II

Al fin, encontramos nuestra casa de campo, aunque no era realmente lo que tanto había deseado. Sunningdale, como me temía, era un lugar excesivamente caro para vivir. Estaba lleno de casas modernas construidas alrededor del campo de golf, pero no había verdaderas casas de campo. Lo que encontramos fue una gran casa de estilo victoriano, situada en medio de un gran jardín, dividida en cuatro viviendas. Dos ya estaban ocupadas, las de abajo, pero había otras dos encima que aún estaban arreglando, y fuimos a verlas. Tenía cada una dos plantas con tres habitaciones en la primera y otras dos en la de arriba, y una cocina y un baño, por supuesto. Una de ellas era más atractiva que la otra con habitaciones mejor distribuidas y de mejor aspecto, pero la segunda tenía una pequeña habitación más y era también más barata, así que nos decidimos por ésta. Los inquilinos tenían derecho a utilizar el jardín y los pisos tenían agua caliente constante. El alquiler era más elevado que el de nuestro piso de Addison Road, pero no demasiado. Creo que costaba 120 libras. Firmamos, pues, el contrato, y preparamos el traslado.