¡Soledad, soledad, tú me acompañas
y de tu propia pena me libertas!
Solo, quiero estar solo:
que si suena una voz aquí a mi lado
o si una boca en la boca me besa,
te escapas tú, vergonzosa y ligera.
Tan para ti me quieres
que ni al viento consientes sus caricias,
tú en el hogar el chasquido del fuego:
o ellos o tú.
Y sólo cuando callan fuego y viento
y besos y palabras,
te entregas tú por compañera mía.
Y me destila las verdades dulces
la divina mentira de estar solo.