Un zaguán

QUE TENÍA EL SUELO DE LINÓLEO LEVANTADO POR UNA ESQUINA.

Nunca había sentido menos fuerza en las piernas, y le pitaban los oídos por un grito que había retenido en la cabeza, porque sabía que si gritaba de verdad el Espectro la encontraría y la mataría. Sobre esto no tenía ninguna duda. La mataría, la enterraría en el jardín trasero y nadie sabría qué había sido de ella.

Cruzó una segunda puerta interior que daba a