Maintain Pressure on Hussein» (citando a Condoleezza Rice), en International Herald Tribune (16 de febrero de 2003); en relación con el «antisemitismo», véase Eliot A. Cohen, «The Reluctant Warrior», en Wall Street Journal (6 de febrero de 2003) y J. Bottum, «The Poets vs. The First Lady», en Weekly Standard (17 de febrero de 2002), así como «ADL Says Organizers of Antiwar Protests in Washington and San Francisco Have History of Attacking Israel and Jews» (Liga Anti-Difamación, comunicado de prensa [15 de enero de 2003]), «Blackballing Lerner» (editorial) y Max Gross, «Leftist Rabbi Claims He’s Too Pro-Israel for Anti-War Group», en Forward (14 de febrero de 2003) y David Brooks, «It’s Back: The socialism of fools has returned in vogue not just in the Middle East and France, but in the American left and Washington», en Weekly Standard (21 de febrero de 2003).<<

[60] «Spiegel kritisiert Nein zum Irak-Krieg» en Suddeutsche Zeitung (26 de enero de 2003), Helmut Breuer y Gernot Facius, «“Es gibt notwendige Kriege.” Paul Spiegel, Zentralratsvorsitzender der Juden, sieht die Oeffenlichkeit in einem “Dornroeschenschlaf”», en Die Welt (13 de febrero de 2003) («guerras necesarias»).<<

[61] Robert Fisk, «Peres stands accused over denial of “meaningless” Armenian Holocaust», en The Independent (18 de abril de 2001). Resistiéndose a que se comparara de ninguna manera el exterminio perpetrado por los nazis y el cometido por los turcos, el embajador israelí de Georgia y Armenia argumentó que los judíos habían sufrido un «genocidio», en tanto que lo ocurrido a los armenios no era más que una «tragedia» («Armenia files complaint with Israel over comments on genocide», en Associated Press [16 de febrero de 2002]; véase una respuesta caústica en «Armenian, Greek, and Kurdish American Voice Concern to Nine Jewish American Groups», en Armenian Weekly [abril/mayo 2002] y véase también Thomas O’Dwyer, «Nothing Personal/Among the deniers», en Haaretz [9 de mayo de 2003]).<<

[62] «Bush Remembers Holocaust Victims, Pledges Defense of Israel», en Reuters (19 de abril de 2001).<<

[63] Amir Oren, «At the gates of Yassergrad», en Haaretz (25 de enero de 2002) y Uzi Benziman, «Immoral Imperative», en Haaretz (1 de febrero de 2002).<<

[64] Según Eizenstat, su esposa también demostró una gran rectitud moral durante la campaña por la compensación. Un frío día de invierno en que escuchaban en Auschwitz relatos sobre el sufrimiento de los prisioneros, «Fran dijo en voz alta que se sentía culpable por llevar un abrigo de piel» (p. 21). Verdaderamente, debía de estar muy conmovida.<<

[65] Mohandas K. Gandhi, Autobiography, Nueva York, 1983, p. 424.<<

[66] Véase IH, pp. 100 ss para más información. Recordando una conversación subida de tono que tuvo con Roger Witten, abogado de los bancos suizos, Eizenstat afirma: «Witten insistía en que “las familias judías acaudaladas habían enviado su dinero a Estados Unidos, Argentina y el Reino Unido” en lugar de a Suiza. Me pareció una afirmación pasmosa» (p. 141). Ahora bien, Eizenstat evita cuidadosamente aludir al hecho crucial de que Estados Unidos también fue uno de los principales refugios seguros. Quiero dejar constancia de que, cuando el autor de este libro le preguntó a Witten sobre esta presunta cita de sus palabras, él respondió: «Lo que quería dejar claro era que es un error conformarse con la hipótesis excesivamente generalizada de que las familias judías que lograron sacar su dinero de Alemania lo mandaron necesariamente a Suiza. Yo dije, más bien, que si tenían la posibilidad de hacerlo, a menudo enviaban sus fondos a refugios que en aquel entonces parecían más seguros que Suiza (que podía ser invadida por los nazis), sobre todo al Reino Unido, a Estados Unidos y a Argentina (que a la sazón tenía una economía muy fuerte). Dije asimismo que cuando algunas familias judías enviaban su dinero a Suiza en primer lugar, tenían la intención de que Suiza fuese una estación de paso para parte del dinero o todo él, es decir, que esperaban poder transferirlo de Suiza a algún lugar como Estados Unidos, el Reino Unido o Argentina. Creo que disponíamos de información sobre flujos de capital que tendía a respaldar estas afirmaciones, que sin lugar a dudas se ven respaldadas por información anecdótica. Lo que no dije en ningún momento, ni di pie con mis palabras para que se me interpretara así, fue que las familias judías no habían enviado fondos a Suiza para tenerlos a buen recaudo» (correspondencia privada, 6 de enero de 2003).<<

[67] Véase IH, pp. 143 ss.<<

[68] IH, pp. 147-148. Eizenstat también recuerda una y otra vez que los suizos compraron oro que los nazis habían robado a las víctimas del Holocausto (pp. 50, 91, 101-102, 111, 114), pero pasa por alto el hecho de que no hay pruebas que demuestren que los suizos compraron «oro de las víctimas» a sabiendas y que es muy probable que Estados Unidos sea culpable de haber hecho lo mismo (IH, p. 148). Además, da a entender el dato falso de que los suizos compraron «oro de las víctimas» por valor de 14,5 millones de dólares (p. 114), cuando se había valorado aproximadamente en 135.000 dólares (o un millón al cambio actual) (IH, p. 98). Cuando felicita a los suizos porque al fin se hayan reformado, Eizenstat nos dice que «han estado congelando cuentas secretas de dictadores como el dirigente nigeriano Sani Abacha» (p. 185); pero evita decir que Abacha también había ocultado sus riquezas mal adquiridas en bancos estadounidenses (IH, pp. 97-98).<<

[69] En una carta a The Nation (18 de febrero de 2002), Burt Neuborne trataba de defender este grotesco doble rasero alegando que «los suizos pidieron que se permitiera participar en el acuerdo a los refugiados, y nosotros nos avinimos». La verdad es que en las acusaciones iniciales de los abogados de las demandas colectivas ya se incluía al «gobierno suizo por haber prohibido la entrada a refugiados» (p. 76). En otro lugar, Neuborne reconoce que en el acuerdo suizo se incluyó a los refugiados judíos a los que se había negado la entrada debido a las «potenciales teorías sobre la responsabilidad esgrimidas contra diversas categorías de acusados suizos» (Neuborne, «Preliminary Reflections», p. 808 n. 34).<<

[70] Cuando los supervivientes húngaros del Holocausto demandaron al gobierno estadounidense con la exigencia de que se les devolvieran los bienes que les habían robados las tropas húngaras partidarias de los nazis y de los que después se había apoderado el personal militar estadounidense, Eizenstat (que para entonces ya no ocupaba un cargo público y ejercía la abogacía por libre) ridiculizó los «fundamentos legales» de la demanda diciendo que eran «sospechosos» y propuso que solamente se hiciera «un pago simbólico a la comunidad judía húngara» (Stuart Eizenstat, «Justice Remains Beyond Grasp of Too Many Holocaust Victims», en Forward [18 de octubre de 2002]). Incluso Bazyler reconoce, en la descripción fastidiosamente cargada de justificaciones que hace de la campaña por la compensación, que «la Comisión sobre Activos del Holocausto de EEUU, presidida por Bronfam, fue […] un fracaso. Después de haber gastado 2,7 millones de dólares, la comisión ni siquiera logró cumplir su objetivo básico: compilar una base de datos sobre los activos de la era del Holocausto que aún estaban en Estados Unidos. Es más, como sus competencias estaban limitadas a investigar las actividades del Gobierno Federal durante la guerra y no las de la industria norteamericana, la comisión no pudo plantear las preguntas sobre la complicidad de las corporaciones estadounidenses con los nazis que sí habían planteado en Europa otras comisiones históricas similares creadas por los gobiernos […]. Lamentablemente, parece que se ha aplicado un doble rasero. Hemos pedido a los gobiernos y corporaciones de Europa que afrontaran y documentaran con sinceridad sus transacciones económicas y otras actividades en tiempos de guerra pero en Estados Unidos no se ha hecho» (p. 305). Centrándonos tan solo en las indemnizaciones, comparemos sencillamente los 2,7 millones de dólares asignados por Estados Unidos a su comisión con los «casi 700 millones de dólares» (pp. 300-301) que tuvieron que pagar a los auditores los bancos suizos. En otro testimonio del doble rasero, Bazyler se explaya denunciando el destino de los activos judíos depositados en bancos suizos en la era del Holocausto, pero no hace ni una sola referencia directa al destino de los activos judíos depositados en bancos estadounidenses en la era del Holocausto.<<

[71] Véase Andreas Mink, «“Das Schlimmste steht uns noch bevor.” Der Ex-US-Staatssekretaer Stuart Eizenstat engagiert sich in der Auseinandersetzung um Menschenrechts-Klagen», en Aufbau (12 de diciembre de 2002).<<

[72] Tribunal de Distrito de Estados Unidos del Distrito de Columbia, Elouise Pepion Cobell y otros, demandantes, versus Bruce Babbitt, Secretario del Interior, Lawrence Summers, Secretario del Tesoro, y Kevin Gover, Subsecretario del Interior, demandados (Demanda N.º 96-1285) (RCL), Memorandum Opinion: Findigs of Fact and Conclusions of Law (21 de diciembre de 1999), p. 6. (De aquí en adelante: Dictamen no vinculante - diciembre de 1999).<<

[73] Véase el bien documentado estudio de David Stannard, American Holocaust (Oxford, 1992).<<

[74] Jeffrey St. Clair, «Stolen Trust», en CounterPunch (5 de septiembre de 2002).<<

[75] Dictamen no vinculante – diciembre de 1999, p. 5.<<

[76] Tribunal de Distrito de Estados Unidos del Distrito de Columbia, Elouise Pepion Cobell y otros, demandantes, versus Bruce Babbitt, Secretario del Interior y otros, demandados, Plaintiffs’ Plan for Determining Accurate Balances in the Individual Indian Trust (6 de enero de 2003), pp. 2-3 (énfasis en el original). (De ahora en adelante: Plan de los demandantes – enero de 2003).<<

[77] Dictamen no vinculante – diciembre de 1999, p. 6.<<

[78] Committee on Government Operations (102d Congress, House Rept. pp. 102-499), Misplaced Trust: The Bureau of Indian Affairs Mismanagement of the Indian Trust Fund (1 de abril de 1992), pp. 12, 84-85. (De ahora en adelante: Confianza defraudada.)<<

[79] Dictamen no vinculante – diciembre de 1999, p. 125; para ampliar la información sobre el largo historial de delincuencia del gobierno estadounidense, cfr. Confianza defraudada, pp. 86 ss.<<

[80] Dictamen no vinculante – diciembre de 1999, pp. 4-5.<<

[81] Tribunal de Distrito de Estados Unidos del Distrito de Columbia, Elouise Pepion Cobell y otros, demandantes, versus Gale A. Norton, Secretario del Interior y otros, demandados, (Demanda N.º 96-1285) (RCL), Memorandum Opinion (17 de septiembre de 2002), pp. 1-2 (énfasis en el original). (De ahora en adelante: Dictamen no vinculante – septiembre de 2002).<<

[82] Tribunal de Distrito de Estados Unidos del Distrito de Columbia, Elouise Pepion Cobell y otros, demandantes, versus Bruce Babbitt, Secretario del Interior, Lawrence Summers, Secretario del Tesoro, y Kevin Gover, Subsecretario del Interior, demandados (Demanda N.º 96-1285) (RCL), Order (21 de diciembre de 1999).<<

[83] Tribunal de Distrito de Estados Unidos del Distrito de Columbia, Elouise Pepion Cobell y otros, demandantes, versus Bruce Babbitt, Secretario del Interior, Robert Rubin, Secretario del Tesoro, y Kevin Gover, Subsecretario del Interior, demandados, (Demanda N.º 96-1285) (RCL), Memorandum Opinion (22 de febrero de 1999), p. 15 («parodia»), p. 17 («tiempos modernos», «disfruto»), p. 33 («no haber aportado», «sustancial»), pp. 50-53 («destruir»), p. 62 («contumaces»), p. 67 («encubrimiento», «campaña»), p. 70 («ilícitas»), pp. 71-72 («negligencia», «similar al desacato criminal» [énfasis en el original]), p. 77 («escandalosa», «atroz»), p. 79 («deshonra»). (De ahora en adelante: Dictamen no vinculante – febrero de 1999.)<<

[84] Tribunal de Distrito de Estados Unidos del Distrito de Columbia, Elouise Pepion Cobell y otros, demandantes, versus Bruce Babbitt, Secretario del Interior, y otros (Demanda N.º 96-1285) (RCL), Recommendation and Report of the Sepcial Master Regarding the Delayed Disclosure of the Uncurrent Chek Records Maintained by the Department of the Treasury (3 de diciembre de 1999), p. 24 ss («destruido de nuevo»), p. 56 («incontables oportunidades»), pp. 117-118 («potencialmente», «fuera de control»).<<

[85] Dictamen no vinculante – diciembre de 1999, p. 33 («no ha redactado un plan»), p. 49 («trituradora de papeles»), pp. 90-91 («cuatro infracciones legales»), p. 97 («problema de la falta de datos»), p. 109 («cuanto más tiempo tarde Interior»), p. 117 («violación del derecho de los demandantes»); cfr. p. 112, p. 118.<<

[86] Tribunal de Apelación de Estados Unidos del Distrito del Circuito de Columbia. Argumentado el 5 de septiembre de 2000; decidido el 23 de febrero de 2001. N.º 00-5081. Elouise Pepion Cobell y otros, apelantes, versus Gale A. Norton, Secretario del Interior y otros, apelados. Fundido a efectos de archivo con el número 00-5084. Apelaciones del Tribunal de Distrito de Estados Unidos del Distrito de Columbia (N.º 96cv01285).<<

[87] Dictamen no vinculante – septiembre de 2002, p. 199 («sobradamente claro»), p. 202 («quince años»), p. 204 («carácter ofensivo»), p. 206 («prácticamente incomprensible»).<<

[88] Confianza defraudada, p. 38 («no tiene mucho sentido»), Dictamen no vinculante – diciembre de 1999, p. 21 («tarea difícil»).<<

[89] Dictamen no vinculante – septiembre de 2002, p. 65 («todavía no tenía más que»), pp. 180-182 («consternado»).<<

[90] Dictamen no vinculante – septiembre de 2002, p. 41 n. 30, pp. 48-50, pp. 54-55 («cientos de millones», «no es probable que financie»), pp. 190-194 («numerosas reuniones», «aplastante», «intriga», «fallo de este Tribunal», «dudoso»). Aunque muy crítico con el Departamento del Interior de Bush, el juez Lamberth reconoció que era «marginalmente más receptivo» (p. 212).<<

[91] Dictamen no vinculante – septiembre de 2002, p. 2 («una manera ignominiosa»), p. 212 («risible»), p. 216 («indigno»), p. 218 («actos deshonrosos»), p. 242 («renuencia»), p. 267 («cargo vitaliciamente»).<<

[92] Joel Brinkley, «American Indians Say Documents Show Goverment Has Cheated Them Out of Billions», en New York Times (7 de enero de 2003). Este fue uno de los seis artículos que el Times dedicó al litigio Cobell, en comparación con los 359 que dedicó al litigo contra los bancos suizos. Con respecto a la documentación presentada al juez, véase Plan de los demandantes – enero de 2003.<<

[93] Neuborne reconoce que el impulso que había detrás de la campaña en pro de la compensación por el Holocausto era «la idea de que los acusados extranjeros tienen la obligación moral de vivir de acuerdo con las reglas norteamericanas de justicia básica […] si desean participar del notable éxito de esta cultura económica, social y política» y que «cuando una gran empresa extranjera desea recoger los beneficios de nuestro sistema económico y social, no me avergüenza en absoluto insistir en que esa empresa extranjera se avenga a vivir de acuerdo con las normas legales que permitieron que floreciera este sistema social y económico». En efecto, ¿por qué iba a avergonzarse de que, cada vez que se ve comprometida su propia responsabilidad, Estados Unidos se olvide de estas «reglas de justicia básica»? ¿No es acaso la regla fundamental que permite florecer al sistema que ninguna de estas normas sea aplicable a él mismo? (Neuborne, «Preliminary Reflections», p. 831)<<