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Yo no te había visto,

amarillo limón escondido

entre el follaje bruñido del limonero,

yo no te había visto. Pero al niño

le brotó un fuego nuevo de codicia en los ojos

y tendió las dos manos. Donde ellas no llegaban

llegó su grito.

Ahora es de noche y, como fruto cumplido del día,

te tengo en las manos,

limpio limón escondido,

limpio limón descubierto.

(El niño está ya dormido.)