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SUR, CON VIENTO

¡Ay, Sevilla, Sevilla,

guerrera mala, dime

por qué todas las tardes

tantas saetas me las clavas,

rebrillo de azulejos,

desde tus espadañas!

¡Ay, Sevilla, Sevilla!

¿Por qué secas al sol

ventolero de marzo,

blancas

brindadoras de paces,

camisillas de niño,

banderas de la tarde

en altas azoteas?

¡Ay, Sevilla, Sevilla,

quiéreme por amigo!

Y Sevilla me quiso.

Y vinieron sus mozas.

Y heridas de saetas,

—rebrillos—,

me las vendaban ellas,

con vendas

de camisas de niños,

secas

en altas azoteas.