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ATALANTA

Palabras que estás diciendo

—«cariño… siempre… seguro…»—

con voz lenta en gesto quieto.

Ventanas dobles, vidrieras

cerradas, encortinadas,

guillotinan tentaciones

(Horizontes, aires, rumbos).

El cielo es el techo, todo

del color que tú quisiste,

sin constelación ni guía.

Entreabierta alcoba —tuya,

mía—, renuncias desposa.

Pero más allá de todo,

¡qué claro se te ve el sino!

Ni ese zapato de cuento,

de cristal, frágil, altísimo,

ni ese pelo, ¡qué domado

plano, doméstico, liso!,

me engañan. Ya se estremecen

las tierras que estrenarás,

el horizonte que rompas,

el cielo por donde subas.

Talón al aire te veo,

aquí tan quieta conmigo,

cabellera suelta al viento

—¡manzanas que te echaría!—

y luego

el mito, ascensor antiguo,

que te sube, allá, a la fábula.