Mendigo de los caminos,
pobre mendigo que vas
esperando de mañana
la limosna que hoy te niega,
cargado, al hombro, tu saco
de esperanza, no de pan.
Cuando llegues a mi casa
no te irás
con esas palabras malas
que en tanto zaguán te esperan:
«Hoy no puede ser, hermano,
otra vez será.»
Porque soy cobarde, hermano,
mi fardel llevo en el hombro,
tengo camino que andar
y me da miedo una puerta
de no sé cuándo ni dónde
y me da miedo una boca
—de quién no lo sé— que diga:
«Hoy no puede ser, hermano,
otra vez será.»