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«Manuela Pía» se llama el barco.

Manuela Pía será sin duda el nombre

de la viuda del armador.

Vive en un puerto mediterráneo,

con un santo temor de Dios

y con un santo amor a la renta

del cuatro por ciento interior.

Doña Manuela reza el rosario

todas las noches y se duerme

junto a un lorito centenario

que allá un día trajo de América

un barco de su propiedad.

Y mientras la armadora está

navegando por el mar manso

del rezo, donde se adormece,

sobre los mares de verdad,

juvenil, fuerte y petulante

va adelante el «Manuela Pía».