40

Una lágrima en mayo.

Día treinta, una lágrima,

llorada si no vista,

es como un largo puente

uniendo dos orillas

que se miraban desde lejos, solas.

Una lágrima en mayo

despierta, allí en sus nidos,

a las aves nocturnas,

todas descorcertadas,

igual que en los eclipses,

por ese velo súbito

en la vida tan clara.

Una lágrima en mayo

parece un gran desorden.

Y en cuanto se ha vertido,

aunque nadie la vea

le crea al mundo entero

un deber, una deuda.

Tendrá que trabajar

la tierra, sus entrañas,

fabricando diamantes, y los mares

harán conchas más suaves

que las que antes hacían.

Pondrán todas las flores

sutilezas, esmeros

en florecer. Estío, otoño, invierno

con la nieve y el vino

aumentarán los bienes

juntados para el pago.

Y acumulando plomos, hojas, oro,

con la belleza ahorrada

cada día del año,

vendrá el mundo a pagarte,

alguna vez, en gozo,

a ti que la has llorado

—llorada si no vista—

la lágrima de mayo.