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En la tierra seca

el alma del viento

avisos marinos me daba

con los labios trémulos

de chopos de estío.

Alientos de mar

y ansias de periplo,

quilla, proa, estela.

Circe y vellocino,

todo lo mentían

chopos sabidores

de la tierra seca.

Y una nube blanca

(una vela blanca)

en el horizonte,

con gestos de lino,

alardes de fuga

por rumbos queridos

hacía

en el mar sin viento

de aquel cielo seco

de la tierra seca

con chopos de estío.