LOU LLEVÓ AL NIÑO DE VISITA ANTES DE LAS NAVIDADES, cuando Vic McQueen estaba en rehabilitación, cumpliendo los veintiocho días preceptivos. El árbol de la sala de estar era de alambre y oropel y los tres comieron rosquillas de azúcar compradas en el supermercado.
—¿Este es un sitio para locos? —preguntó Wayne sin asomo de timidez; nunca había sido tímido.
—Para borrachos —dijo Vic—. El de los locos era el otro.
—Entonces ¿este sitio es mejor?
—Es un ascenso —le dijo Lou—. En esta familia somos muy de ascensos.