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Lágrima,

no te quiero, eres de agua.

Como el río al mar,

la fuente a la sed,

la charca a la nube,

tarde o temprano te marchas.

Alegría,

alegría, cálida y áurea,

no te quiero, eres de sol.

Y hasta el calendario cuenta

que por las tardes te llevas

a otro —¿a qué otro?— lo que

me dabas por la mañana.

Libro.

No te quiero. De papel

cárcel frustrada, ya sabes

que se te irá el prisionero.

Agua que nunca huye,

soles que no se ponen,

libros que no traicionan;

quietud, tiniebla inmóvil, tú, silencio.

Y lo de fuera, sí, sé generoso, afuera.

Mas lo de adentro —dulce secreto eterno— adentro.