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La tierra yerma, sin árbol

ni montaña, el cielo seco,

huérfano de nube o pájaro;

tan quietos los dos, tan solos,

frente a frente tierra y cielo,

paralelismo de espejos,

que ahora no hay lejos ni cerca,

alto o bajo, mucho o poco,

en el universo.

¡Dulce muerte de medidas,

guiño de infinito!

Pero de un surco se vuela

un pájaro primerizo.

Y todo vuelve a ordenarse

por la pauta de su sino.

Ya la tierra está aquí abajo

y el cielo allí arriba puesto,

ya la llanura es inmensa

y el caminante pequeño.

Y ya sé lo que está lejos:

dicha, gracia, paz o logro,

Y ya sé lo que está cerca:

el corazón en el pecho.