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Di, ¿te acuerdas de los sueños,

de cuando estaban allí,

delante?

¡Qué lejos, al parecer,

de los ojos!

Parecían nubes altas,

fantasmas sin asideros,

horizontes sin llegada.

Ahora míralos, conmigo.

Están detrás de nosotros.

Si eran nubes,

vamos por nubes más altas.

Si eran horizontes, lejos,

ahora, para verlos,

hay que volver la cabeza

porque los hemos pasado.

Si eran fantasmas,

siente

en las palmas de tus manos,

en los labios,

la cálida huella aún

del abrazo

en que dejaron de serlo.

Estamos al otro lado

de los sueños que soñamos,

a ese lado que se llama

la vida que se cumplió.

Y ahora,

de tanto haber realizado

nuestro soñar,

nuestro sueño está en dos cuerpos.

Y no hay que mirar los dos,

sin vernos el uno al otro,

a lo lejos, a las nubes,

para encontrar otros nuevos

que nos empujen la vida.

Mirándonos cara a cara,

viéndonos en lo que hicimos,

brota

desde las dichas cumplidas

ayer, la dicha futura

llamándonos. Y otra vez

la vida se siente un sueño

trémulo, recién nacido.