50

TRIUNFO SUYO

No se le ve,

pero está detrás, seguro,

imperial rostro insufrible,

dueño de lo último.

Aunque me deje ganar

fingidamente un instante

¡qué falsa siento mi fuerza,

que él me presta contra él!

Yo lo sé:

lo mío no es mío, es suyo.

Lo eterno, suyo. Vendrá,

—¡qué bien lo siento!— por ello.

Voy a verle cara a cara:

porque ya se está quitando,

porque está tirando ya,

los cielos, las alegrías,

los disimulos, los tiempos,

las palabras, antifaces

leves que yo le ponía

contra —¡irresistible luz!—

su rostro de sin remedio

eternidad, él, silencio.