45

PASILLO DE LA PRISA

¡Quémate, día, quémate

en la —¡quémate, día!— hoguera

de la prisa!

¡Pronto, la llama alta,

que me espera otro tú, otro día!

¡Más alta llama! Te echaré

porque te acabes antes

todo lo que me pidas.

Toda mi perfección guardada y seca,

ahorro de tantos años,

¡cómo la despilfarro,

viéndola chispear, brotar, chascando

para que ella me invente al consumirse

un mundo en blanco!

Desnudo del ayer, del hoy desnudo,

¡qué ardiendo, qué saltando!,

lo recordado —briznas—,

lo deseado —qué olor fresco de retama—,

en la hoguera lo veo. Yo lo eché.

Pero aún me quedo yo.

Derecho, yo también

a la llama, a la prisa,

a llegar, a pasar, limpio, por fuego

más allá, al otro lado

—fénix, al otro día—

del día, de la prisa.