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Un viejo chulo le dijo

(la chiquilla era inclusera):

«¡Bendita sea tu madre!»

Al pasar junto al cuartel,

un soldado la gritaba

(la niña

tenía el cuerpo podrido):

«¡Ole tu sangre, muchacha!»

Y un mocito

que era de la torería

la juró un día de abril

(Dios la iba a matar en mayo):

«¡Chiquilla, tú eres mi vida!»